Nanba es la prisión de máxima seguridad de Japón. Todo anda bien, con los presos del Ala 13, Celda 13 haciendo lo que les viene como siempre; hasta que un día llega un/a nuevo/a preso/a a la prisión. Todo parece normal. Se va adaptando y tal, hasta...
Un extraño gas inodoro (que no tiene olor) y color rosado comenzaba a inundar la estancia de forma lenta. Cuando Upa y Nico se percataron de ello tuvieron un horrible mal presentimiento. Intentaron abrir la puerta desesperadamente, pero era evidente que estaba bloqueada. No entendían nada. Upa daba vueltas, cabreado con la situación. Nico comenzaba a sentir un terrible miedo en su interior. Se temía que esto fuese obra del mismo hombre que hizo daño a Tsukumo y a Yamato. Upa se percató de que Nico comenzaba a ponerse muy nervioso y a entrar en pánico. Se acercó a él e hizo que se agachase. Entonces le dio un abrazo consolador. No quería que Nico sufriera ningún ataque de pánico en aquel lugar.
Upa: Cálmate-le dijo mientras lo abrazaba- No parece que el tipo ande por aquí. Saldremos antes de que regrese. Tal vez la puerta se abra desde fuera de algún modo. Tenemos que llamar la atención de alguien para que se de cuenta de que estamos aquí.
Nico: Sí-abrazó con más fuerza a Upa, haciendo que le faltase aire al más pequeño- Ji,ji! Es la primera vez que eres tú el que me abraza y no yo-dijo con una sonrisa-.
Upa se soltó, algo sonrojado. Mientras Nico pedía ayuda Upa lanzaba patadas contra la puerta. Pero nadie les oyó. Siguieron así un buen rato, hasta que las cosas se torcieron. Cada vez había más gas y comenzaron a debilitarse. Upa pensó que era un tipo de calmante o somnífero, pero Nico decía que no tenía el mismo olor.... No sabía lo que era aquello. Hasta que Upa comenzó a toser de forma brusca y se cae sentado al suelo. Nico se desploma contra la fuerza y también comienza a toser con brusquedad. Cuando ambos se miran las manos de las palmas... Lo que ven es sangre. Se pusieron muy pálidos de repente. Les dolían todas las extremidades a rabiar y casi no tenían fuerza. Comprendieron que el hombre nunca iría a por ellos: los asfixiaría con un gas altamente tóxico.
El pánico llegó a ellos. Upa seguía golpeando la puerta y Nico gritando auxilio, los dos de forma más apagada. Entonces escucharon unos pasos y una fina voz. Era Kuroki. Hicieron lo posible para llamar su atención, pero sus voces no traspasaban la puerta de metal. Upa no se rendía, y a pesar de que se encontraba horriblemente mal seguía intentando tirar la puerta abajo. Nico le ayudó también. No se iban a rendir. Pero Kuroki seguía sin escucharlos.
Decidió que, por su seguridad, devolvería a los chicos a su celda. Uno a uno cargó con los presos hasta llevarlos a su celda. Tenía que avisar de que Nico y Upa podían estar en problemas. Así que encargó a los chicos a Seitarou y le contó todo lo que había ocurrido. El joven guardia puso a varios guardias a cargo de los presos y corre al cuartel general para avisar de lo ocurrido. Mientras, Kuroki decide regresar. Fue a la sala de vigilancias del Ala. Dedujo que si revisaba las cámaras, aquella que no funcionase sería la pista para encontrar a los dos chicos.
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Nico y Upa continuaban usando todas sus fuerzas para salir de allí. Se esforzaban para que alguien los rescatase. Pero estaban llegando a sus límites. Toda la habitación había sido inundada por ese gas. Ese gas letal. Por mucho que se cubrieran la boca con las mangas de la ropa ya era tarde. Habían inhalado el gas. Por mucho que se cubriesen, seguían inhalándolo. La situación empeoró mucho. Upa tenía todo el cuello enrojecido de toser. La sangre se le escurría por la comisura de los labios. Sus lágrimas de desesperación se tornaron de color escarlata y sus piernas ya no le respondían como él quería.Notaba la asfixia. Cada leve bocanada de aire que tomaba, aunque fuese a través de la tela de su ropa, le hacía arder por dentro. El sangrado se intensificaba más. Cada cierto tiempo escupía un leve charco de sangre en el suelo.
