El porque tengo que ayudarte

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—Por favor —suplica— escúchame.
Mi mirada encontró bastante interesante el vaso de agua... ¿lo dejaba hablar? ¿Era o no producto de mi imaginación?
—Rain...
—Está bien —suspiro— dime de una jodida vez que quieres.
Él hace una seña de que nos sentemos en los taburetes de la cocina. Me cruzo de brazos dándole a entender que no quería sentarme, solo quería que hablara e irme a dormir.
A diferencia de mi, él si toma asiento y mantiene sus ojos fijos en mi.
—Soy un ángel caído.
Blanqueo los ojos.
—Ya me lo dijiste.
—Me creas o no, lo soy —dice ignorando mi comentario— y necesito tu ayuda.
—¿Mi ayuda? —enarco una ceja— ¿por qué te ayudaría?
—Porque nos beneficia a los dos.
—No necesito nada.
—Por favor —ríe— ambos sabemos que eres una perra... tu reputación está por los suelos, tus fans te odian... ni hablar de tu familia, tu pobre mamita no tarda en decepcionarse de ti.
El vaso que aún tenía entre mis manos, resbaló de ellas haciéndose añicos. Había dicho la verdad y nada más, aunque odiaba admitirlo, el tenía razón.
Rápidamente, recogí los pedazos de vidrios esparcidos en el piso y volví mi mirada al supuesto ángel.
—Rain, necesitas que tu reputación este limpia —resopla— y yo necesito que vuelvan a creer en mi, necesito volver al cielo.
—¿Vuelvan a creer en ti? ¿Qué hiciste?
—Digamos que no hice cosas muy buenas.
—¿Qué pasa ayudo? —pregunto.
—Tú mueres, yo voy al infierno.
—¿Qué?
—Como oíste.
Mierda, estaba contra la espada y la pared. Si lo que decía era cierto y el no era producto de mi imaginación, lo tendría que ayudar.
—¿Por qué moriría? —pregunto espantada.
—Porque sí.
—Oh gracias, en serio —blanqueo los ojos— disipaste mi duda.
—Rain, lo importante ahora es que accedas —resopló— te prometo que te contaré todo, pero solo necesito que me digas que sí.
El problema es que yo aún no le creía, era imposible... no... no podía ser.
—Demuéstrame que eres real.
—¿Qué?
—De alguna forma, quiero comprobar que no eres producto de mi imaginación.
Él supuesto ángel caído lleva sus manos a su cabeza y suspira.
—¿Sigues pensando que me imaginas?
—No me has dado pruebas de lo contrario.
—Está bien, te lo demostraré —señala la puerta— las demás personas también me pueden ver.
—Entonces vamos, la vecina de al lado se queda hasta tarde viendo sus novelas.
...
Efectivamente, era real.
La señora Price, mi vecina, vaya que lo había visto... fue perturbador ver como le coqueteaba al rubio.
—¿Ahora me crees?
—Me lo demostraste —me encojo de hombros—. ¿Cómo te llamas?
—Danel.
Lindo...
—Entonces, Danel —digo remarcando su nombre— ¿De que forma tengo que ayudarte?
—No te pediré que te acuestes conmigo, si eso es lo que insinúas.
Una sonrisa surge en su rostro.
Demonios, y vaya sonrisa.
—¿Disculpa?
—Disculpada, linda —me guiña un ojo.
—Responde mi pregunta.
Danel parece pensárselo un poco antes de hablar. ¿Tan complicado era?
—Tengo que conseguir que cambies.
Y ahí estaba de nuevo esa palabra. Cambiar...
—Suerte con eso, no quiero hacerlo.
—Pero lo necesitas —afirma— necesitas dejar de lado la mala reputación.
—¡No quiero cambiar!
—Tendrás que hacerlo. A menos que prefieras morir.
No, definitivamente no quería eso.
Me dispuse a buscarle una manta y una almohada. Ni loca le dejaba dormir conmigo.
—¿Qué haces?
Preguntó al ver que acomodaba el sofá para que el durmiera allí.
—¿No duermes?
—¡Claro que sí!
—Bien, dormirás en el sofá.
—¿En el sofá? ¡Pero se ve incomodo! —se queja.
—Ni pienses que entraras a mi habitación, o que dormirás en mi cama.
—Está bien —acepta y mira con repulsión el sofá— pero si luego me duele la espalda... aguantaras mis quejas.
—Ya te tengo que aguantar a ti.
—Ja Ja Ja, que graciosa que eres.
Blanqueo los ojos y apago la luz de la sala.
—Buenas noches, Danel.
Y sin esperar su respuesta, me encierro en mi habitación.
Vaya día.
...
A la mañana siguiente, desearía decir que el sonido de pájaros cantando en mi ventana me despertó... pero seamos realistas, la llamada de mi representante diciéndome que tenía que estar en el estudio en una hora, lo hizo.
Sonreí al no ver a Danel en mi habitación, tampoco estaba en la sala. Ni el ni la sabana que le había dado la noche anterior.
Había sido solo un sueño.
—Buenos días, ángel.
Olvídenlo, había sido real.
—Mierda, yo que tenía la esperanza de que no fueras real.
—Lo soy, ángel.
Blanqueo los ojos y me sirvo café.
—No me llames así, no eres Patch Cipriano.
—Bueno, pero parecido —sonríe— yo también soy un ángel caído. También tengo su encanto.
—No te compares con Patch, nadie es como el, además,¿como sabes de el?—se encoge de hombros,dirijo la taza humeante a mis labios sin darle importancia al tema y lo señalo— alístate, irás conmigo al set.
...
Al llegar al set, las miradas no se posaron en mi como de costumbre, todos los ojos estaban sobre el ángel caído.
Chicos, chicas, ¡todos lo miraban!
Claramente, Danel no pasó en alto como algunas chicas lo miraban de forma coqueta.
Claro, yo les devuelvo el guiño a los chicos o algo y soy una puta, pero llega un niño bonito, lo hace y le bajan el cielo.
Maldita sociedad.
—¡Rain! —la voz de Dylan hace que voltee— tu asistente renunci... ¿quién es este tipo?
¿Qué le decía? Oh, nadie. Solo es un ángel caído que apareció en mi casa y pidió mi ayuda.
Me enviaría directo al manicomio.
—Ah... él es...
—Danel —me interrumpe el ángel y estrecha la mano de Dylan— su novio.
¿Qué demonios?
—¿Su novio? —la mirada del castaño se posó en mi— tienes mucho que contarme.
Definitivamente, este chico traería serios problemas a mi vida.

Gracias por leer❤️
Créditos:Sofia castillo

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