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Paranoia: eso es lo que Frank había sentido durante toda la semana. Y es que aunque había logrado engañar a Gerard acerca de ese mensaje que había recibido las cosas no habían quedado ahí, Bert siguió mandándole mensajes durante los siguientes tres días. Le rogaba una y otra vez que fuera a verlo, también le decía que estaba muy arrepentido de lo que le había hecho y que lo quería de vuelta a su lado. Obviamente él no le creía ni una palabra y ya estaba demasiado enamorado de Gerard como para que lo único que le causaran esos mensajes fueran molestia y miedo. Fue al cuarto día cuando los mensajes fueron reemplazados con llamadas y no le quedó otra opción mas que deshacerse del maldito teléfono, pero no lo había destruido para no levantar sospechas, tan solo lo apagó y lo metió debajo del colchón de su cama justo al lado de la carpeta que contenía sus fotografías. Frank nunca había sido bueno enfrentando los problemas así que esa opción le pareció lo mas fácil, cuando Gerard le preguntó por el aparato culpó al gato de Bob de su desaparición y aunque se había ofrecido a comprarle otro Frank se negó rotundamente. Sin embargo todo eso no alejó el miedo que sentía, no sabía por qué pero tenía el presentimiento que Bert no dejaría las cosas así por lo que decidió salir lo menos posible de la casa sin Gerard y cuando lo hacía iba en compañía de Michael y Travis.

A pesar de todo eso la semana también había sido bastante buena, Gerard no había salido de viaje en todo ese tiempo y aunque aún tenía que ir a trabajar todos los días y estaba ocupado en un caso muy importante que llevaría a los tribunales eso no impidió que pasara más tiempo con él. Almorzaban, desayunaban y cenaban juntos, a veces cuando no llegaba demasiado cansado de la oficina solían acurrucarse en el gran sofá a ver una película e hicieron el amor durante todas las noches. Frank aún conservaba toda su ropa y sus pertenencias en su habitación pero pasaba las noches en la de Gerard durmiendo plácidamente entre sus brazos. Nunca se había sentido más feliz en su vida, desde que su madre murió pareció que se llevó todo lo bueno con ella pero ahora poco a poco Frank volvía a sentir ese calor dentro de su pecho que lo hacía querer llorar. Amaba todo lo que tenía, amaba a Gerard, amaba discutir con Michael, amaba la comida deliciosa de la señora Julia, amaba cuando Travis le decía que él y su Gee formaban una hermosa pareja, amaba las bromas de Bob acerca de su estatura e incluso amaba al Capitán, ese estúpido gato que ya le había arañado la cara tres veces. Y tal vez era por eso que sentía tanto miedo de estar recibiendo noticias nuevas de Bert, claro que consideró contarle a Mikey acerca de la situación pero pensó que sería demasiado cruel ponerlo entre la espada y la pared pidiéndole que no le contara nada a Gerard, después de todo ellos dos eran muy unidos y no era justo que le añadiera una preocupación más cuando la boda estaba a la vuelta de la esquina.

-¿En que tanto piensas? Haz estado algo perdido desde que salimos de la floristería- le preguntó su cuñado sacándolo de sus cavilaciones.

-En nada- le respondió Frank sacudiendo su cabeza de un lado a otro.

-¿Estás seguro?

-Por supuesto, mejor dime ¿que te parece esto?- Iero se sentó sobre uno de los sofás de la sala de estar y le mostró a Way que se sentó junto a él la pequeña maceta que llevaba entre sus manos.

Michael observó la pequeña plantita a la que apenas le estaban saliendo unos diminutos capullos rojos, esa tarde fueron a la floristería a confirmar que todo estuviera en orden con su pedido y no había notado la planta hasta cuando venían de regreso en el coche pero no se le había ocurrido preguntar.

-Aún es muy pequeña pero parece que dará unas flores estupendas.

-¿Verdad que sí?- respondió Frank con los ojos brillosos -Es para Gerard.

-¿Para mi hermano?

-No tonto, es para el otro Gerard que ambos conocemos.

El rubio rodó sus ojos pero al mismo tiempo mostró una diminuta sonrisa. 

El Trato (frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora