Capítulo 1.

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Turning.

La historia relata cómo la naturaleza se encargó de controlar a su merced aquello que el hombre decidió crear. Sometería al engendro, al monstruo, al demonio... A la bestia.

Control y voluntad serían perdidos ante los blancos rayos del satélite, debilidad surgiría ante la preocupación y pasión haciendo que se conviertan en el mayor sinónimo de peligro, destrucción y... Miseria.

No existía escapatoria ante el hechizo humano que, en ocasiones, resultaba más poderoso que el de la mismísima magia negra. El encantamiento propio del hombre descontrolaría a la bestia convirtiéndose en la sentencia de muerte del primero.

Fuerza, poder, completa decisión eran propias de la existencia de aquel ser que lograba dominar todo lo que representaba. Éxito total sería la recompensa para quien lograra el dominio completo de su ser, pero... Hasta el más poderoso de los seres tiene sus debilidades o, en este caso, una única debilidad que ponía en riesgo lo único que le interesaba.

Días frescos, noches frías. Mañanas despejadas, noches con nubes luciendo como rocas en el cielo. Ojos apagados, ojos tan brillantes como luces. El humano y el monstruo. Control y sumisión. Libertad contra magia.

Durante años, han sido las sociedades quienes se han encargado de infundir el miedo ante esta clase de criaturas, aunque no todas ellas son sinónimo de completa destrucción. Algunas han triunfado sobre el hechizo, otros luchan contra él día con día, no todo es siempre oscuridad y ansia de sangre.

Bonitas apariencias se mostraban ante el público. A solas, el dolor, las garras y el descontrol podían adueñarse de él si no ponía la resistencia suficiente.

Rulos cafés y bonitos ojos verdes ante todos, piel cubierta de pelaje y ojos de un amarillo intenso y brillante en lo profundo de la soledad.

Maldito aquel que se acercara al secreto oculto, desafortunado quien quisiera combatir la maldición que no le corresponde. No se daría cuenta del riesgo que correría su vida, pero más maldito sería quien dejase entrar a alguien a esa vida de secretos porque el dolor por alejarlo e, incluso, al ver cómo su luz se apaga, será más devastador que el vacío que su soledad alberga.

En una vieja casa vivía junto con dos mujeres con ojos tan brillantes como los suyos, otras dos personas que entendían la lucha con la que todos los días se enfrentaba, dos mujeres que compartían su misma condición que, fuese buena o mala, no había forma de deshacerse de ella.

Las paredes de aquel hogar contaban las historias de descontrol y desesperación a las que a veces se veían sometidos, la madera era la víctima del arma letal en el que sus cuerpos se convertían, las cicatrices quedaban sobre ella, siendo un recuerdo constante de lo peligrosos que podían ser, pero, por otro lado, estaban esas líneas dibujadas en el pasillo. Las líneas que contaban los días desde que se habían mantenido en completo control, las líneas que mostraban esperanza. Lo malo era que la cantidad que marcaban las suyas no era tan amplias como las de ellas. Varias recaídas se podían descifrar de esa diferencia.

No se sabría decir si era obra del destino o simple casualidad, pero no todos los secretos permanecen ocultos para siempre. Hay momentos donde esa pequeña cueva donde se encuentran ocultos los secretos sufre una grieta que abre la posibilidad de que alguien se asome y descubra la verdad. Esta vez, habían sido un par de ojos azules, quien se podía decir, habían topado con esa mala suerte, un par de ojos azules que no conocían lo que se avecinaba, un par de ojos azules que prefirieron mantener el secreto para sí mismo.

Mientras, para ese otro chico pequeño, delgado y de brillantes ojos azules, completamente externo a aquella realidad,  el pizarrón estaba lleno de los usuales datos que causaban poco interés en él, su mirada, ese par de zafiros, divagaban hacia la ventana que dejaba ver el bosque que rodea la zona haciendo que su mente se transportara a aquel hecho tan particular que había presenciado.

Turning. (L.S) || En progreso ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora