🌟/Capitulo 20/🌟

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«Hacer la diferencia

Carolina


La definición de cliché que tan conocida era para mí, no decía nada sobre la rutina. Lo cierto es que mi vida siempre fue algo simple y esperable, sin embargo, algo de todo eso me gustaba, me hacía sentir segura. Y que todo hubiese vuelto a su lugar en los últimos días era tranquilizador; Valentina seguía siendo mi amiga de siempre, mi coche había sido reparado por Alan y Agustín... bueno, ese era otro tema.

Desde el viernes que me despedí de él no supe más de su vida. Fue un beso, sólo un beso. ¿Todavía no lo acepta? Acostada en mi cama, mirando el techo donde seguían los puntos que me recordaban a sus lunares, la pregunta seguía carcomiéndome. Había hecho todo lo que estaba al alcance de mis manos para que el momento del beso no fuera cliché y aun así él seguía sin hablarme.

Con mil preguntas inquietantes en la cabeza, apenas me di cuenta que el móvil estaba sonando encima de la mesita de luz. Cuando lo cogí, éste dejó de sonar y algo en mi pecho se removió al imaginar quién podría ser.

Me equivoqué, no era Agustin. Sin embargo, cuando comenzó a sonar por segunda vez, lo cogí.

―Caro ―me bastó oír mi apodo al otro lado de la línea, en un susurro desesperado, para que mi ceño se frunciera―, necesito hablar contigo.

Las últimas palabras de Valentina fueron más que una simple necesidad; lo supe en cuanto oí un sollozo acompañando la frase.

¿Qué estaba pasando?

―Ahora voy a tu casa ―dije sin dudar, poniéndome de pie al mismo tiempo.

Y tras asegurarme que ella no corría peligro alguno, cogí las llaves del coche y avisándole a mi mamá que saldría, me subí a éste.

Desde que le di arranque hasta que aparqué junto a la casa de Valentina, apenas fui consciente de mis pensamientos. Por alguna razón, el mundo parecía haberse enlentecido y mis sentidos puestos en pausa.

Recién cuando estuve dentro de su casa, subiendo las escaleras hacia su dormitorio tras haber hablado con el señor Zenere, empecé a procesar lo que estaba sucediendo. Podía ser que Valentina estuviese mal por muchas razones, pero ninguna de las que pasaban por mi cabeza parecía suficiente para explicar el tono con que me había hablado minutos atrás.

Fue cuando me asomé a la puerta de su habitación que tuve una vaga idea de lo que estaba ocurriendo. O a punto de ocurrir. En su dormitorio, siempre colorido y lleno de recuerdos, no quedaba más que tres maletas junto a la puerta.

Mis ojos viajaron alrededor hasta dar con Valentina que, sentada a los pies de su cama, parecía a punto de llorar.

―¿Q-qué sucede? ―balbuceé creyendo tener una idea pero demasiado asustada para aceptarla.

Su mirada se alzó y entonces tuve la confirmación.

―Me voy.

La presión en mi pecho me hizo contener un suspiro.

―¿Qué?

―Mi papá consiguió trabajo en otro país ―agregó dejando que una capa cristalina recubriera sus ojos. ¿Otro país? Mis piernas avanzaron un paso, creyendo haber oído mal, pero Allison se estremeció―. Lo sé desde hace varios meses, yo...

Su indecisión, la pausa que hizo tras dejar caer una lágrima, hicieron que miles de piezas sueltas que jamás había relacionado se juntaran para formar un rompecabezas bastante complejo.

―Te has estado despidiendo ―me di cuenta al instante.

Mi suposición hizo que asintiera débilmente.

Cliché Sobre Tacones [Adaptada] [Aguslina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora