Punto y coma

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Lo digo desde el inicio y de frente para que después no haya reclamos ni planteos ridículos (el que avisa no es traidor). Voy a dedicar una entrada completa a un signo de puntuación. ¿Por qué? Porque sí, porque se me canta. Porque los días nublados me ponen reflexiva. Porque me dijeron oportunamente "la respuesta está en tu corazón" y la busqué ahí cerca del latido que le da vida a todo mi cuerpo y no encontré nada XD.

Les presento al protagonista de mi conflicto. El inigualable, aunque muchas veces incomprendido, el genial y maravilloso "punto y coma". No voy a hablar de aspectos técnicos, nooooo, para eso hay gente mucho más capacitada que quien escribe. Voy a hablar de los sentimientos que despierta en mi persona.

Este signo de puntuación dispara en mi mente todo tipo de preguntas existenciales ¿Dónde usarlo? ¿Cómo usarlo? ¿Cuándo usarlo? Lo miro y pienso con seriedad, ¿qué es? Pero una pregunta más importante sería, ¿quién es?

Tal vez es una coma que no quería ser coma, que aspiraba a ser algo más, o quizás un punto que no se animaba a ser pausa total y repentina, necesitaba ser un corte menos rotundo, una pausa menos pausada. Acaso se perdió en una nebulosa de identidad no definida y está intentando hacerse un lugar en este mundo cruel. Si tuviéramos un psicólogo capaz resolver los problemas y complejos de los signos de puntuación lo sabríamos con certeza, pero los signos no hablan y los psicólogos se ocupan de las personas. Nos quedaremos con la duda. Una verdadera lástima. Para colmo de males, el mundo entero parece escaparle como los gatos le escapan al agua. He comprobado que su presencia escasea en el amplio mundo literario, y cuando digo he comprobado, es literal. Me tomé el trabajo de escoger tres páginas al azar de tres libros distintos para contar la cantidad de signos de puntuación utilizados. El experimento arrojó los siguientes resultados:

libro 1: 19 comas - 13 puntos - 0 punto y coma

Libro 2: 17 comas - 16 puntos - 0 punto y coma

Libro 3: 18 comas - 9 puntos - 0 punto y coma

Debo, en este momento del relato, denunciar un severo caso de discriminación hacia el signo en cuestión. No sólo por mi, por parte de toda una comunidad literaria.

¡Pobrecito! ¿No te da lástima? Está ahí quietito en el teclado junto a su amiga popular (la coma) haciendo un gesto desesperado por agradar al escritor. Miralo, ¡está guiñando un ojo! Pareciera rogar en algún idioma no audible para el oído humano "¡Usame! ¡Usame!"

Querido punto y coma, te juro que me das mucha pena, pero no sé qué hacer con vos. Sos como ese vestido corto y exuberante que adquirí en algún momento de la vida y nunca pude utilizar porque no aplica para ninguna situación. Fiesta informal, no aplica. Fiesta formal, no aplica. Salida casual, no aplica. Morirá impoluto y sin salir del interior de mi placard, el desdichado. No quiero el mismo destino para vos, te lo juro. Quiero usarte de vez en cuando, saber dónde aplicarte, quiero comprender qué querés decir.

No te angusties, te digo lo que vamos a hacer. Te voy a poner por acá ; para que no te sientas tan ignorado. Creo que te robé una pequeña sonrisa ;) así me gusta y arriba ese ánimo que no todo está perdido.

Bolu-quejas de una mujer comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora