El que sabe, sabe

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La extraña forma en la que aterricé en este espacio virtual es una anécdota que quedará para otro momento. Lo cierto es que una vez que creé esta cuenta y que tuve las nociones básicas del funcionamiento de Wattpad me dediqué a vagabundear por la plataforma por unos cuantos meses. Observando. Aprendiendo. Latente.

Leí un par de historias penosas y luego afiné la puntería hasta encontrar otras que merecían todo mi tiempo y mi respeto. Si hay algo que me sale bien en esta vida es buscar, y encontrar, claro. La clave está en no rendirse con facilidad.

Entre otras cosas copadas fui a dar con el perfil de Nathalia Tórtora. La bella portada de "Purgatorio" se estampó automáticamente en mi retina y con la sinopsis entablé un amor a primera vista (ese amor que sólo los lectores tenemos la dicha de conocer) Supe que tenía que leerla en ese mismo momento, era casi una necesidad. Como intuía, esta novela me atrapó desde el inicio y me condujo por una fase de lectura compulsiva que culminó velozmente tras saborear la última página, dejándome con ganas de más. Porque los buenos libros tienen ese efecto y éste no era la excepción.

Mi conducta fue la esperada, por supuesto, seguí hurgueteando entre sus obras en busca de mi nueva lectura. Pasé por varios textos cortos, todos escritos de forma excelente, para luego notar que su libro "SOS tengo que corregir mi novela" venía quedando para lo último. Rezagado el pobre. ¡De no creer, con un título tan prometedor! Debe ser que como no escribo novelas, me costó comprender la amplitud del libro en cuestión. Y sí, a veces soy un poco lenta. Cuando pude notar mi torpe conducta, puse manos a la obra o en este caso "ojos a la obra".

Debo confesar que hasta ese momento me consideraba una persona que escribía en forma decente. No digamos excelente, no digamos extraordinaria, pero por lo menos decente. Mi amor propio a veces me da mucha ternura. Soy muy linda, ¿no?

Ya desde el primer capítulo fui consciente de que estaba haciendo todo mal. TODO MAL. No había notado hasta ese punto crucial en mi vida, que los guiones que utilizaba para los diálogos no eran los correctos. Y esta chica me estaba contando ahí mismo cómo ponerlos. Es más, ella redobló la apuesta y fue más allá, me contaba también cómo construir un diálogo que fuera entendible y cómo colocar bien los signos de puntuación según el caso. Minuto 5 del partido y ya estábamos con el marcador Nathalia 2 - Cecilia 0.

Lejos de sentirme amedrentada, seguí leyendo para ver todo lo que esta chica tenía para ofrecer a mi mente ávida de conocimiento. Resultó que era mucho. Las entradas eran en su mayoría pura revelación para mí, incluso las que parecían fáciles. "Mayúsculas" rezaba un título por demás de obvio. De obvio no tenía nada, creeme.

Uno de los momento claves llegó cuando leí el capítulo de los adverbios, por entonces yo estaba por finalizar un cuento que iba a presentar para un desafío que esta misma mujer proponía en su perfil. El cuarto desafío utópico. "Hay que tener ESPECIAL cuidado con el excesivo uso de los adverbios terminados en mente" venía diciendo ella muy tranquila y airosa en su libro S.O.S.

Me dieron ganas llorar. Tuve que corregir por enésima vez el relato del maldito tropezón, que ya me tenía harta. Descubrí con tristeza, tras releer el cuento con el peor título del universo, que una plaga de este tipo de adverbios se había apoderado de todo el texto. De inmediato y con la correspondiente cuota de resignación, procedí a deshacerme de mis indeseables amiguitos. Los liberé al mundo, así como quien suelta palomas al viento. No sin antes dedicarles unas emotivas palabras de despedida "goodbye my little friends, espero que encuentren un bonito lugar para vivir, los voy a extrañar", hasta creo que levanté la manito a modo de saludo. Para ser franca, algunos se quedaron amarrados al papel, negándose a abandonarme tras tantos años al servicio exclusivo de mi pluma (o birome). Igual, el proceso de depuración había comenzado y no había vuelta atrás.

No voy a mentir, tuve varias crisis a lo largo de la lectura. Comencé a dudar hasta de mi propia existencia y la cosa se puso un poco áspera cuando tocamos el temita de los vicios del lenguaje. Mi cerebro ya estaba un poco aturdido con tanto cambio repentino y me pidió casi suplicando "no me saques las muletillas, por favor". Logramos, después de una larga discusión, llegar a un acuerdo; abandoné para siempre los puntos suspensivos indiscriminados, y le permití el uso de alguna que otra muletilla. Me pareció un trato justo, al menos por el momento y por el bien de mi salud mental.

Al día de hoy sigo teniendo errores, pero después de todo, Roma no se hizo en un día, y estoy contenta con el resultado.

Por si se lo están preguntando, el partido terminó 30 a 0, más o menos; creo que ante la goleada inminente dejé de mirar el marcador y perdí la cuenta.


A continuación me voy a poner seria por un momento. No es mi estilo, pero lo voy a hacer igual. Este vendría a ser un humilde homenaje a una persona que sabe muchísimo y que ha decidido compartir sus conocimientos con todos nosotros, pobres seres normales que batallamos a diario con las letras.

La abnegación de esta mujer es innegable. Veo que contesta con una paciencia divina una y otra vez la misma pregunta e intenta aclarar todas las dudas, incluidas las más ridículas. Tanta vocación de servicio toda junta me emociona de verdad.

Aunque no lo creas, la chica está escribiendo en este mismo momento un libro titulado "Crónicas del NaNo 2017", cuyo sólo objetivo es hacernos más fácil la vida a los que estamos más perdidos que turco en la neblina. Decime, ¿no es adorable?

Bolu-quejas de una mujer comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora