—¿Qué?
—Soy un ángel.
Mis manos estaban temblorosas, mi respiración acelerada y realmente... no sabía que creer.
—Soy un ángel —repite en un susurro— bueno, uno caído.
Mi mirada volvió a toparse con la suya, no había ni un toque de burla en sus expresiones. Estaba serio, parecía sincero.
—No mientas —lo señalo— eres producto de mi imaginación y listo.
—No te estoy mintiendo, no digo más que la verdad.
—En serio, no busques engañarme porque no caeré —resoplo— no soy estúpida, sé que estos últimos días no han sido los mejores... te estoy imaginando, eso es todo.
—Por Dios, ¡deja de decir que soy producto de tu imaginación! —sus manos despeinan su cabello y su vista se clava en el piso— ¡necesito que me creas!
—¡No eres real, ya deja de tratar de hacerme creer que eres un ángel caído!
Dirigiéndole una última mi mirada al supuesto "ángel", salgo de mi departamento. Necesitaba escapar de toda esta locura.
Al subirme a mi auto y empezar a conducir por las solitarias calles, las lágrimas comenzaron a resbalar por mi rostro. ¿Por qué todo se iba a la mierda justo ahora? ¿Por qué cuando mi vida estaba muy bien?
Ahora tenía una muy mala fama, muchos de mis fans me odiaban, Marcus y su declaración, el payaso al cual me estoy imaginando...
Definitivamente era demasiado en muy poco tiempo y no sabía si podría con tanto.
Estacioné enfrente de la casa de Dylan. Necesitaba hablar con alguien, necesitaba un hombro en el cual llorar y por primera vez en mucho tiempo, hablar de como me sentía.
Toque el timbre y a los segundos, un Dylan sonriente me abrió la puerta.
—¡Rain, ¿por qué no me avisaste que vendrías? Hubiese pedido una pizza o al...
Mis brazos rodeando su cuello lo interrumpieron.
—Oye, calma —susurró— ¿tanto me extrañabas? Si nos vimos esta mañana.
—Necesitaba hablar con alguien.
—¿Qué pasa, linda? —se separó de mi— ven, entra.
La casa de Dylan era realmente acogedora. Siempre olía a vainilla y a chocolate, raro para ser la casa de un hombre.
Muchas veces le había cuestionado a mi mejor amigo si era gay, tenía comportamientos algo afeminados... pero él siempre afirmaba que lo suyo eran las chicas.
No lo cuestionaría.
—Dime, ¿qué tienes?
—Mi vida se está tornando en un desastre, Dyl.
—¿Por qué dices eso? Me estás confundiendo más de lo que estaba.
—Lo digo porque es la verdad.
—Mi reputación está por el piso y ahora... no puedo más —sollozo.
Los brazos de Dylan me rodearon enseguida. Realmente lo necesitaba.
Quería que alguien por primera vez me consolará, me dijera que todo estaría bien y que mi vida no era una mierda.
—Tranquila, puedes llorar todo lo que quieras.
—No me gusta llorar, es símbolo de debilidad.
—¡Claro que no!
—¡Claro que si!
—Rain, no está mal llorar... solo nos vuelve más humanos —resopla— cosa que no pensé que fueras, eres una perra la mayoría de las veces.
—Calla —reí y me separe de él— solo soy demasiado sincera.
—Y obstinada.
—Sí, también obstinada.
—Y creída, también algo...
—Okay, creo que ya entendí —seco una fugaz lágrima que escapo de mi ojo— me debo ver como la mismísima mierda.
—Mm no, sigues estando igual de guapa —sonríe—. Ahora... ¿me contarás qué pasó?
—Marcus se me declaró.
La cara de Dylan era un poema. Su relación con Marcus no era específicamente buena, se llevaban realmente mal y la verdad, nunca me habían querido decir el porque.
Dylan no aprobaba mis revolcones con Marcus, decía que solo era un idiota haciéndose pasar por buen amigo.
Yo opinaba que eran celos.
—¿En serio? ¿Ese maldito se te declaró?
—Si —solté un suspiro— y no terminó muy bien que digamos.
—Dime que lo rechazaste.
—Lo corrí de mi casa.
—Menos mal, ese imbécil es un...
—Ya, Dyl —reí— no pensaba ni pienso tener nada con él.
—Lo sé, eres lo suficientemente inteligente para no andar con un hijo de puta.
—Cambiemos de tema, en serio eso me sienta muy mal.
—Como quieras —sonrió— ¿quieres que pidamos una pizza?
—¿Para que preguntas si ya sabes la respuesta? —sonreí.
—Voy a buscar el teléfono.
Se levanta del sofá y se va en busca del teléfono.
Realmente, Dylan era la mejor persona de este mundo....
Eran pasadas las dos de la mañana cuando había llegado a mi casa. No tenía ánimos de revisar el departamento y ver si estaba el supuesto ángel caído.
Había sido un día raro y largo. Lo único que quería era dormir.
Y por eso, al llegar a casa lo único que hice fue darme un baño e irme directo a la cama.
Estaba tan cansada, necesitaba en serio unas vacaciones o algo que me sacara el estrés.
No pude dormir mucho a decir verdad. A las 2:50 a.m mis ojos estaban abiertos, y yo me encaminaba hacia la cocina por un vaso de agua.
Mi garganta se sentía seca y mis ojos aún pesados.
Abrí el refrigerador y serví un poco de agua en el vaso.
Un frío invadió mi cuerpo al llevar el vaso hacia mis labios. Claro, si tenía la nevera abierta... ¿qué más podía esperar?
Cerré el refrigerador y me dispuse a volver a mi habitación.
Pero bueno, al parecer mi día estaba condenado a ser una locura.
—En serio Rain, necesitamos hablar.
Demonios...Gracias por leer nuestra historia Y créditos a esta maravillosa amiga
Sofia castillo
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Dead Wings
FantasyElla era fuego, pecado y avaricia. El odio, resentimiento y dolor. Dos mundos distintos, una misma solución.