Nunca he sabido expresar lo que siento

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Ni siquiera sé que responder a eso. Me quedo un poco atónita delante de esa pregunta. Pero no dejo que él lo sepa.

- He salido a que me dé un rato el sol.

- Te dije que no lo hicieras

- Pero lo he hecho igualmente

Su cara sí que muestra un poco de sorpresa, quizás se ha dado cuenta de que no soy tan niña al fin y al cabo. Después de todo solo soy cinco años menor que él. Que aunque parezca mucho no es tanto.

- Vuelve dentro.

- No.

Ni siquiera hace el esfuerzo de ocultar que le estoy sacando de quicio.

- Haz el favor de volver dentro.

- Haz el favor de entender que no lo voy a hacer.

- Dios mío, ser tan temeraria no te llevara más que problemas.

- A ti también entonces ¿No?

Se queda parado delante de mi respuesta. No es que disfrute sorprendiéndole y enfadándole... ¿A quien quiero engañar? Sí que disfruto haciéndolo.

- ¿A que te refieres?

- ¿No le dijiste a Light que tú eras L?

- ¿Quién demonios te ha dicho eso?

- Lo oí de tu propia boca gran detective L

Se queda en silencio un rato. Pensando en las posibilidades. Hasta que dice:

- Así que esa chica sí que eras tú.

- Bingo.

- ¿Me has desobedecido?

- Eso parece.

- ¿Me has desobedecido?

Vuelve a preguntar, me empiezo a inquietar.

- Creo que te he respondido ya

- ¿Me has desobedecido?

No siquiera se inmuta a la hora de repetir la pregunta. Suelto un suspiro.

- Si.

- Haz tus maletas.

Sin darme tiempo ni a reaccionar se gira y se dispone a marcharse.

- ¿Voy a volver a cambiar de hotel?

- Si.

No se para, sigue andando mientras yo tengo que ir detrás de él, persiguiéndole para poder hablar. Como siempre hago, perseguirle para poder vivir, la idea de retroceder después de tanto terreno ganado me enfada.

- ¿En que barrio esta si se me puede contar?

- Lejos.

- No, no conozco ningún barrio que se llame lejos.

- Inglaterra.

Ese nombre me deja paralizada. La sensación es la misma que la que tengo al estar a punto de tener un ataque de ansiedad.

- ¿Vas a volver a mandarme a allí?

L se para para poder girarse y responder:

- Si.

- ¿Y que pasa con Watari?

Cada vez estoy mas miedosa, mas asustada, no puede estar pasando.

- ¿Qué quieres decir?

- No voy a... ¿No voy a volver a verle?

- De momento se queda conmigo.

Todo está oscuro. Hace juego con el color de ojos de L. Solo estamos él y yo.

- ¿Vas a mandarme a allí sola?

- Vas a estar con unos conocidos míos.

- Eso no cuenta.

Él ni se inmuta. Decido ser yo la que hable.

- ¿Y que pasa con lo que yo siento?

- Tu no sientes nada, eres una roca.

Y me rompo.

- ¿Una roca..?

Noto como las lágrimas se abren paso por mis mejillas y como caen al suelo. Siento mi cara deformarse con una mueca de tristeza. Noto mi corazón latir muy fuerte.

- ¿Yo?

- ¿Estas llorando?

- No, si te parece me sudan los ojos.

- Solo es que nunca te había visto hacerlo.

- Tu sí que me habías visto llorar. Soy yo la que no te he visto a ti nunca hacerlo.

- Ese día no cuenta.

- Claro que cuenta. Es gracias y a partir de ese día que cuenta. Fue el peor día de mi vida.

- Él mío también.

Ni siquiera soy capaz de entender porque me miente. Solo puedo ver esa cara sin sentimientos.

- Me marcho.

Me giró para marcharme. Ni siquiera me agarra del brazo, simplemente dice:

- ¿A Dónde?

- No lo sé. A cualquier lugar donde yo importe.

- Me importas.

- ¡PUES DEMUESTRALO! -Grito- ¡HAZ UNA MUECA, UNA EXPRESIÓN! ¡UN GESTO!

Y de repente me abraza. Durante un momento me lo creo. Durante un momento me creo que ese abrazo es para demostrarme que soy importante para él. Pero es L. Nadie es importante para él. Noto sus músculos al estar en tensión. Noto su respiración. Está mintiendo.

- ¿Te crees que voy a caer con un abrazo tan falso?

- No es falso.

Ni siquiera me molesto en apartarle. En este instante me repugna tanto el ser que tengo delante que prefiero que ninguna otra parte de mi cuerpo le toque.

- Apártate.

- No.

Al final me alejo. Le cuesta soltarme. Pero lo hace. Sin ninguna expresión. Al ver que por ese camino no va bien toma otro rumbo.

- ¿No querías estar con Watari?

- Él me ha dicho que debería irme.

- Ni siquiera tienes dinero.

- Sí que tengo.

Sé que aún lloro.

- Llorar -Susurro- Que cosa más estúpida.

Me giro para marcharme. Oigo la respiración de L para empezar una oración pero la corto.

- Me da igual lo que tengas que decir. No soy una esclava. No soy un juguete. No soy una niña. No soy una piedra. En todo caso una piedra lo eres tú.

Y me voy, dejándolo todo atrás. A mi pasado. A Watari. A L. A mi vida. Y mientras ando noto el frio de mis lágrimas en las mejillas confundidas entre la lluvia. Y entre el frio de esta se me escapa un pequeño susurro que se confunde con el bao.

-Y por eso no quiero perdonarte.

KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora