PARTE EL PEQUEÑO RUISEÑOR

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Aquel cuerpecito todavía palpitaba en ese trance vegetativo momentáneo; ya no era mi hijo material, era solamente una envoltura corporal, inocua que ya no podía albergar más ese maravilloso espíritu de JD; por lo tanto sus raíces tenían que desprenderse para poder volver a su verdadero hogar desde donde trascendería su amor entrañable por todos nosotros, amor que buscó de mil y una manera enseñárnoslo, a través de la naturaleza, de la música, de las cosas simples, del juego, de su amor por la vida, del inmenso amor que demostró por María de Nazaret, especialmente a la Virgen de Guadalupe, su Virgen tan linda, como la denominaba, del perdón, a través de su gesto hermoso hacia su padre, enseñando en el último momento de su vida con el ejemplo, para que no lo olvidáramos.

Por esto no cabía la tristeza o el dolor en mi corazón. No sé definir lo que sentí en ese momento. Solo puedo decir que es un inmenso vacío pleno de sentimientos maravillosos, con mucha tranquilidad, paz y una esperanza alegre de que en cualquier momento y muy pronto recibiré noticias de mi "PEQUEÑO RUISEÑOR"

A casa empezaron a llegar los vecinos que enterados del estado comatoso del niño, querían darle su último adiós.Llegó mi hermano Carlos con los niños y Zoraida mi cuñada, lógicamente para los niños era muy triste ver el cuadro de JD, así que no podíamos impedir que lloraran, porque le querían mucho. Pero igual les explicábamos para que se calmaran.

Mi hermano les explicó y luego procedió a ayudarnos a relajar aún más a todos los que en ese momento rodeábamos al niño con música escogida para meditar de Schubert. De inmediato me ayudó con una oración muy sentida.

Al poco tiempo llegaron los familiares de Betty sus, padres, la tía Lutetela, como le decía JD, y Martica. Después de observarlo y orar, despidiendo este pequeño guerrero, me dijo:

- "Blanca en estos momentos hay muchos Guías Espirituales a su alrededor que le esperan. Son los que le acompañarán en su viaje. Es maravilloso ver la luz y la felicidad de los que le aguardan".

Aunque no entendía mucho de lo que hablaba, sentí más tranquilidad.

Me separé del niño para darme una ducha, no solo para descansar, sino comprendiendo que ya no tenía nada que hacer a su lado y porque sabía que me aguardaban momentos más difíciles, porque tenía que encontrarme con la actitud de muchos amigos, que no comprendiendo este momento, se sentirían muy dolidos por la partida de este "pequeño ruiseñor", que siempre nos había acompañado como si fuera un adulto.

Además quería evitar a toda costa el llanto a su alrededor que es tan común en estas situaciones y que a veces es inevitable, por el desconocimiento de la mecánica desencarnatoria del Ser Espiritual.

En casa reinaba el sosiego, la tranquilidad. Entre Martica y mi hermano Carlos ayudaban al espíritu en su proceso y seguían escuchándose los acordes de la música tranquilizadora de Schubert. Por tanto el ambiente no podía ser mejor. Ya que siempre le gustó la música, por lo tanto dedujimos que su espíritu se preparaba armoniosamente para la partida y no podía estar más complacido.

Estaba a punto de abrir la ducha, cuando me llamaron porque ya JD había dejado de respirar. Al salir para tomarle los signos vitales, efectivamente comprobé que acababa de exhalar el último hálito de vida.

Serían las 3.45 de la tarde. Curiosamente o coincidencialmente, si así podemos llamarlo, en estos momentos en la casa se oyen los acordes del "Ave María de Schubert". Y se hizo un silencio sepulcral, roto solamente por la música. Y en este silencio estuvimos varios minutos, de alguna manera sin proponernoslo, rindiéndole un merecido homenaje a nuestro "pequeño ruiseñor".

Teniendo en cuenta que en la sala abajo había un poco menos de veinte personas que habían querido estar allí y arriba con JD éramos unas 8 o 10 personas que entrábamos y salíamos de su cuarto. Sincronizadamente empezaron a desfilar alrededor de su cama no solo estas personitas sino las que respetuosamente habían permanecido cerca a él en todos los momentos y las que iban llegando, vecinos de la Unidad que querían despedir a este pequeño viajero que valientemente había enfrentado tan terrible enfermedad.

JUAN DIEGO, Luz y AmorWhere stories live. Discover now