🌟/Capitulo 18/🌟

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«Mi idiota.»

―Carolina

―No ―dije tras despegar mis labios de los suyos―, aléjate de mí ―siseé apartando a Aiden.

El ceño de él se frunció a tal punto que sus cejas casi se juntaron entre sí.

―¿Qué...?

―Que te apartes ―repetí retrocediendo un paso más―. No quiero que me beses.

―P-pero dijiste que te agrado ―balbuceó.

―¡Exactamente! Me agradas, agradabas ―reformé―, pero no quería tus labios sobre los míos.

Pasó un segundo antes de que la boca de Aiden se apretase en gesto confuso.

―¿No es lo mismo?

―No ―mil veces no, pensé inhalando con fuerza―. Debiste preguntarme si yo quería.

Agustín lo hubiera hecho, añadió una voz interior.

Y como si mi vida dependiese de ello, miré hacia donde lo había visto segundos atrás, antes de que Aiden se abalanzara sobre mí. Obviamente, Agustin ya no estaba inmóvil al final del pasillo. ¿Por qué habría de estarlo?

Incómoda con el sentimiento que comenzaba a esclarecerse en mi cabeza, barrí el pasillo con la mirada. Además de un par de personas hablando en cuchicheos, no vi a nadie más a simple vista. Sin embargo, no fue difícil encontrar al chico que alguna vez pasó desapercibido entre los rojos y metálicos casilleros. Sí fue complicado acercarme y, después de una semana, asumir que yo había sido la equivocada desde el inicio.

Él estaba frente a su casillero, al otro lado del pasillo, con la puerta abierta y demasiado estático para mi gusto. Me acerqué despacio hasta estar tan cerca que mi pecho se apretó al ver lo qué él estaba haciendo. O mejor dicho, no estaba haciendo. Tenía la cabeza gacha, con la vista fija en una foto, y sus ojos húmedos.

―¿Agustin?

Todo su cuerpo se tensó al oírme. Se enderezó deprisa, volteando la cara para prohibirme ver su rostro, y carraspeó mientras cerraba el casillero.

―Agus―insistí al no recibir respuesta de su parte.

Esperé cuatro segundos, anhelando que su boca se abriera y dejara de ignorarme, pero cuando lo hice preferí su desesperante silencio.

―¿Sabes por qué no te quería besar?

A pesar de estar dándome la espalda, oí su voz rota.

Tan rota como mi esperanza.

―Y-yo... ―empecé.

―Quería que fuese especial ―me detuvo con un tono bajo.

Me estremecí.

―Lo que pasó con Aiden...

―¿Fue un error? ―preguntó volteando hacia mí con lentitud.

Fue su mirada dolida, llena de interrogantes y desilusión, lo que me hizo tragar con fuerza antes de abrir la boca. Él merecía más que un asentimiento de mi parte.

―Él pensó que estaba coqueteándole. Él... ―¿El qué?, me pregunté. Callé temiendo que Agustín no quisiera oírme, pero él siguió en silencio, mirándome a la espera de más que simples balbuceos. ¿No lo haría? ¿Stiles no me negaría la explicación? Su vista se desvió al suelo cuando se percató de mi silencio―. Él ni siquiera me preguntó si yo quería que me besase ―apenas pude añadir.

Inmediatamente supe que no eran las palabras que él esperaba escuchar.

Su cabeza se sacudió sin ánimo.

Cliché Sobre Tacones [Adaptada] [Aguslina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora