La nada misma

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Como lector clasificar libros según sus méritos es muy complejo. A simple vista encontramos tres grandes grupos: buenos, regulares y malos. Pero cada grupo, a su vez, se puede subdividir en muchas opciones. Malos, malísimos, material para usar de papel higiénico. Buenos, buenísimos, me cambió la vida. Regulares, masomenos malos, masomenos buenos, ponele que me gustó. Para complejizar la cuestión más aún, no todos colocamos el mismo libro en la misma clasificación. Supongamos que, a grandes rasgos, coincidamos en los principales grupos: bueno - regular - malo, de ahí en más, todo es subjetivo. La opinión es, en general, subjetiva. Porque cada lector es un inviduo que carga con su propia historia, sus gustos personales, sus preferencias de género literario. En fin, cada persona es un mundo. Bueno, hasta acá es todo bastante claro. Pero te voy a revelar una verdad oculta. Hay un tipo de libro que logró escapar a esta clasificación general. Yo lo pondría bajo el título: la nada misma. EL LIBRO QUE NO DICE NADA. No se puede decir que es malo, porque justamente, no dice nada. Tuve la oportunidad de toparme con un ejemplar de esta índole. Si no lo hubiera visto con mis propios ojos juro que no lo creería. La mayoría no sabrá de lo que estoy hablando, porque la verdad es que este tipo de textos escasea (¡gracias a todos los cielos!)

Voy a simular un cuestionario para que se entienda más esta idea.

¿Estaba en blanco?

No, estaba escrito. Tenía 200 páginas llenas de oraciones que conformaban un divague permanente sobre la idea central, pero que nunca conducían a algo concreto.

¿Qué decía?

¡Nada! Pero si te estoy contando eso mismo. ¡Prestá atención! No decía nada. Poner oraciones sin sentido seguidas de más oraciones sin sentido, no es lo mismo que decir algo.

Pero, ¿cómo puede ser?

Yo me pregunto lo mismo, ¿cómo puede ser?

El libro en cuestión pertenecía a los que normalmente agrupamos en autoayuda. No suelo leer este tipo de género, pero cuando no tengo buenos textos disponibles leo todo lo que esté a mi alcance. Cualquier cosa con letras es válida, manual de uso de electrodomésticos, prospectos de medicamentos, etiquetas de shampoo, malos libros. Éste me agarró con la guardia baja, en un momento de desesperación extrema. Juro que el manual de uso de la aspiradora fue más entretenido. Lo único meritorio del autor fue escribir 200 páginas sin decir nada, si se lo piensa seriamente esto es casi imposible. Bueno, lo logró.

A él le dedico estas palabras: A ver flaco, escribiste un libro de autoayuda, tirame un tip por lo menos, un consejo, algo.

A mí me dedico varias preguntas: ¿Por qué no dejaste de leer? Cuando llegaste a la página 100 y te diste cuenta que el autor había escrito medio libro sin decir nada, ¿qué te hizo pensar que en la próximas 100 estarían las respuestas?¿Qué pasó por tu cabeza?

Bolu-quejas de una mujer comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora