—Y recuerda aplicarte la crema para los moretones, cielo.
—No se preocupe, me encargaré de que lo haga.
La enfermera suspira y sonríe. ¿Qué nunca se cansaba de hacerlo? La pobre debe tener la cara adormilada.
—Cuídense.
Le sonreí a la mujer y camine hasta la salida del hospital junto con Danel.
Estuve dos largos y tediosos días en aquella habitación, comiendo del puré y la sopa sin sal que una enfermera traía, adolorida por la golpiza que aquellos imbéciles me habían dado y preocupada por mamá.
Por lo que me había dicho Dylan, quien había venido a verme, ella sigue igual... no hay ningún progreso o algún indicio.
Ella no está luchando y eso me preocupaba muchísimo.
¿Qué iba a hacer si ella me dejaba?
Sé que no estará para siempre, pero aún no estoy lista para dejarla ir. Hay tantos secretos y pequeños detalles que decirle. Tantas cosas por hacer... tantos momentos que recuperar.
Ella aún no puede dejarme.
—Hey, ¿estás bien?
—Eh... sí.
—Vamos, Rain —paramos de caminar— no me mientas.
—No te estoy mintiendo.
—Si lo estás haciendo —ríe— cuando mientes tu nariz se pone roja.
Por instinto, lleve una mano a mi nariz causando que Danel riera aún más.
—¿Ves? Si estás mintiendo, caíste en la trampa.
Mierda.
El calor no tardó en subir a mis mejillas por la vergüenza. Maldito ángel caído.
—Idiota —blanqueo los ojos.
—Ya en serio, ¿qué tienes?
—Estoy preocupada.
—¿Por tu mamá?
—No Danel, por el payaso de circo que compre —ironizo.
—¿Compraste un payaso de circo? —dice incrédulo— ¡genial, Rain! ¡Amo a esos payasos!
—¿Sabes? A veces me dan ganas de estrellarte un ladrillo en la cabeza.
—¿Se te quitan? —sonríe.
—No, yo que tú me alejaría cuando pasemos por una construcción.
—Oh, créeme, lo haré.
Al salir del hospital, los flashes nos cegaron. Habían paparazzis rodeándonos y haciendo preguntas. Realmente, molestos.
—Por favor, déjenos pasar.
—¿Eres tú la nueva conquista de la diva?
—Señorita, no responderemos preguntas en este momento —respondí.
—Oye Rain, ¿estás consciente de que mientras tú te divertías tu madre seguía...?
—¡Basta! —gritó uno de los guardias del hospital— ¡la señorita Mendes acaba de ser dada de alta, por si no lo saben, necesita descanso! ¡Déjenla pasar!
El guardia nos acompaño hasta un auto, un auto del cual Danel tenía llave.
¿Qué demonios?
¿De dónde sacaba tanto dinero?
—¿Subirás o no? —enarcó una ceja— sube.
—Espero que abras la puerta —bromeo.
Para mi sorpresa, él rodea el auto y abre mi puerta. Hace un gesto para que suba mientras yo solo lo miro con un gesto de confusión.
—No querrás que también te suba, ¿no?
Ambos subimos al auto, yo en silencio y él tarareando alguna vieja canción que pasan en la radio.
La escena de días anteriores se reproduce como un viejo cassette en mi mente. Marcus... demonios, jamás pensé que la frase "del amor al odio hay un solo paso" fuera tan cierta. Ese chico lindo y tranquilo que había conocido ya no estaba, en su lugar había un monstruo que solo quería cobrar venganza y eso me aterraba.
Todos los que me rodean estaban en peligros por mi culpa. Porque soy un maldito problema. Ayer le había pedido a Gina que aumentará la seguridad de mi madre y la mía, era lo mejor que podía hacer.
Nadie me iba a creer si decía que Marcus me amenazó y fue el tipo quien mandó a que me golpearan.
Su reputación estaba tan limpia... aunque, a diferencia de la mía, hasta la de Miley Cyrus es buena.
—¿Por qué tan callada, lluvia? —le baja el volumen a la radio— ¿te sientes bien?
—Si, solo no tengo nada que decir.
—Tú siempre tienes algo que decir o algo de lo cual quejarte.
—¡Claro que no! —río.
—Acéptalo, siempre tienes una queja... en especial si es sobre mi.
—En mi defensa, de ti me quejo para molestar —sonrío.
—¿Ves? Eres mala, lluvia —hace un suspiro exagerado—. Solo me quieres molestar para divertirte.
—Es que es muy gracioso.
—Vale, ¿qué tal si te hago molestar quejándome de ti?
—¡Ni se te ocurra!
—Solo para ver si es divertido —sonríe.
—Que yo lo haga es divertido, pero si otra persona lo hace no.
—Eso es injusto —dice aguantando una carcajada.
—La vida lo es, Daniel.
—¿Algún día me dejaras de decir Daniel?
—¿Algún día me dejaras de decir Lluvia?
—No.
—Ahí está tu respuesta —ríe.
Los siguientes cinco minutos fueron silenciosos hasta que el estómago de Danel empezó a rugir.
—¿Tienes hambre?
—Eso no se pregunta —respondo— por aquí cerca hay un buen lugar de pizzas.
—Vamos entonces.
—¡Sí! —alzo las manos— no sabes cuánto extrañé la comida con sabor.
—Oye, ese pure no era tan malo.
—No tenía ni sal —suspiro.
—¿Ves? Siempre te quejas.
—Oh, calla.
Estacionamos afuera del local de pizza.
Este era uno de mis favoritos en la ciudad, siempre estaba tranquilo y el ambiente era realmente agradable. Jamás había tenido algún encuentro con paparazzis en este lugar, generalmente venía sola o con Dylan.
Al entrar el olor a pizza inunda mis fosas nasales haciendo que sonría. Ese olor era la definición de amor, felicidad y perfección.
Ambos tomamos asiento en una de las últimas mesas.
—Es lindo.
—Lo sé, lo encontré una tarde después de salir del set —digo mientras llamo al mesonero con una mano— en ese momento estaba grabando una de mis primeras películas.
—Pues, veamos si las pizzas son buenas.
—Son las mejores —le aseguro y vuelvo mi vista hacia él cuando el mesonero me nota y camina hacia nuestra mesa.
—Eso lo veremos.
—Hola, mi nombre es Erik y les tomare su pedido.
Erik nos sonríe a ambos y nos extiende el menú.
—No —niego con la cabeza— ya sé que ordenaremos.
—Oh no, yo quiero ver el menú.
—Ordenaremos la especial, Erik —le digo ignorando a Danel.
—Oye, pero...
—Muy bien, entonces una especial —anota en su libreta— ¿que querrán de tomar?
—Yo quiero un...
—Limonada para ambos.
—Vale, enseguida vuelvo.
El ángel caído me fulmina con la mirada cuando el chico se retira.
—Yo quería ver el menú.
—No seas nena —blanqueo los ojos— te va a gustar, ya verás.
—Si no me gusta me vas a tener que comprar un helado.
—Si no te gusta estás mal de la cabeza y listo.
—Que ruda.
—Ruda no, solo... bastante sincera —sonrío....
—¿Y? —pregunté— ¿qué opinas?
Danel pareció pensárselo un rato antes de volver a llevar el trozo de pizza a su boca.
—Opino que está tan mala que me la voy a tener que comer toda. Digo, para que tú no tengas que sufrir comiendo esto.
Negué con la cabeza y tome otro trozo.
—Te dije que te iba a gustar.
—Odio admitirlo, pero tenías razón.
—Siempre la tengo.
—Vaya... ¿sabes? Creo que te regalare un paracaídas.
—¿Un paracaídas? —río.
—Sí, así te lanzas a buscar a tu ego que se fue volando.
Solté una gran carcajada llamando algo la atención. Oh vamos, ¿qué la gente nunca había visto a una chica reírse como foca embarazada?
—Eso lo sacaste de algún meme.
—Pfff, ¿qué? No.
—Oye... ¿puedo hacerte una pregunta?
—Ya esa es una —sonríe y lleva a su boca el trozo de pizza.
—Bueno, otra.
—Sip.
—¿Qué está pasando en el cielo?
La sonrisa se desvanece de su rostro y su gesto se vuelve serio.
—Es bastante complicado —resopla.
—¿Es muy malo?
—Yo diría que si.
—¿Entonces? ¿Qué pasa allá arriba?
—Los ángeles, eso pasa, una parte de e...
Danel es interrumpido por dos chicas. Una rubia y una morena.
Dos fans.
—Oh Dios —susurra la rubia.
—Es tan linda.
Blanqueo los ojos.
—Parece un ángel.
Ese comentario le causa risa a Danel.
Maldito.
—¿Se les ofrece algo? —enarco una ceja.
—¿Podemos t-tomarnos una f-foto contigo?
—Lo siento, per...
—¡Mi novia estaría encantada! —me interrumpe.
Las dos chicas saltan y chillan. Que irritantes.
—Joder, no me interrumpas —susurro— no quiero hacerlo.
—¿Quires morir?
—Pues...
—No, entonces hazlo.
Suspiro y me levanto de la silla.
—Eh... ¿puedes tomar la foto?
La rubia le extiende el teléfono a Danel, quien asiente sonriente.
Aquí vamos....
—No lo puedo creer —dije emocionada.
—¿Como se sintió?
—¡Fue maravilloso! —sonreí— ¡esas chicas fueron un amor!
—¿Ves? No es tan malo, después de todo... gracias a tus fans estás donde estás.
—Lo sé, no sabes lo mal que me siento ahora mismo.
—Oye, solo necesitabas un empujón.
—Y te agradezco por dármelo —niego— fui tan mala con tantos chicos y chicas... soy una horrible persona.
Danel para de caminar y se detiene enfrente de mi.
—Lluvia, ¿qué es para ti una persona hermosa? No te vayas por el lado físico.
—Pues... una persona que tiene un buen corazón.
—Exacto, si tú tienes un buen corazón no hay manera de que puedas ser una persona horrible —sonríe.
Y en ese momento... su sonrisa no me parecía odiosa, ni egocéntrica. Me pareció la sonrisa más sincera y hermosa que había visto.
En ese momento no existían problemas, tampoco preocupaciones... solo existíamos él y yo.
Él.
Su sonrisa.
Su olor.
Sus ojos.
Su existencia.
Él y yo.
—Danel...
—Rain...
Mis ojos recorren su rostro.
Viajan desde sus ojos hasta su boca.
Viajan desde un terreno seguro a uno peligroso. Pero, en ese momento, el pecado se me hacía muy atractivo.
Nuestros rostros estaban cerca, tal vez no tanto como ambos queríamos en ese momento.
—¿Es normal que...? —lamió sus tentativos labios— ¿es normal que solo quería sentir tus labios?
—No lo sé, pero si no es normal... ambos nos estamos volviendo locos.
Y justo cuando nuestras narices se rozaban y nuestros labios estaban a punto de explorase... mi teléfono sonó.
Danel se separó carraspeando su garganta.
—Eh...
—Yo... eh...
—Contestaras.
—Si, eso.
Era Gina.
—¿Hola?
—Rain, tienes que venir al hospital ahora mismo...
Y lo siguiente que dijo Gina, me devolvió a la triste realidad.
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Dead Wings
פנטזיהElla era fuego, pecado y avaricia. El odio, resentimiento y dolor. Dos mundos distintos, una misma solución.