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Stiles estaba encogido en la cama del hospital. La versión que le había dicho el médico a sus padres era la de un cólico, pero le estaban haciendo pruebas para saber si era el feto el que le estaba provocando tanto daño. No dejaba que sus padres entraran en la habitación, porque era algo difícil de explicar todo lo que le pasaba.

Una enfermera le informó que la llamada que esperaba había sido recibida, y que Derek venía hacia el hospital. Suspiró con algo de alivio y frunció los dedos sobre la bata verde horrible que llevaba. No quería preocuparlo así, pero merecía saberlo. Y necesitaba verlo.

Cuando salieron los resultados, no eran concluyentes. No había ningún problema con el feto, y Stiles estaba perfectamente, pero el dolor era punzante. Soltó un grito ahogado y apretó los dientes, furioso porque no se iba aquel dolor.

Oyó unos golpes en la puerta, y estaba a punto de echar a quien fuera a berridos, porque Derek no tenía velocidad supersónica para llegar tan rápido, pero el que entró fue su amigo, el veterinario que fue a buscarlo a la universidad. No recordaba su nombre.


—Derek me ha llamado —dijo nada más cerrar la puerta. Stiles observó cómo se acercaba y se sentaba en la silla junto a su cama—. ¿Cómo te encuentras?

—Como una mierda, no sé qué me pasa, y los médicos tampoco.

—Y no lo verán con análisis, pero ponte a pensar, ¿desde cuándo no ves a Derek?

—¿Es por lo de que somos mates? Porque la última vez me sentía como una mierda pero nada de dolor físico.

—Sí, pero ahora hay algo más entre vosotros. Ya sabéis todo el uno del otro, y estás embarazado, por lo que es una unión más fuerte, y a la vez más dependiente. Os sentís peor al estar lejos el uno del otro, y tú eres el que se lleva la peor parte porque eres el que porta la descendencia.

—Nunca miraré a otro lado cuando haya una embarazada en el autobús: le cederé el asiento sin dudar. —Deaton rio entre dientes y suspiró, observando los gestos del castaño.

—Derek acaba de coger el avión, así que en unas horas estará aquí, y entonces se te pasará el dolor. Sé que es difícil de entender, pero los lobos son así con sus parejas. Él es dependiente de ti de una manera enfermiza porque te quiere proteger incluso por encima de su propio bienestar, y creo que eso ya lo sabes. —Stiles asintió entre lágrimas, recordando cuando Derek se envenenaba voluntariamente para no asustarlo. Y miles de otras cosas que hizo por él sin darse cuenta.

—Lo sé perfectamente. He logrado entender a los lobos porque mi novio es el lobo más lobo que hay, parece ser.

—Ahora hay parte de lobo en ti, así que estás sintiendo el dolor que él siente cuando está lejos de ti.

—¿Esto... esto es lo que siente Derek cuando no está conmigo?

—Tú sólo tienes al feto como parte loba, así que imagina si fueras lobo entero.


Soltó un gemido incrédulo y hundió su cara en la almohada, sollozando embargado de repente con una pena ajena que lo azotó y que no lo dejaba en paz.

Derek, que siempre parecía estar bien, sufría en silencio, y era casi siempre por no estar con él. Había sido un idiota egoísta, y por mucho que pensara que fuera una dependencia que rozaba la psicosis, era precisamente su psicópata, porque lo amaba.


—Voy a decirles a tus padres que pueden irse a casa a descansar, me quedaré yo esperando a Derek.

—Gracias —murmuró hipando levemente, intentando calmarse después del llanto.


***


Le había faltado empujar el avión de los nervios que tenía encima. La ansiedad le reconcomía y pese a que el trayecto era corto, deseó mil veces que fuera aún más corto. Cuando aterrizaron, se situó en la puerta de salida a toda velocidad, haciendo caso omiso a las quejas de los auxiliares de vuelo.

Quizás estaba mostrando un poco el lado sobrenatural, porque dudaba que en su día a día la gente viera a alguien correr tan rápido a la parada de taxis. Usain Bolt podría estar celoso de él.


Cuando se sentó en el vehículo, suspiró largamente y llamó a Deaton, el cual estaba en el hospital cuidando a Stiles. Le contó en pocas palabras que Stiles tenía una recaída por su ausencia y su parte lobuna lloriqueó de ansiedad al saber que era el causante de su estado.

Azuzó al conductor, prometiéndole el doble si se daba prisa, y antes de lo previsto llegaron a la puerta del hospital. Le dio el dinero a toda prisa y se bajó, entrando por las puertas como una exhalación.


—Disculpe, no puede entrar de esa forma y esperar ser atendido el primero.

—No, no, vengo a ver a mi novio, está aquí... Stilinski.


La mujer buscó en la lista el apellido, y finalmente le dirigió una mirada con el ceño fruncido, pero le indicó que la siguiera. Llegó a la puerta, donde estaba Alan esperándolo, y la mujer se fue.

El veterinario no quiso entretenerlo y le dejó paso abriéndole la puerta, y Derek entró a toda prisa. Un monitor pitaba intermitentemente según las pulsaciones del castaño, que eran tranquilas. Estaba dormido, seguramente lo habían acabado sedando.

Se acercó a él silenciosamente y le acarició el pelo, sonriendo al verlo de nuevo y poder tocarlo otra vez. Un parpadeo confuso le indicó que estaba despierto, y los ojos marrones se fijaron en Derek, que lo observaba pacientemente.


—¿Derek?

—Sí, soy yo. Ya he llegado.


Con movimientos torpes se incorporó, abrazando por el cuello al moreno, y ambos oyeron al monitor volverse loco. Derek acariciaba la espalda del castaño rítmicamente, intentando que se tranquilizara, pero no podía, porque después de lo que parecieron siglos sin él, por fin podía abrazarlo.

Derek lo chistaba suavemente, logrando al menos que dejara de sollozar como un loco, y cuando pudo separarse un poco para observarlo, se sentó junto a él en la cama y le acarició las mejillas con suavidad.


—Derek —murmuró Stiles agarrándole las muñecas, enterrando la cara en el cuello del otro.

—Ya estoy aquí y no me pienso mover. —Sintió la sonrisa del castaño contra su piel y le besó el pelo.

—El bebé está bien —explicó Stiles a toda prisa—, y yo también estoy bien, es... es la mierda que decidí yo, de que te alejaras de mí, de nuevo nos ha pasado factura, pero ahora he sentido lo que sientes tú...

—Que estéis bien es lo único que me importa. No quiero que te culpes más, quiero que se te pase lo que sea y nos vayamos a casa.

—Ya no me duele —susurró apartándose de él y mirándolo con media sonrisa—. Ahora que estás tú no me duele nada.

—Pues ya puedes explicarle al capullo del médico que no te voy a matar, y así puedes pedir el alta e irte ya. —Stiles rio nerviosamente y le dio un beso, asintiendo a continuación.

Wolf out [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora