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En su mente, la llegada triunfal de Maki a casa de sus padres había pintado mucho mejor. Tras dejar a Nozomi en el hotel donde estaba pasando su estadía en Tokyo, salió disparada hacia el hogar que la vio crecer. Sin embargo, a medida que recorría los kilómetros que la separaban de su destino, su determinación comenzó a flaquear. Miles de dudas la asaltaban, además del cansancio de quien ha vivido demasiadas emociones por una noche. Bufando, se preguntó qué fue de la chica que podía bailar y cantar con una sonrisa en su rostro durante horas frente a miles de personas.

"En fin...", pensó.

Al llegar, se quedó mirando la fachada de su antigua casa. Cada vez le costaba más asociarla a recuerdos felices, y solo veía una barrera imponente entre ella y todo lo que quería en su corazón. Respirando profundamente, salió de su auto y, milagrosamente, no salió corriendo del lugar ni tropezó a causa de sus temblorosas piernas. El pulso no le temblaría ni un poco al abrir un cráneo por la mitad para tratar un cerebro, pero si alguien le decía que debía imponerse ante sus padres...

Solemne, tocó el timbre de la entrada con parsimonia. Esperó unos minutos, pero no hubo respuesta. Carraspeó y estornudó, pues el frío le estaba comenzando a traspasar la delgada casaca deportiva que había sacado, además que aun llovía un poco. Con un poco más de intensidad volvió a tocar el timbre, sin recibir respuesta aún. "¿Por qué no guardé una maldita llave para emergencias?", pensó, mientras sus dientes castañeteaban; así que decidió que esperaría pacientemente hasta que le abrieran la puerta. Un minuto después, estaba azotando con furia el timbre para hacerse oír.

No pasó mucho tiempo hasta que escuchó gritos de rabia dentro de la casa que cada vez se hacían más fuertes, y del intercomunicador salió una voz que retumbó por todo el lote.

-Juro que voy a llamar a la policía si sigue un solo maldito segundo más con...

-¿Mamá? - Atónita, Maki logró reconocer la voz de su madre, que hasta entonces solo había escuchado con dulzura - ¡S-soy yo, Maki!

-¿Maki? - En ese momento, Maki temió que su madre se hubiera olvidado de su existencia, pero solo se debía a la sorpresa - Oh, querida, no te esperábamos esta noche. ¿Acaso íbamos a cenar juntos o...?

-No, nada de eso - Tratando de controlar que su voz no sonara como un cubo de hielo, se relajó - Necesito... Necesitamos hablar, es urgente.

-Sé que cualquier cosa podrá esperar hasta la mañana, tu padre...

-¡No! - Sin proponérselo, Maki alzó la voz en un arranque de ira, y se arrepintió al instante al notar cómo su madre se quedaba callada - Perdón, no debí... Bueno, el tema es que debe ser ahora mismo - "En especial, porque de día ya se me pasarán las ganas, seguro", pensó, pero decidió que era mejor no mencionar aquel detalle.

-Oh, Maki - Haciendo una pausa al notar la desesperación de su hija, suspiró - Es por lo que creo que es, ¿verdad?

Aquello tomó por sorpresa a Maki. Si bien un anuncio como su propio matrimonio debió pasar por sus padres primero, quería creer en su interior que, por lo menos, su madre no estaría enterada.

-Incluso tú no dijiste nada...

-Maki, entiendo perfectamente que esto sea importante para ti, pero...

-¿Importante? - Ya sea por el frío o por el cansancio, Maki comenzó a reír - No, para nada. Enterarme que me voy a casar por televisión nacional, cuando ni siquiera he aceptado o siquiera pensado en ello, no me parece importante. No, para nada. Nadita. Nada de...

-Maki.

-Lo siento.

Suspirando a través del intercomunicador, la madre de Maki se frotaba las sienes. Había criado muy bien a su hija, o al menos eso quería creer. Además, tenía sus genes, por lo que no debía sorprenderle que esté ahí. Cruzando los dedos, accionó el botón para que se abriera la puerta de la casa.

Nuestro mejor momento [NicoMaki] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora