Esperando frente a la entrada de aquel club, había un joven amenazado por los rayos de una brillante luna que en el cielo se encontraba. Podía escuchar como ésta le susurraba que, tarde o temprano, pagaría las consecuencias de sus acciones; aunque ella sufriera mientras lo hacía porque siempre había sido su pequeño cachorro obstinado, el que no siempre quería seguir las órdenes al pie de la letra y que, esta vez, no gozaría de la benevolencia que en alguna otra ocasión recibió.
Con ojos verdes brillantes miraba hacia arriba, rogándole que aquella tortuosa reprimenda él fuera el único que la sufriera, pero sabía que sus ruegos eran en vano, pues en su misma piel y alma sentía esa pesada condena.
Unos minutos más de conversaciones con aquella que, en cierta forma, era su madre y un joven atormentado apareció a su lado con ojos tan llenos de luz como el claro* en el bosque bajo la magia de su amado y odiado satélite.
Sintiendo ese miedo ajeno tan vivo en su ser como si suyo fuera, respiró hondo y tomó la mano de su acompañante rogando a sus hermanas las estrellas que intercedieran a su favor esa noche y, con cariño, escuchó su respuesta: Sólo deja que llegue la noche y todo lo que veas sea azul.
Y así entraron en aquel lugar donde la música vibraba y el azul reinaba siendo el protagonista de lo que les rodeaba, iluminando, perfectamente, aquel rostro que, últimamente, había sido el protagonista de todos sus sueños.
En medio de muchos otros cuerpos se encontraban bailando uno frente al otro, compartiendo el gélido aire que parecía vivir en sus miradas y aquella paz que cuando estaban juntos reinaba.
—Bailas mejor de lo que pensaba. —Le comentó mirándolo hacia arriba.
—Te llevo un par de años de fiestas universitarias, algo aprendes de ellas. Además de saber de cuáles mezclas de licores tienes que mantenerte alejado por siempre después de probarlos. —Contestó riendo y enseñándole una amplia y blanca sonrisa con hoyuelos a los lados.
—¿Cómo es el Harry ebrio? —Rio también sin parar de bailar.
—Ruidoso, muy ruidoso.
—Me habría atrevido a decir torpe o la clase de persona que le habla a todos. —Le guiñó un ojo riéndose de nuevo.
—Soy algo así como Miss Universo, trato de ganarme a todos y, por alguna razón, todos me aman.
—Engreído.
Le sacó la lengua en son de broma y le dijo: —Ven, vamos por algo de tomar.
—¿Me vas a enseñar cuáles licores sí puedo beber?
—Ni lo sueñes, puedes haber logrado que te colara en este lugar sin ninguna identificación siendo menor de edad, pero no te daré licor alguno.
—¡Harry!
—No.
—¿Por qué no? —Le gritó sobre la música dando una pisada fuerte con su pie derecho.
—Justamente por eso. —Respondió señalando su pie. — Aún eres un niño.
—No soy un niño.
—Lo eres. —Cuando el bartender se acercó a ellos, ignorando los berrinches de Louis, pidió lo que quería. —Un vodka y dos gaseosas de kola.
—Harry.
—Louis.
—¿Sabes que he tomado licor otras veces en mi vida no? Tú tuviste que ir a alguna fiesta en el colegio, no te hagas el santo.
—No lo hago, pero tú no beberás bajo mi responsabilidad.
—¿Y desde cuándo te crees mi niñera?
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Turning. (L.S) || En progreso ||
FanfictionControlado por una maldición centenaria, perdido ante el hechizo natural de aquellos ojos azules. Publicado: 27 de octubre