TENDENCIA RELIGIOSA EN SU REENCARNACIÓN

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Mi madre me insiste que lo haga bautizar, porque no sabemos cuánto tiempo puede durar. Y allí mismo en aquel hospital, decidimos hacerlo, por lo que acordamos que se hiciera para el siguiente domingo.


Fue una ceremonia "sui generis". Nos encontrábamos el sacerdote, los padrinos, Betty y su hermano Gerardo, Gloria mi vecina, Lina María y yo por supuesto. Todos vestidos de Bata blanca, tapaboca y gorro.


Después de catorce días de haber permanecido allí en el Hospital, nos informan que podíamos volver a casa. ¡Gracias a Dios!


Entre risas y lágrimas, lo reciben alborozados, amigos, vecinos y familiares, pero también muy tristes, porque el panorama que espera a este ángel de ternura es muy difícil y no sabemos cómo terminará. JD nos sorprende, con uno de sus acostumbrados shows, bailando "La Macarena". Estas actitudes son las que nos comprometen mucho más frente a este "pequeño y gran guerrero"


Este fin de semana, ya en casa, volvemos a encontrarnos con Martica, que nos visita no solo para hacerle imposición de manos al niño, sino para relatarnos una experiencia vivida en su Centro de Oración, a una consulta sobre el bienestar del niño y lo que más le convenía.

Este fue el mensaje:

"Todo lo que se le haga al niño pensando en su bienestar, será lo que le convenga. Su misión es corta. Con mucho amor para dar. A medida que se acerque su tiempo para desencarnar, irá evolucionando y madurando cada vez más, hasta parecer un adulto. Solo quienes estén más cerca de él podrán entender el mensaje que será esta experiencia".


A medida que Martica hablaba, me volvía a embargar la misma sensación que ya he comentado. En esta ocasión también tenía la certeza de que me encontraba frente a un proceso hermoso que aún mi ignorancia no había logrado magnificar en su justa medida, pero que debía asumir, porque sería trascendental para nuestras vidas y sería necesario actuar con mucha inteligencia para sacarle todo el provecho necesario.


Lograba percibir que este "provecho" tenía connotaciones muy grandes, para mi vida pero no sabía calificarlas, ni cuantificarlas y menos podía determinar cuáles eran.


Inicia aquí entonces el proceso de la quimioterapia.


Dos veces por semana debo llevarlo para su aplicación. El primer día ambos estábamos muy asustados. Así pegaditos uno del otro en aquel saloncito del hospital en donde se encuentra oncología pediátrica, había un hervidero de gente.


Nunca hasta ese momento, cuantifiqué la cantidad de niños que había con diferentes problemas oncológicos.


Algunos iban con sus padres, familiares y amigos y también algunos niños que iban solos; como esos dos niños afrodescendientes, que por vivir en el Cauca, deben estar en la "Casita de Paso", que los alberga para que una auxiliar caritativa los acerque para su terapia. Son niños muy tristes, no sólo por su enfermedad sino por su soledad, porque nunca sonríen, ni se quejan cuando las enfermeras les canalizan la vena para la droga. Son inmutables.


Se puede interpretar esta actitud en estos niños, mirando los sufrimientos que su corta existencia está dándoles, y entonces pienso, uno más no hace la diferencia. Se ven y se sienten huérfanos de todo.


A medida que transcurren los días nos vamos familiarizando con todas estas situaciones. JD empieza a ganar simpatizantes, cada vez que va.


Desde el primer día, se ha hecho amigo de los adultos que asisten a sesiones de quimioterapia, los visita, comparte con ellos y tomándoles la mano libre en un gesto de compasión, les pregunta si les duele y luego les dice: - ¡Ay Dios Mío. Bendito sea Dios! Por supuesto este gesto no solo le gana simpatías sino que les hace esbozar una sonrisa, sustrayéndoles, -pienso yo- por momentos de su angustiosa y dolorosa realidad, antes de sentarse él mismo, para que canalicen su vena.

JUAN DIEGO, Luz y AmorWhere stories live. Discover now