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Pasaron algunos meses en los que Arlo fue creciendo casi por minutos. Stiles recibía todas las semanas llamadas de sus padres, pero como no sabía qué decirles, directamente no contestaba. Sabía que estaban preocupados, pero no quería contarles sobre Arlo, ni sobre Derek, porque aunque ellos sabían su condición, habían prometido no decirlo nunca, pero el hecho de que su pareja también lo fuera... quizás no fueran comprensivos.

Ya no iba a la universidad, se dedicaba enteramente a Arlo, dando como resultado un mal humor crónico por no salir de casa y no socializar con gente, y lo pagaba con Derek, como de costumbre. El moreno aguantaba el chaparrón como siempre, esperando que menguara la tormenta y pudiera disfrutar de su novio con tranquilidad.


Normalmente la furia menguaba cuando acostaban a Arlo, y entonces el castaño se abrazaba a él y le pedía perdón durante un buen rato, en el que Derek sólo le acariciaba la espalda y le aseguraba que estaban bien.

Derek sabía en parte a qué se debían aquellos cambios de humor. La última vez que pasó eso era porque estaba embarazado, pero esa vez sabía que era por los nervios del acontecimiento que lentamente se acercaba. Sabía que pronto conocería a su padre el lobo, por lo que estaba de los nervios.


—Lo siento —murmuró enterrando la cara en el hombro de Derek.

—Deja de decirlo, por favor —le pidió el moreno con media sonrisa—, lo entiendo.

—No deberías, soy un bipolar de mierda y siempre lo pago contigo.

—Que sigas conmigo y no hagas como antes me supone un alivio. Al menos no huyes como antes. —Stiles sonrió tristemente y lo apretó más fuerte.

—Soy un novio horrible, siempre te lo hago pasar mal.

—Te quiero así, y acepté tu lado de psicópata cuando empecé a salir contigo.

—Te mereces algo mejor que yo...

—Eh, escucha, eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto con Arlo, y Arlo está aquí porque lo concebí contigo, así que te debo muchísimo. No me importa tu mal humor porque te quiero con locura, pese que tenga que aguantar estas cosas de ti. Lo hago encantado, de veras.

—¿Ves? Eres demasiado bueno. ¿Cuántas veces te he hablado o tratado mal y tú siempre has sido comprensivo? No sé qué he hecho para tener la suerte de estar contigo, pero de verdad que no te merezco.

—Te mereces tantas cosas que no te puedo dar que me muero de impotencia al no poder dártelas. —Stiles rio acariciándole la nuca y lo besó en la mejilla con ternura.

—No quiero más si te tengo a ti.

—¿Me prometes no agobiarte por tonterías y pagarlo conmigo? —El castaño soltó una risita y asintió.

—¿Sabes lo que pasa? Que me siento solo. Antes iba a la uni y te veía a ti en mi tiempo libre, ahora... sólo me dedico a cuidar de Arlo y os veo a ti y a él, y es genial no me mal interpretes, pero no salgo para nada.

—No sales porque no quieres, ¿no? Deaton puede venir a cuidar a Arlo, lo que pasa es que nunca me lo has dicho.

—Lo sé, pero siento que cuidar a mi hijo es cosa mía.

—Parecemos un matrimonio a la antigua, el hombre trabaja, y el hombre que pare se queda en casa con los niños.

—Exacto —rio Stiles entre dientes.

—No tienes por qué —murmuró dándole un beso en el pelo—. Para empezar, tendrías que hablar con tus padres sobre Arlo. Creo que no sales porque temes que te vean y exijan explicaciones de por qué ya no vas a verlos.

Wolf out [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora