Seis horas.
Seis malditas horas sentada en la sala de espera, con la silla marcada en el trasero y un dolor de cabeza que me estaba matando, y aún sin saber nada del estado de mamá.
Danel trataba de calmarme... trataba de decirme que tal vez le estaban haciendo exámenes, asegurándose de su estado de salud. Pero yo no lo escuchaba, estaba perdida en mi mundo. Mi mamá estaba en emergencias por un accidente y nadie se dignaba a si quiera decirme nada.
La quinta vez que la enfermera pasó por mi lado, la volví a frenar. Necesitaba saber aunque sea algo.
—Señorita, ya le dije que no sé nada... lo lamento, pero no la puedo ayudar.
—Por favor —suplique en un hilo de voz— es mi madre la que se encuentra allá adentro.
—Desearía poder ayudarle, pero no puedo hacer nada —suspiro y acomodó en su pecho la hoja que traía.
—Gracias de igual forma —respondió Danel y la enfermera se marchó.
¡Es que no entiendo!
El accidente se había dado por unos adolescentes ebrios que venían de sentido contrario a mi madre. Su auto impactó contra el de ella y... al parecer es un milagro que hayan traído a mi mamá a tiempo al hospital. Eso era lo único que sabía y no me quitaba la preocupación.
—Lluvia, tú mamá va a estar bien.
—No digas eso —una lagrima volvió a caer por mi mejilla— no sabes si va a salir de esta o no.
—¿Y? ¿De que te sirve pensar negativamente?
—No de mucho —susurro.
—Entonces mantén tu mente positiva.
—Han pasado tantas cosas los últimos días que ya no puedo hacerlo —sollozo.
—Tranquila —me envuelve en un cálido abrazo.
—Ya no puedo más, no puedo pretender ser fuerte todo el tiempo... soy humana, me quiebro con facilidad.
—Rain, eres muy fuerte —suspira y se separa de mi— has aguantado demasiado.
—No lo he hecho, no sabes cuantas veces he querido salir corriendo, cuantas veces he querido gritar y sacar todo.
—Pues hazlo, no te puedes guardar todo.
—No es tan fácil, Danel, no lo es.
—Solo...
—Chicos, la cafetería está a reventar —Gina, mi representante, se sentó a mi lado— aún así les pude traer un café.
Nos entregó a ambos un vaso con café negro.
—¿Han sabido algo?
—Nada aún —le contestó Danel— las enfermeras no saben nada y el doctor no ha salido.
—Cinco horas y aún nada.
—Seis, en realidad.
—Peor aún —suspira y saca su teléfono celular— voy a llamar al set, necesitan estar al tanto. Ya vuelvo.
Gina se levanta y sale de la sala de espera.
—Oye, ¿no crees que sería bueno que llamaras a tu hermano?
Una risa irónica sale de mi garganta. Lo había intentado millones de veces y el imbécil de Gail no contestaba. Era increíble que ni se preocupara en saber porque lo llamaba con tanta insistencia, ¡hasta le había dejado un WhatsApp y me dejó en visto!
Ni se preocupaba por su propia madre... era increíble.
—Ya lo intenté.
—Ya veo, no te contestó —suspiro— vaya hijo que se gasta tu madre.
—Lo sé.
—No logro entender a tu hermano.
—Nadie, ni siquiera mamá —resoplo— es un desgraciado.
—Eso le queda corto.
—¡Es que hasta Dylan se preocupó cuando lo llamé!
Le había llamado hace rato, necesitaba que estuviera aquí conmigo pero lamentablemente no estaba en la cuidad.
—Gail ni quiera se molestó en responder mi mensaje —sollocé— es increíble que ni en estos momentos tenga su apoyo.
—Ya —me volvió a abrazar— tienes a Gina, a Dylan que aunque está a distancia no deja de mandarte mensajes... me tienes a mí.
Preferí quedarme en silencio y seguir abrazada a Danel. Necesitaba que mamá saliera de esto.
