Ella...

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Persona 3 


Liam.


    Dejo caer la colilla de cigarro al suelo y la piso, me detengo un segundo observando la colilla aplastada en el suelo con una sensación de melancolía y entonces la risa de Katie me cruza por la mente y una lagrima se resbala por mi mejilla. No me moleste en siquiera limpiarla, saque las llaves de mi bolsillo, le di la vuelta al auto y entre.

    Enciendo el auto y lo pongo en marcha con dirección a casa, no debo regresar... sé que no debo pero no hay lugar a donde ir no puedo continuar durmiendo dentro del auto en un estacionamiento. Sonrió involuntariamente cuando imagino a Katie actuado falsamente rabiosa y haciéndome prometerle que jamás lo haré... pero siempre vuelvo a huir.

. . .

    Bajo del auto y lo primero que veo son las nubes grises que anuncian una tormenta seguido de la imponente casa de color hueso a la cual me acerco a zancadas, pero disminuyo la velocidad cuando estoy cerca de la puerta, el corazón me palpita y las manos me sudan —solo debo abrirla— me repito pero mi mano se niega a girar la cerradura.

    ¿De verdad debería volver? ¿Al menos Katie me necesita?

    De pronto la puerta se abre y mama me encuentra, ambos nos miramos con incredulidad pero en un parpadeo siento como su mano impacta en mi mejilla y sus lágrimas caen a borbotones.

    —Solo entra —ella se hace a un lado para dejarme entrar y yo obedezco. —Ni siquiera pienses en ir a ver a Katie.

    Me vuelvo hacia ella molesto—¿Qué? ¿Por qué haría algo así? —La puerta se cierra de golpe, y mama me observa atónita.

    —¿Qué acaso no lo sabes? —niego con la cabeza inocentemente confundido.

    —Eres peor que su enfermedad... cada vez que haces algo la lastimas y al huir... la destrozaste. —trato de mantener una expresión neutra pero cada palabra que mi madre dice es como una puñalada, me niego a aceptar lo que dice y le doy la espalda para dirigirme a la habitación de Katie.

    —¡Basta Liam! Te he dicho que no. 

    Apresuro el paso y corro haca la habitación, cuando estoy cerca entro de golpe y cierro con seguro, un par de golpes se escuchan del otro lado hasta que mama desiste y se marcha. Recorro con la mirada toda la habitación de Katie hasta que la encuentro en su cama durmiendo, sonrió por reflejo y me acerco a ella con pasos ligeros, me siento en la cama junto a ella y la observo mientras acaricio su rostro.

    —¿Hermanito? —dice con voz adormitada mientras se levanta —Creí que nunca mas volverías...—Su voz se corta y comienza a sollozar al mismo tiempo que me rodea con sus brazos.

    —Eres lo único que jamas dejaría Katie —le digo y la estrecho entre mis brazos.

    Jamas la dejaría, jamas la dañaría, jamas haría algo que te lastimara hermanita y desde ahora es una promesa, así que debo llevarla conmigo no puedo estar lejos de mi pequeña hermana ni ella de mi.

    —¡Aléjate de ella! —grita mi madre con una mirada amenazante, en un segundo me separo de Katie para enfrentarla.

    —No, no jamás lo volveré a hacer y no harás nada para evitarlo.

    —¿Que tan seguro estas? —mi corazón empieza a latir rápido cuando veo como estira el brazo y con el revolver apunta hacia mi, el primer instinto es desarmarla pero cuando doy el primer paso, ella quita el seguro. —Solo eres un cáncer aqui, desde que conociste a esa chica dejaste de ser mi hijo.

    —¡Mama basta, no le hagas daño! —grita Katie entonces todo pasa y en cuestión de algunos segundos todo se vuelve un caos absoluto.

   Lo primero, es escuchar a Katie gritar, después aprovecho la distracción que ella provoca para tratar de quitarle el arma pero de alguna forma ella termina disparando y luego... Un golpe en seco de algo y ese algo es Katie en el suelo desangrándose.

. . .

    Desde siempre odie los hospitales nunca me gusto toda la higiene y el cuidado de estos lugares, miro de rojo mi camiseta empapada de sangre y mi estomago se revuelve, cierro los ojos y me recargo en el asiento par mirar a mama sentada frente a mi con las manos cubriendole el rostro.

    —Señora Walts —dice el mismo cirujano que entro con katie —Lo lamento pero su hija ha... —dejo de escuchar lo que dice porque antes de que termine la frese se lo que sucedio y ademas yo ya estoy corriendo hacia una salida.

    De pronto tropiezo y me estampo en la pared, me dejo caer al suelo resbalando por la pared y miro a mi alrededor sintiendo que el aire me falta, la gente que cruza por el pasillo solo me mira unos segundos y continúan su rumbo ¿Por que? porque demonios paso todo esto, ella no tenia la culpa, ella no tenia que ser.

    Abrazo mis rodillas y dejo que las lagrimas salgan sin parar—Pero fue ella, tu pequeña hermana es la que esta muerta  —.Un escalofrió me recorre el cuerpo al escuchar su voz tan fría y cruel, me vuelvo y veo a una chica pelinegra sonriéndome con malicia.

    —¿Quien...

    —La verdad Liam —me interrumpe— me parece una perdida de tiempo presentarme, ya lo haré yo, en su momento pero antes quiero que tengas esto.

    Ella me extiende una libreta de cuero amarillo la cual tomo por instinto —Con la libreta puedes traer cualquier cosa donde tu quieras y como tu quieras ¿Si? —me dice con alegría pero con un aire de indiferencia.

    —¿Que clase de broma es esta? —le digo atónito sintiendo como el coraje me revive.

    —No es ninguna broma Liam —ella se acerca a mi y me mira fijamente —Ahora eres parte de mi juego, ahora eres mi peón. Solo apunta el nombre de ella para firmar tu sentencia.

    La chica se levanta del suelo y se va caminando por el pasillo y entonces este empieza a llenarse de gente de pronto, dejándome confundido y con una sensación de nauseas pero pese a todo solo puedo ver la libreta.

        ¿Que tan cierto es lo que acaba de decir?

        No. No debo de creerle a una loca que acabo de conocer... O tal vez si.


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Gracias por leer.

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