Capítulo 9.

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¿Por qué se había adentrado en el bosque? ¿Por qué había ido al bosque por la noche en primer lugar? No lo sabía, simplemente desconocía la razón. Su mente sólo le había dicho que se dirigiera a ahí y él obedeció. Es más, podría apostar a que no era cien por ciento consciente de lo que pasaba; en un momento estaba caminando por la calle regreso a su casa y cuando se dio cuenta estaba en medio bosque y a punto de ser devorado por un animal de espeso pelaje negro.

Todo eso era lo que se preguntaba en media madrugada sentado en su cama con sus piernas flexionadas contra su pecho. Llevaba alrededor de media hora despierto luego de levantarse producto de varias pesadillas, eran una tras otra. En algunas de ellas sentía cómo su cuerpo era desmembrado sanguinariamente cubriéndolo con un ardor insoportable, en otras, corría y corría evitando que aquella bestia de negro pelaje le alcanzase y otras veces, no había imágenes, sólo miedo... ¡No! No era miedo, era pánico, sí, pánico, el mismo que lo tenía ahora llorando sin explicación alguna. Temía estar en su cuarto, temía estar a oscuras, temía saber qué había fuera, temía existir.

Louis no sabía qué pasaba, pero no era algo bueno, el pánico no desvanecía, su llanto no cesaba y, para empeorar todo, sus heridas ardían. Ardían como brazas encendidas contra su piel, pasó su mano sobre ellas y el dolor se intensificó, un fuerte dolor se extendió hacia su columna y cabeza. ¿Qué le estaba pasando? Un pitido dentro de su cabeza empezó a sonar sin detenerse y Louis ya no soportaba más. Ya no lloraba, gritaba. ¡Que algo detuviese su dolor!

Lo decían los libros, lo decían las muertes, lo decía la magia, lo decía la tragedia... "Hominum debilis est, anima pauperi paulo resitente ad dolor. Maledictus es, ante magicae trabem peribit."

(Débil es el humano, pobre de su alma poco resistente al dolor. Maldito eres, ante la magia haz de perecer.)

Quería desaparecer, quería que todo ese dolor se esfumase. Sentía su cuerpo como si estuviese siendo apedreado, sentía su cuerpo en llamas, sentía su cara empapada.

La puerta de su habitación se abrió y los ojos de una preocupada madre se centraron en aquel que, sin importar cuántos años pasasen, siempre sería su pequeño niño adorado.

–Louis, mi amor, ¿qué te pasa? – Le dijo hincándose al costado de su cama.

–Mami, ayúdame. – Dijo completamente desesperado, podría tener diecisiete años, pero nunca sería lo suficientemente viejo para necesitar a su mamá, ella era su roca pasase lo que pasase.

Johannah colocó su mano contra la mejilla de su hijo y se preocupó aún más.

–Mi vida, estás hirviendo. ¿Te duele algo?

–No sé qué pasa. – Le respondió sin contestar su pregunta, no podía responderle que sus heridas le dolían, no podía mostrárselas y contarle cómo las obtuvo.

–Déjame ir a abajo por un poco de agua fría que ponerte.

–Mami, no me dejes, por favor. – Le dijo como niño asustado.

–Regreso en seguida, Boo. No tengas miedo.

Y cinco minutos después, su madre entró a su cuarto con un tazón con agua helada y un pequeño pañito para colocar contra su rostro. Mientras trataba de bajar su temperatura, sus delicadas manos colocaban el sudado cabello de su precioso y adolescente bebé detrás de sus orejas.

–¿Qué te asusta, bebé? ¿Qué sucedió hoy? ¿Te hizo Harry algo? – Dijo ella imaginándose lo peor, tratando de descubrir la fuente del pánico de su hijo.

–¡No! – Dijo débil, pero con la mayor fuerza que tuvo en ese momento. Harry no sería capaz de hacerle daño. ¡Lo había salvado de ser apuñalado o cosas peores! – No lo sé, ma. Sólo tengo miedo y me duele mucho la cabeza, pero tengo miedo, mucho miedo.

–Sssshhh, bebé. Estás bien, ¿sí? Estoy aquí, mírame, todo está bien. No temas, no te pasa nada.

–¿Y si me pasa algo?

–No te pasará nada, Boo. Yo te cuido, lo he hecho siempre y siempre lo haré, no importa cómo o desde dónde. Yo siempre te cuido, mi vida. – Le dijo dándole un beso largo y maternal en su mejilla.

Louis siempre se sentía seguro en los brazos de su madre, su mera presencia lo calmaba, ella era su todo. Así que sólo se abrazó más a ella y dejó que su madre lo cuidara.

–Duerme, Lou, yo te acompaño. Yo te cuido, mi pequeño. – Y después de eso, se durmió en los brazos que por él su vida daban desde el día en que nació.

Despertó al lado de ella, quien se había quedado toda la noche a su lado velando el sueño de su pequeño príncipe de ojos azules. De su madre que le cobijó y abrazó para protegerle del frío de la mañana y quien estuvo atenta a cada uno de sus movimientos en caso de que su pequeño necesitara consuelo, ella siempre protegería y ayudaría su Louis, su pequeño la necesitaba.

Louis sonrió y notó algo... Estaba en calma, ya no sentía miedo, su madre lo había salvado. Sonriendo se acostó sobre el pecho de su madre e, inmediatamente, sintió unas manos acariciar sus desordenados cabellos.

–Buenos días, principito.

–Buenos días, mamá.

–¿Te sientes mejor?

–Sí, ya no pasa nada.

–¿Qué te atormentaba, mi vida?

–No lo sé, ma, pero sólo sé que no quiero volver a sentir algo así.

–Tranquilo, no pienses en eso. ¿Quieres que bajemos a desayunar?

–¿Puede ser dentro de un rato?

–¿Y qué quieres hacer entonces?

–Habla conmigo.

Y con una sonrisa en su rostro, inició varias conversaciones con su hijo, lo que fuese para que estuviera bien.

Ese día no fue al colegio, faltó a clases y en la tarde tuvo a un molesto Niall haciéndole cosquillas tratando de animarlo por lo de su fallida cita, Niall siempre sería esa persona con la que podría desahogarse... Sólo que no le contaría sobre el secreto de Harry, eso no era un secreto que le correspondía a él contar.

El fin de semana pasó y sus heridas ya empezaban a sanar. Sus pensamientos a veces se llenaban de imágenes de esas bestias que erizaban su piel, pero ya no caía en el pánico de aquella noche. Días después, tanto las heridas y los pensamientos tenebrosos desaparecieron, así como su comunicación con Harry.

El castaño no se sentía con ganas de ver al rizado, no estaba molesto, pero tampoco le nacía hablarle. Así que le pedía a Morrison que le diera sus tareas para la casa, donde recibía ayuda de Niall cuando no entendía.

Por las noches dormía tranquilo, su mente calmada, alma relajada con unos hermosos ojos amarillos cuidándolo desde la ventana.


Fin del Capítulo 9.


¡Hola!

Sé que he estado ausente por mucho tiempo, casi un mes, pero no los he olvidado. Siempre he tenido presente que debía actualizar, sólo que con el teléfono malo me costaba un poco, pero el problema ya está resuelto.

Este capítulo es corto, pero, de último momento, decidí hacerlo como "de relleno" porque quería escribir un capítulo dedicado a Jay, la mamá de Louis y la verdad es que hasta a llorar me puse mientras lo escribía. Me puse a imaginarme la escena y el amor que ambos se tenían y me bajaban las lágrimas... Que Jay descanse en paz, siempre estaré agradecida por la hermosa manera en la que crió a Louis.

Ahora, un anuncio... Muy pronto nueva fic Larry (temática NO sobrenatural cargada de drama) y un OS Evak (del fandom de SKAM, si no saben quiénes son, búsquenlos en YouTube y vuélvanse gordxs shippers) así que espérenlo...

Un abrazo enorme y gracias por su infinita paciencia...

-Mari. x

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