La necesitaba a ella....
—¿Familiares de Jessica Mendes?
Dos horas después, el doctor había salido.
_¡Nosotros! —respondió Gina— ella es su hija.
—Bueno —suspiró— la señora Mendes recibió un fuerte golpe en la cabeza, tuvo suerte de que no le causara la muerte, pero...
—¿Pero? —pregunto.
—Su madre ha entrado en coma.
¿Qué?
—N-no, usted me está mintiendo —mi vista se nubló en seguida— ¡mi mamá no está en coma!
—Lluvia, por favor...
—¡No, Danel! —sollozo— ¡es mentira!
—Cariño, necesitas calmarte...
—¡No me digan que me calme cuando me están mintiendo!
—Lo siento, hicimos todo lo que está en nuestras manos, pero ahora es decisión de ella despertar o no. Ella tiene que luchar.
Mis piernas habían empezado a ser demasiado pesadas, todo mi cuerpo lo era. El dolor se había apoderado de mi impidiéndome pensar con claridad. Sabía que estaba haciendo una escena al dejarme caer al piso y a negarme a que me ayudaran a levantar, pero no quería...
Quería llorar, maldecir, gritar y patalear.
Quería abrir los ojos y que allí estuviera mi madre diciéndome que había sido una pesadilla, que estábamos bien... que ella lo estaba.
Quería volver a ser una niña pequeña que correteaba con su hermano y sus padres.
No quería ser lo que soy ahora.
...
Al día siguiente todo parecía aún más irreal. No me había movido de la sala de espera, ni siquiera para desayunar.
Gina se había ido hace como una hora a bañarse, cambiarse y resolver algunos asuntos. Le había agradecido haber pasado la noche aquí conmigo como un millón de veces.
Danel ahora estaba en la cafetería comprando algo para beber y para comer, pero dudaba en serio que por mi garganta pudiera pasar algo.
No tenía hambre, ni sed, ni ganas de nada...
Estaba furiosa, triste e impotente.
Tenía una mezcla de emociones que no hacían más que aumentar las ganas de llorar y salir corriendo.
Y que Gail no se haya ni asomado me ponía aún peor. Mi hermano no servía para nada, no tenía corazón, no pensaba en más que en él y sus andanzas. No quiero ni imaginar que pasaría si mamá se enterase de que su hijo perfecto ni se había inmutado en venir.
—Ten, te compre un sándwich y un café.
—No tengo hambre, Danel.
—Tienes que comer —suspiró— tienes que reponer fuerzas.
—No quiero.
—Rain, aunque sea un poco.
Mi vista voló al sándwich y al café que tenía Danel en sus manos... sabía que él tenía razón. Debía reponer fuerzas.
—Está bien, comeré un poco.
Mi respuesta pareció complacerlo. Me pasó la comida con una leve sonrisa.
—Wow, tenías hambre.
Murmuró al ver que daba grandes mordidas.
—No lo sabía hasta que probé esto.
—¿Ya puedes pasar a ver a tu madre?
—Sí —suspire y tome un sorbo del café— pero no me he atrevido.
—Deberías ir a verla.
—No me conmueve la idea de verla en una cama, conectada e inmóvil.
—Tal vez si le hables...
—No me va a escuchar, Danel —le di otra mordida al sándwich— no creas todo lo que ves en las películas.
—Solo digo que lo intentes.
—Lo pensaré.
Le dedique una pequeña sonrisa y seguí comiendo....
Por la tarde había regresado a mi departamento a bañarme, cambiarme y buscar algunas cosas.
Y en el camino al hospital pensé en lo que había dicho Danel. ¿Mi madre me escucharía? No, era ridículo.
Pero aún así no perdía nada intentándolo.
Por eso al llegar al hospital pedí verla.
La enfermera me condujo hacia el lugar donde tenían a mi madre y me sonrió comprensivamente.
—Es aquí —abrió la puerta con cuidado.
Me quede algunos segundos pensando. ¿Entraba o no? ¿Estaba preparada para verla?
—Vamos, la hará bien que este un rato con ella.
Entre y una lagrima resbaló por mi rostro.
Ahí estaba mamá, con moretones en sus brazos y su cabeza vendada. Estaba conectada y varios aparatos raros descansaban a su alrededor.
La imagen era tétrica.
—Mamá —sollocé.
No soportaba verla así.
—Sabes que nunca he sido la mejor con las palabras, eso siempre ha sido lo tuyo —una sonrisa triste apareció en mi rostro— pero haré mi mejor esfuerzo. No hemos sido la mejor familia estos últimos años, ¿cierto? Nos hemos lastimado los unos a los otros, pero no puedo hacerte entender. No puedo hacer a nadie entender lo que pasa dentro de mi cuando ni siquiera yo lo hago. ¿Qué ha pasado con nosotros? ¿Por qué siempre le crees a Gail y no a mi? Mamá, duele... duele que siempre estés de su lado y no del mío. Necesitamos hablar de esto y trabajar en recuperar lo que teníamos antes. Te prometo que —suspiro— te prometo que cuando despiertes, porque lo tienes que hacer, vamos a hablar de esto y vamos a solucionarlo todo. Tienes que luchar y ser fuerte, tienes que vencer esto... me he cansado de pretender aguantar esto, mamá. Ayúdame, ayúdame a recuperarme a mi misma porque ya no sé quién soy —un sollozo escapó de mi garganta—. Lucha, mami, lucha. Eres más fuerte que yo y sé que puedes con esto. Te amo.
Deje un beso en su mano y salí de la habitación. Realmente no sabía si había sido coherente lo que había dicho, o si había llegado o no... pero vaya que me había aliviado decirlo.
Al llegar a la sala de espera, Danel me sonrió.
—¿Hablaste con ella?
—Sí... no fue fácil.
—Pero lo hiciste.
—El accidente funcionó —susurró.
—¿Qué?
—Te dio un empujón, Rain.
¿Será que...? No, era imposible.
Él no lo haría. ¿O si?
—Danel, dime que no tienes nada que ver con el accidente.
—Necesitabas ayuda...
—¡Dime que no lo hiciste!
Su silencio respondió a mi duda.
Él tenía que ver con el accidente.
—No puedo creerlo.
—Lluvia, lo siento ¿si? —suspiró pesadamente— yo solo...
—¡¿tú solo qué?! ¿Tú solo causaste que mi madre entrará en coma para darme un empujón?
—No es así.
—No, Danel, si lo es.
—Si no lo hacía jamás harías nada.
—¡Claro que sí, estaba dispuesta a hacerlo!
—Sabes que tomaría demasiado tiempo.
—¡Sí, pero ahora la vida de mi mamá está en peligro!
—Por favor, cálmate y hablemos esto en voz baja —miradas curiosas eran dirigidas hacia nosotros, pero poco me importaba.
—Danel, vete.-lo dije con todo el odio el mundo-Rain...
—No, Rain nada, vete de aquí.
—No me iré.
—Si te irás —señale la puerta— vete o llamo a seguridad.
—¡No me puedo ir!
—¡Vete! ¡No te quiero aquí, no te quiero ver!
—Por favor, Rain, escúchame.
—¡No, no te quiero escuchar! ¡Ni hoy ni nunca! —le volví a señalar la puerta— ¡vete, Danel! ¡Consíguete a otra que te ayude!
—¿No entiendes que si no me ayudas vas a morir?
—¡No me importa!
—Lo siento, lluvia.
Me dirige una última mirada y sale.
¿Iba a morir?
Seguramente, pero por ahora poco me importaba.Créditos:Sofia Castillo
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Dead Wings
FantasyElla era fuego, pecado y avaricia. El odio, resentimiento y dolor. Dos mundos distintos, una misma solución.