Capítulo 9

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Esta tan, pero tan jodida. Que la palabra misma no alcanzaba para definir su situación ahora mismo. Al despertar, tenía todo el cuerpo entumecido, las manos atadas, los pies y estaba en un lugar demasiado familiar para su gusto. 

Hay olor a moho, humedad, y hay pequeños charcos de agua a su alrededor. Fuera, oía el suave murmullo de las olas. Paseo sus ojos escarlata por la pared, viendo allí, las veces que anotaba la cantidad de días, semanas, meses incluso, que pasó ahí encerrada. 

—La vida es como una rueda. Tarde o temprano, se vuelve a donde uno comenzó. —murmuró en voz baja, la mazmorra o celda, da igual como la llamase ahora. Se encontraba iluminada por dos antorchas enganchadas a la pared. La puerta era diferente, siendo de metal y pesada. Anteriormente si mal no recuerda, el material era de madera. Muy al estilo medieval. 

La puerta se abrio y apenas lo vio, apartó la mirada. Raiden, el niño que conoció, que era flaco y debilucho...ahora es un villano, un asesino. Y trabaja con su padre. Los cortes en su rostro, y quemaduras, sumado a las claras marcas de pinchazos en sus brazos y cuello, delataban que llevaba bastante tiempo con él. 

—Veo que has despertado, mi Musa. —sus ojos antes eran de color miel, cálidos. Ahora son violáceos y fríos, con un toque de demencia. Estar encerrada allí con el, es como estar en una jaula con un león hambriento. Hizo un movimiento, lista para usar su Quirk. 

Pero no funciono. 

Volvió a intentarlo, ahora un toque ligero de pánico en su rostro. 

—¿Que mierda me hiciste? ¿Por qué no puedo usar mi Quirk? 

Raiden ladeo la cabeza, como quien no entiende la cosa. —Te inyecte algo parecido a un tranquilizante, duerme tu Quirk durante varias horas. De ese modo, no podrás marcharte de mi lado otra vez. —había tomado su rostro entre sus manos, la diferencia de altura causaba que estire su cuello. —No volverás a dejarme. —la miraba, con los ojos bien abiertos y sin parpadear. 

—¿Que te hace creer que me quedaré aquí? —gruño, apartando su rostro de sus sucias manos. Sentía el olor a sangre en ella, así como sus uñas rozaban con rudeza sus mejillas. 

Raiden entonces, agarró su cuello, casi estrangulandola. 

—Cuando sensei te haga las mejoras..cuando sientas el poder..no querrás irte. Ahora me ves como un monstruo. —le dedico una sonrisa, cínica y sin gracia. —Pero, ¿tú también lo eres, verdad? Aquel día pudiste haber salvado a tantos..pero te concentraste en ti misma y en tu estúpida guardiana. 

La soltó abruptamente y (T/n) comenzó a toser, dando grandes bocanadas de aire. Mantuvo la cabeza baja, apretando sus puños. Su padre lo convirtió en esto, ¿o el ya era así?, no lo sabe y quizá nunca lo sepa. 

Raiden se quedó mirando un punto fijo de la pared, antes de parpadear y darse media vuelta, tomando el picaporte de la puerta. —Tu también eres un monstruo. El único que siempre podrá aceptar ese lado tuyo seré yo, recuerda eso. 

Cuando se fue, la antiheroe se permitió respirar con tranquilidad. 

Sabe a lo que se refiere, al día en que escaparon todos. Pero lo que le sucedió a él..no fue su culpa. 

¿O si? 

En silencio, fue moviéndose en dirección a la pared de la izquierda. Si nadie había tocado nada de allí, probablemente el cuchillo que agarro un día a escondidas del comedor estuviese ahí, entre las rocas. 




Todoroki miró una vez más la dirección escrita en la palma de su mano, estaba en la calle correcta. Justo enfrente de la estacion de policia. Paso saliva y avanzó, pero antes de poder ingresar, una joven de cabello rojizo lo tomó del brazo con poca gentileza, arrastrándolo en dirección contraria. 

Not all were born to be a Hero [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora