Hacia la mansión de nuevo

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El cielo se ha vuelto anaranjado al salir el sol. Aún no hay ese horrible sonido de coches por las calles y ningún alma vaga por ellas. Excepto yo, Kasai. Voy poco a poco. Con una sudadera negra y la capucha puesta. Me da igual pisar los charcos que la lluvia ha dejado la noche anterior. Londres es preciosa. Siempre he tenido esa impresión, pero no es tan bonita ahora que estoy sola. Llego a esa enorme mansión y me quedo en la puerta. Es increible que la hayan replicado tan bien. Pero por más bonita que sea a mi me dan ganas de gritar cada vez que la veo. Aún así continuo andando hacia la puerta para llamar despues. Un hombre me abre:

-¿Si?

Es joven, o es uno de los niños o un empleado nuevo. Yo me quedo callada, solo le miro. Es posible que nadie aqui me reconozca, que demonios, solo tres personas aquí me han visto. El chico parece incómodo delante de mi silencio.

-Perdón pero... ¿Para que ha venido?

No tengo ninguna intención de hablar con él. Le pasó de largo entrando sin permiso, el pobre chico se queda estupefacto. Observo el interior y realmente alucino. Todo es igual.

-Señorita no puede estar aqui, despertará a los niños.

Rio ante la respuesta de él delante de mi intrusión. Basicamente porque más de la mitad de esos niños estarán despiertos y leyendo. Aunque el pobre joven intenta impedirlo llego a la cocina. Los cocineros están trabajando, ya que de aquí a una hora y seis minutos los chicos tendrán que empezar su dura y larga rutina. Pero habrá dos hoy que no lo haran. Dos que van a tener que saltarse clases para heredar algo.

-Señorita, estoy por llamar a la policía. Así que dígame que quiere.

-Soy exalumna de la antigua mansión.

Todos paran de repente. La antigua mansión. Realmente es famosa en la institución por su história. Pero la verdad es que solo hay dos personas que puedan afirmar lo que he dicho siendo sinceros. Bueno, en realidad solo uno ahora. El joven se pone recto y serio. Su actitud cambia de repente al darse cuenta de que habla con alguien que sabe la naturaleza de este lugar y en estos precisos momentos ya le veo como es realmente.

-Por favor, sígame.

Empieza a caminar con rapidez. De repente un timbre suena y miro el reloj. Son las seis y media. Muy temprano para niños tan pequeños. Pero no pasan ni dos minutos que una oleada de crios empieza a salir de las habitaciones, algunos con ojeras. Hay unos que ríen con sus compañeros. Otros que corren para llegar a comer como antes possible y otros que simplemente no despegan la vista de los libros que seguramente llevan toda la noche leyendo. El chico se acerca a un niño que tiene el libro literalmente pegado a la cara y se lo arrebata.

-¡Profesor Michaelis, no!

¿Profesor? ¿Este chico es profesor siendo tan joven? Sé que yo tampoco puedo decir que sea mayor. Solo debe tener un año menos que yo. Pero no entiendo como puede llegar a ser profesor.

-Te he dicho miles de vezes René, que debes descansar.

Dice el Señor llamado Michaelis, con la cara completamente absorta a la portada de el libro.

-Además este libro es de dos cursos más avanzado. Primero termina el tuyo y ya veremos si te subimos el año que viene.

El niño insulta el profesor en francés y murmurando. Le llama de todo, realmente tiene mucho vocabulario. No puedo evitar reir un poco al escuchar todo lo que ha estado diciendo y como el profesor no se entera de todo lo que le ha llamado. Es entonces cuando el niño nota mi presencia. El horror al darse cuenta de que le he entendido es claro en su cara.

-¿Se..Sera usted nu... nuestra nueva p...p...profesora..?

El pobre no puede ni pronunciar bien. Le miro con una medio sonrisa y niego con la cabeza. Respira tranquilo y luego se marcha. El professor Michaelis no me pregunta nada, simplemente sigue avanzando hacia una sala al final del pasillo y me deja allí. Delante de la puerta. La abro lentamente y me los encuentro. La cara de sorpresa es increible tanto por parte del director como por parte de los dos chicos. Avanzo y me siento en un sillón.

-¿Porque estás aqui?

Pregunta el director después de algunos instantes de silencio.

-También he recibido el mensaje.

La cara del chico mayor se llena de rabia.

-¡Solo vienes para lo que te interesa! ¡Primero abandonas y ahora vuelve para recibir tu parte!

Le miro sin expresión en la cara. Se nota parte del miedo en él. Supongo que miles de rumores sobre mi se deben de repartir entre estas paredes. Pero el chico sabe que soy peor de lo que se dice.

-No estabas allí. No sabes lo que pasó Mello.

Near asiente y continúa montando un puzzle.

-Kasai- Continua el director -Tu no puedes recibir dinero

-¿Porque no? Esta muerto.

Recordar que ya no esta es sorprendentemente sencillo de aceptar. O eso hago ver.

-Es que...

-¿Que?

-L te nombró su sucesor.

KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora