🌟/Capitulo 5/🌟

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Maratón 1/3

«Cómo arruinar un cliché en un solo paso.»

―Agustin

Apenas sonó el timbre, anunciando el primer receso de la mañana, miré mi móvil.

No había ningún mensaje, así que volví a guardarlo en el bolsillo de mi pantalón y decidí salir del salón. Tener historia con la profesora Campbell no era tedioso, era... aburrido; mantener la cabeza erguida, sin apoyarla cada dos minutos en una mano, era un logro que pocos podían presumir. Créanme, yo no era uno de ellos.

Mi mano derecha dolía de tanto haberla tenido doblada bajo mi barbilla.

Y podía asegurar que se me había caído algo de baba al dormirme sobre el pupitre. ¡Vamos, a todos nos ha pasado alguna vez!

Desperezándome, volví a fregar mis ojos mientras miraba hacia el final del corredor, por si aparecía Michael y no hacía falta que yo hiciese el camino hacia él. Miré por unos segundos pero, como siempre, no apareció. Así que me vi obligado a encaminarme hacia allí.

Iba llegando al final, donde terminaba la zona de casilleros, cuando mi móvil sonó.

No fui a clases, me escapé con Kira. Si preguntan por mí, estoy enfermo. M

Mis pies se detuvieron.

Y girando sobre mis talones, sin despegar la vista del celular, hice el camino inverso a segundos antes.

―¿Qué...?

La voz a mis espaldas, con tono de reproche, me hizo mirar sobre el hombro.

Si amas tu vida, corre, me dije al identificar una cabellera Castaña. No esperé una segunda advertencia, simplemente apuré mis pasos hacia el otro extremo del corredor.

―¡Oye, Bernasconi! ―la oí gritar.

Corre, no voltees, me repetí sin detenerme.

Pensé que había logrado mi cometido al llegar a la puerta doble, pero cuando quise dar el paso para atravesarla y estar al fin bajo el sol de aquella mañana, una mano se cerró en torno a mi muñeca y me tiró hacia atrás.

―¡Caro! Vaya, tú ―siseé entre dientes, fingiendo sorpresa.

Su rostro pálido, algo huesudo y fácil de memorizar, estaba más tenso que nunca. Incluso sus labios, siempre pintados de un rojo carmín, yacían rectos y sin expresión alguna.

―¿Qué pasa contigo? ―masculló de repente, dejando a la vista una pequeña arruga entre sus cejas.

Parpadeé sorprendido por su tono.

Que evitase a Carolina no quería decir que jamás hubiese hablado con ella. Hubo un tiempo, cuando éramos niños, en el cual ella y yo podíamos entendernos. Éramos niños, los niños suelen entenderse. Pero entonces empezamos la preparatoria y... ¿cómo iba a entenderla a ella si ni siquiera me entendía yo mismo? A partir de ese año, nuestros intercambios fueron reduciéndose hasta terminar en esto: su ceño fruncido y mi gesto interrogante.

―¿De qué hablas? ―murmuré.

Sus brazos se extendieron hacia mí y me fue imposible ignorar los gordos y probablemente pesados libros que cargaba; hizo una seña para que los cogiera.

―No son míos ―dije todavía confundido.

―Lo sé, sólo cógelos ―me instó.

Sin saber qué pasaba, le hice caso.

Entonces una vez que los tuve entre mis manos, cargándolos como si fuesen un niño con el pañal sucio, ella se giró en su lugar y comenzó a alejarse.

―¿Qué...? Espera ―balbuceé―. ¿Qué se supone que...?

Caro me dio una mirada fugaz, pero indignada sin dudas, y alzó su dedo medio hacia mí.

―Llévalos a la biblioteca, arruinador de clichés ―acotó.

Y sin más explicación, me dejó a cargo de sus estúpidos libros.

Claro está, tuve que devolverlos a su lugar. No era como si hubiese hecho el gran sacrificio, puesto que solía ir a la biblioteca para buscar libros cuando no tenía nada interesante para hacer, pero algo me molestaba de todo ello.

El músculo que tiraba intermitentemente en mi mandíbula, tensándose, era una prueba de ello.

¿Qué había querido decir con «arruinador de clichés»?

La pregunta no hizo más que crecer en el transcurso de la mañana. Pero cuando llegó el horario de salida, la idea de pedir una respuesta a Caro no me pareció atractiva.

Quería alejarme de lo cliché.

Tanto que, aunque había tenido la oportunida de conseguir un trabajo a la salida de clases como mesero en una cafetería cercana, había preferido ensuciarme las manos trabajando por un sueldo menor en el taller mecánico de Alan Deaton.

No me veía llevando cafés en una bandeja.

Yo no era un cliché y jamás lo sería

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Hola De Nuevo
Aqui Él Primer Cap Del Maratón
Gracias

♥World_Infinity♥

Cliché Sobre Tacones [Adaptada] [Aguslina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora