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—Conozco gente que toca la puerta

—Conozco gente que entra por la puerta


No recordaba estar despierta cuando me encontraron, pero si desperté varias veces en el camino, por breves momentos que me servían sólo para reconocer el espacio a mi alrededor, mareada y confundida.

Sabía que mamá estaba conmigo, seguramente destrozada por lo que pasaba, sólo podía esperar a que no le dijese a Ether tan pronto.

La última vez que desperté y estuve consciente por más de dos minutos escuchaba el pitido del aparato que mostraban mis pulsaciones, vi el blanco de la habitación alrededor y a mamá completamente enloquecida al verme despierta, ofreciéndome agua y abrazándome como si mis huesos rotos fuesen inmunes a sus apretones.

Me quejé de dolor una última vez y volví a desmayarme.

.

—¿Te duele aquí?

—¡Ay!

—Yo creo que sí —se burló el doctor, sin apartar su mano de mi tobillo desnudo, revisándolo—. No es una fractura grave, pero te pondré un vendaje para que no lo muevas.

Intenté quitar su mano, pero sólo podía mover mi brazo izquierdo con esfuerzo, así que no logré mi objetivo. Además, mamá estaba vigilando que no intentase nada.

El doctor terminó de poner el vendaje y dejó mi pié en la cama otra vez.

—Ya terminamos aquí por ahora —dijo, sonriendome—. Una enfermera vendrá más tarde para revisar tu progreso, así que procura no esforzarte demasiado —me advirtió.

Se despidió y salió de la habitación, dejándonos solas a mamá y a mi.

Me recosté de la almohada, revisando la intravenosa en mi muñeca con curiosidad.

—¿Ya no te duele tanto la cabeza? —preguntó mamá, acercando su silla para tocar mi frente.

—Estoy mejor ahora —respondì, mirando el montón de aparatos que nos rodeaban.

Mis muñecas estaban tan fracturadas como mi tobillo, así que tenía vendajes, aunque mi brazo derecho estaba en peor estado, por lo cual tenía un yeso, como en mi pierna izquierda, que se había roto con el impacto en un momento en el que quizás intenté apoyarlas -esas habían sido las conclusiones del doctor.

Cuando desperté, mi cabeza dolía como el infierno, y había vomitado una vez por las náuseas, y todos los hematomas seguían doliendome, pero la anestesia me había calmado bastante.

Estaba usando una bata de hospital, y había podido usar un poco el baño con ayuda de mamá y una enfermera, así que no estaba sucia.

Mamá tenía sus manos sobre mi brazo izquierdo, acariciando con cariño sobre las cicatrices, así que estaba en una situación en la que no quería ni podía mirarla a la cara, avergonzada e intentando distraerme con cualquier cosa alrededor.

Las enfermeras y el doctor me habían tratado bastante bien debido a eso, tal como hacían las personas del psiquiátrico en su momento, y me daba muy mala espina todo aquello, porque ellos creían que había provocado intencionalmente el accidente en el coche. Lo había visto en sus caras.

—¿Tienes hambre?

Negué.

—¿Necesitas algo?

—Estoy bien, en serio.

—Elle, tengo que ir a otro lugar, pero te prometo que no tardaré demasiado. ¿Quieres que llame a Ether para que venga a acompañarte?

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝐺𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖𝑎𝑛𝑒𝑠 [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora