Capítulo 18.

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Con el miedo recorriendo cada parte de su ser, se puso de pie para tratar de cerrar, lo más rápido posible, la ventana y las cortinas con tal de no ver a esa persona que lo atormentaba. Louis pensaba que todas esas veces que había visto a ese alguien era producto de su imaginación, un sueño tal vez más, ahora, se encontraba totalmente seguro de que estaba despierto y que aquel par de ojos azules que calaban con miedo hasta el fondo de su alma eran reales.

Corrió rápido hacia el vidrio, pero la mano de quien estaba fuera fue más ágil e imposibilitó que lograra su objetivo; En vez, logró tomarla con su mano y abrirla más para incorporarse haciendo que al cabo de unos segundos, después de que Louis retrocediera, lograra estar completamente dentro de aquella habitación.

Louis sentía su sangre helada, tal era el pánico que lo abarcaba que, no se movía del lugar donde estaba, era como si la presencia de aquel ser lo controlara. O tal vez era la luz de la luna entrando por la ventana.

Un grueso abrigo cubría el rostro y cuerpo de aquella otra persona, tal era la oscuridad en el cuarto que no se podía distinguir tan siquiera el color de piel de aquella intimidante visita. Lo único en lo que el castaño se podía enfocar era en aquel par de ojos azules, eléctricos, fríos, cargados de soledad, llenos de dolor. ¿Qué te causó tanta tristeza? ¿Por qué tu alma se siente tan vacía? Pensó Louis.

Al igual como había sucedido en otras veces, su mente se llenó de palabras que no eran suyas, pero siempre era con su propio tono de voz, haciendo que no pudiera identificar nada de aquella otra persona.

Louis. ¿Es que acaso no entiendes? Advertencia tras advertencia, dolor y heridas, miedo, terror. ¿Qué más tengo que hacerte para que desaparezcas y te alejes de una vez por todas? Ya la luna te demostró lo que es capaz de hacer por su cuenta. ¿Acaso quieres que aumente lo que ella y yo podemos hacer en conjunto? Porque creo que eso no te gustará. Claro que por mí no habría problema, sería un espectáculo bastante interesante de presenciar y de realizar. Pero no estoy aquí porque quiero verte sufrir, estoy aquí y siempre he estado aquí con tal de procurar que desaparezcas de este mundo que no te pertenece. Teme de las cosas que te pueden suceder, agradece que la luna ha tenido piedad contigo con tal de alejarte, pero yo me cansé de ser una persona piadosa. Te he visitado varias veces y sigues de obstinado. Te daré un último castigo, si no haces caso, será ella quien se encargue de hacerte palidecer, a fin de cuentas, es la especialidad de la luna. ¡Ah! Y no dejes que alfa descubra que conoces este secreto, enloquecerá. Así que ya sabes, Louis... Aléjate porque tarde o temprano alguno te hará tanto daño que desearás nunca haberte involucrado con nosotros, desearás nunca haber visto ese par de ojos verdes.

Louis no podía hablar, no podía reaccionar de otra manera más que llorando, sentía que estaban a punto de arrebatarle su vida y él sólo necesitaba a Harry.

Acercándose a él, aquella persona le mostró la palma de su mano. En la punta de cada dedo unas uñas en forma de garra tal como las que le salían a Harry e intentaba ocultar siempre clavándolas en sus manos. La única diferencia es que, esta vez, esas garras no rasgaron la piel de sus propias manos, sino que, una vez más, se dedicaron a ser pasadas por todo el pecho y cuello de aquel castaño.

Louis quería gritar de aquel intenso dolor, más sus cuerdas vocales no reaccionaban, veía cómo la sangre escurría por su cuerpo, pero, más que eso, notó algo en aquellos ojos fríos. Había lágrimas en ellos, había dolor, había ganas de no querer hacer esto. Y rompiendo estos pensamientos, vio cómo delante de él dejó de haber una persona y pasó a haber un lobo, quien, inmediatamente, mordió su pierna, dejando una herida abierta y la mordida de un animal perfectamente marcada.

Y sonando por última vez en su mente, escuchó estas palabras: "Si de verdad le aprecias, vete." Y quedó tan sumido en sus pensamientos después de eso, que no notó en qué momento quedó sólo en su cuarto.

Llorando en el suelo, y con su espalda pegada a su cama permaneció un gran rato hasta que se dirigió al baño para lavar la sangre de su cuerpo, pero cuando llegó frente al espejo, notó algo. Su cuerpo estaba teñido de rojo, pero sus heridas habían desaparecido.


Fin del Capítulo 18.


¡Hola!

Se me metió el agua y decidí subir capítulo hoy porque es cortito.

Tranquilidad, el sábado también tendrán dos capítulos.

Un abrazo,

-Mari.

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