Persona 1
Tara
Corro desesperada, saltando los escalones de dos en dos, mi pecho arde y siento que el aire me falta.Debo llegar... debo llegar.
Me estampó contra la puerta y salgo casi cayendo, levantó la mirada y solo puedo verla de espaldas cayendo al vacío, entonces todo comienza a pasar en cámara lenta, corro los más rápido que puedo pero parece, que solo me alejo cada vez más, mas, y más.
Despierto de golpe me siento sobre la cama empapada de sudor y miro a mi alrededor aun estoy en mi cama, me vuelvo hacia el buro aun lado de mi cama y miro que el reloj marca las 4:36 am.
-Fue solo otra pesadilla Tara, relájate -me digo a mí misma en un susurro y salgo de la cama. Las piernas me tiemblan y tengo que recargarme en la pared para no caer.
Enciendo la luz cuando mis piernas recobran la fuerza, me siento en la silla frente al tocador que al igual que toda mi habitación también aquí hay un desastre maquillaje, perfumes, papeles todo completamente desordenado, entre todo veo una fotografía de nosotras y la abrazo tan fuerte hasta que de nuevo las lagrimas empiezan a salir solas, sé que Polet ya no está aquí, ni regresará.
Pero no hay forma de superar algo así tan rápido...
. . .
Bajo las escaleras y busco a mamá pero no se encuentra en la mesa dormida como de costumbre. Un escalofrío me recorre el cuerpo cuando notó el olor a gas, dejo caer la mochila en los escalones y corro a la cocina.
-¡Mamá! -le gritó cuando llegó a la cocina y la observo apuntó de encender un cigarro. Le arrebató ambas cosas y tiro el cigarro al suelo y lo piso.
-¿Qué haces? ¡Dámelo! -me grita histérica tratando de quitarme el encendedor yo la esquivo y cierro las llaves de la estufa, la tomo del brazo arrastrándola por la puerta de la cocina hacia afuera, tomándola de los brazos.
-¡Para! -ella se detiene poco a poco, finalmente la suelto y ella se deja caer sobre el pasto de rodillas.
Está hecha un desastre, el cabello revuelto, la piel seca, maquillaje corrido, ya no es tan elegante como solía serlo... ya ni siquiera parece mi madre.
. . .
Dejo a mama en el sillón profundamente dormida, antes de salir de casa reviso y escondo en cada rincón de la casa cualquier encendedor u objeto con el cual se pueda dañar a si misma, de verdad no quiero dejarla, me preocupa lo que pueda pasar mientras no estoy pero tampoco deseo quedarme aquí dentro, esta casa ya ni siquiera parece habitable.
Le doy una ultima mirada a mi madre y salgo de la casa, pero antes de subir al auto le doy una mirada rápida a la casa de Julie (Nuestra vecina) corro hacia su casa y toco el timbre pero tan ponto lo hago las ganas de irme hacen que quiera correr.
-Buenos días Tara -me saluda Julie con una mirada de lastima mientras abre la puerta
-Espero no suene raro pero mama no se ha sentido bien últimamente, yo tengo que trabajar pero si no es mucha molestia podrías tocar de vez en cuando para saber si esta bien.
-Claro Tara, ve a trabajar yo cuidare de ella.
-Muchas gracias Julie -le digo tratando de formar una sonrisa. Me doy media vuelta para ir al auto pero logro escuchar que ella le dice a alguien »Pobrecilla su vida debe ser un infierno desde la muerte de su hermana»
. . .
Salgo de la cocina con los dos licuados de fresa hacia la mesa cuatro, esquivando a los clientes, subo las escaleras pensando aun en lo que había dicho la vecina ¿Es verdad que todos me ven así? ¿Con una vida de mierda, sola y abandonada?, me acerco a la mesa cuatro con un nudo en la garganta sintiendo que saldré gritando en cualquier momento pero me detengo en seco cuando dejo las bebidas en la mesa y en un segundo el mundo entero se detiene.
Mi mente debe estar jugando conmigo... esto no puede ser posible.
—Siéntate. No soy ningún espejismo. O una alucinación -me dice Polet sonriente, atónita me quito el mantel y me siento frente a ella. Sus ojos, su cabello, su mirada es exactamente igual a la de Polet, pero ella esta muerta yo la vi lanzarse al vació, yo la vi caer... mis ojos se cristalizan y las lagrimas brotan.
—Polet... ¿Como es que...?
-No lo sé -me interrumpe con un tono casual, como si la situación fuese algo normal y se encoge de hombros. -Yo ni siquiera la conozco no puedo responderte -ella me desconcierta a la vez que me duele, todas las emociones se revuelven dentro de mí y la desesperación me invade-. De hecho mi nombre es Seth, pero si tú quieres puedo ser tú hermana, tú madre. O una diosa.
-No entiendo... -Balbuceó. Ahora siento el corazón roto de pronto ¿Estoy imaginando todo?
-Te explico -dice recargándose en la mesa-. Quiero jugar un juego Tara, un juego con ustedes seis.
-¿Nosotros... seis? -le pregunto confundida, a estas alturas solo me queda fingir que entiendo todo. Seth no me responde solo me entrega una libreta de cuero rosa.
-Puedes revivir cualquier cosa que quieras pero morirá de nuevo en una hora -me dice con un aire de alegría y a la vez perspicaz. Hay algo en ella que me resulta más que perturbador.
-No... podrías -le digo casi tartamudeando, pero solo son pequeñas pausas.
-¿Acaso crees que miento? -me crispó cuando ella me mira a los ojos y su color se vuelve un rojo-anaranjado sutil.
Toma una de las malteadas y la deja caer al suelo, yo me levanto de la silla por reflejo -si el vaso cae, yo tendré que limpiar- se escucha un chasquido de dedos y de pronto el mundo se detiene.
Se detiene realmente...
El vaso queda en aire flotando y a medio derramar, observó mi alrededor y me doy cuenta de qué realmente, el tiempo se detuvo, las personas parecen estatuas y nadie se mueve.
Seth se levanta de la mesa y toma la bebida, recogiendo en el aire lo que se salió.
-Bienvenida al juego, espero no arrepentirme y de haber elegido bien... Adios Tara-ella me entrega el mantel, chasquea los dedos y todo vuelve a la normalidad mientras ella se da la vuelta y se va.
Dirijo la mirada a la libreta, y recuerdo sus palabras. Puedes revivir cualquier cosa que quieras pero morirá de nuevo en una hora, bienvenida al juego Polet...
De pronto me siento mareada y en segundo caigo al suelo con un ruido seco, todo se vuelve borroso y pierdo la conciencia.
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Gracias por leer!!

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Elegidos.
Ficción GeneralLas cosas no son fáciles, nunca lo son. Un año después del suicidio de Polet, las cosas para Tara no han mejorado en absoluto y cada vez siente que cae más abajo. Pero todo está por empeorar... En un parpadeo su vida y la de otros seis Chichos se un...