🌟/Capitulo 14/🌟

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«Puedes besarme.»

―Carolina

―¿Starbucks? ¿En serio?

El tono incrédulo de Agustin me hizo detener dos pasos antes de empujar la puerta para ingresar al local.

Sin duda, la expresión de él no era la que yo había esperado ver en nuestra... primera cita. Dios mío, pensé repentinamente aturdida. ¿Cómo había terminado en una cita con el chico que jugaba con los autitos de pequeño? Sí, había sido minutos atrás cuando, confesión tras confesión, dejamos en claro que nos atraíamos. Pero de decirlo a dar el paso había una gran diferencia. Y justo en ese momento pude comprobarlo con mis propios ojos.

La postura de Agus estaba rígida.

¿Se había arrepentido de llevarme a una cita? Ya sabía que era demasiado fácil como para ser real, me dije enfrentándolo con los brazos cruzados. Estaba claro que yo no era insegura, pero tampoco era estúpida; no iba a dejar que él controlara la situación sólo porque yo le había confesado que me gustaba un poco.

―Mira, Agustin, será mejor que...

―Cambiemos de sitio, sí ―musitó asintiendo con convicción.

¿Qué?

―No, no era eso lo que yo... espera, ¿cambiar de sitio? ―dudé interrumpiéndome a mí misma.

Los ojos inquietos de Agus miraron por encima de mi hombro hacia el local y, torciendo sus labios, metió las manos a los bolsillos delanteros de su pantalón.

―Vamos de cliché en cliché, Caro. Se suponía que evitaríamos eso ―remarcó acercándose un paso.

―Espera...

Fruncí

el ceño, aclarando mis pensamientos, y rebobiné sus palabras hasta estar segura de comprender a qué se refería.

Mis pulmones dejaron escapar un soplo de aire cuando finalmente entendí.

¿Él quería que nuestra primera cita fuese no cliché? ¿Sólo eso? ¿Seguía queriendo la cita? Bueno, pensé, quizá si soy un poco insegura después de todo.

Escondiendo una sonrisa, preferí abrir la boca antes de que Agus sospechara de mi silencio.

―No hay nada de malo con este lugar ―dije señalando con mi dedo hacia atrás―; no es tan cliché, más bien es... hipster ―titubeé.

―Ser hipster es el nuevo cliché ―siseó rodando los ojos.

Sabiendo que tenía razón, ladeé la cabeza.

―¿Qué tal entonces si vamos a...?

―Por favor, no digas McDonals ―musitó juntando sus párpados como si fuera una súplica.

Mi futura sugerencia quedó atascada en mi garganta y cuando él se percató de mi repentino mutismo, entreabrió un ojo con sospecha.

―¿Ibas a decir eso? ―inquirió arrugando su nariz con diversión.

―Bueno, yo... ―su gesto dio paso a la risa cuando no pude negarlo.

―Veo que tengo un arduo trabajo por delante ―inhaló sin borrar la sonrisa de su rostro―. ¿Aceptas que te enseñé a amar lo no cliché, Carolina Kopelioff? ―preguntó divertido.

Yo... ¿qué tan malo podía ser? Por lo que sabía, nadie había muerto por tener una vida aburrida, ¿no?

―Está bien ―suspiré.

Recién entonces, él me hizo un guiño. Y sin más, tomó mi mano con decisión y me

guio en dirección contraria al Starbucks. Fue cuando me di cuenta que sus dedos se habían entrelazado ligeramente con los míos que me estremecí al comprender el significado de su guiño.

Cliché Sobre Tacones [Adaptada] [Aguslina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora