Entre dos tiempos

160 12 23
                                    

El día que conocí a L el cielo era negro. Las calles estaban húmedas y mi cara mojada. El día en que le vi por primera vez perdí mi vida y gané otra.

Corría entre escombros, entre fuego y humo huyendo del dolor y la muerte. El día no había sido raro en absoluto. Había desayunado, hecho clases, leído... Lo había hecho todo como siempre, excepto que había venido a verme. Él había venido para verme a mí, y yo adoraba eso. Pero, por más cosas que hubieran pasado en ese día que lo hicieran normal, el sabor a ceniza en mi garganta me demostraba que no era un día común. Mientras corría la adrenalina subía sin control, todo mi cuerpo bombeaba sangre a tal velocidad que creía que me explotarían los órganos y respiraba a trompicones, rápido y con dificultad a causa del humo. No fue mucho rato, quizás diez segundos, quizás treinta. Pero para mí fueron como días, horas enteras huyendo. Y se acabó, el túnel de fuego parecía tener un final, y es que entre las llamas pude distinguir algo. El azul en medio del rojo. Apreté mi carrera para llegar tan rápido como pudiera y salí, escapé del calor, el dolor el humo y el fuego para pasar a el aire limpio y frío de Inglaterra. Durante unas milésimas de segundo me sentí bien, tan bien que creí ser inmortal durante un momento, esos instantes en los que saltaba para escapar de esa casa en llamas. No fue hasta que toqué la hierba cuando me di cuenta. Nunca había estado huyendo sola. Alguien más había detrás de mí, alguien que no había salido. Recuerdo la lluvia contra mi rostro y las campanas de fondo. Y entonces, supongo que, guiada por el pánico, grité, le llamé por su nombre.

Eso pienso yo mientras corro hacia el final de uno de los casos más grandes de la historia. Mientras corro hacia la verdad temerosa de que se haya esfumado delante de mí otra vez. Corro para llegar a aquel que puede morir huyendo, otra vez, del dolor y el rojo.

La sala es oscura. Me he ocupado personalmente de que lo fuera, me siento mejor rodeada de oscuridad. En la distancia oigo agua, posiblemente una gotera que no para de hacer ruido y, curiosamente, me ayuda a hacer más soportable el horrible crepitar que me persigue. Hace rato que espero. De hecho, hace meses, espero a que esto termine y pueda olvidar todo lo relacionado con este caso, Watari y L incluidos. Cierro los ojos para concentrarme, en menos de cinco minutos esa puerta se abrirá y entrarán todos los agentes que persiguen a Kira. Sus nombres son, si me acuerdo bien, Kanzo Mogi, Shuichi Aizawa, Touta Matsuda, Soichiro Yagami y, como más importante, Light Yagami. No es hasta ahora cuando tengo miedo de equivocarme, de estar siguiendo este hilo porque fue el que L empezó y con el que acabó. Nunca dejó de pensar que Light era Kira, lo decía siempre en sus informes. Incluso llegó un punto en el que, en algunos momentos no escribía Light a la hora de referirse a él, escribía Kira. Todos esos miedos me afloran de repente a pocos minutos de que empiece está operación. No somos muchos los que participamos en ella. De hecho, solo somos dos. Mello y yo. Aunque algo me dice que un tercero hará acto de presencia en algún momento por culpa de cierto pelirrojo bocazas. De repente una puerta suena detrás de mí. Un sonido metálico de un portón que solo se ha abierto una vez en diez años. De esta sale todo el equipo aparentemente preparado para el momento que les tocará pasar. Continuo de espaldas, no pretendo que me vean hasta que sepa que son ellos. Pasan unos leves instantes en silencio, dulce y suave silencio que es interrumpido por una voz seria y responsable:

-Ya estamos aquí...

Anuncia un poco confundido. Reconozco el tono en seguida: Yagami, el mayor. Supongo que puedo fiarme de que si él está aquí el reto de equipo también estará. Poco a poco me voy girando y voy viendo a los miembros del equipo hasta que los veo a todos. El de más adelante y que está más cerca de mí es el inspector y, detrás de este está él. Le reconozco, hace tiempo de eso, pero lo he guardado en mi memoria.

-Light.

Digo a modo de saludo mientras le miro a los ojos, ignorando al resto de gente en esta habitación. El chico se sorprende, no esperaba que le reconociera, hay otro chico joven. Podría haberles confundido si yo no lo hubiera visto antes.

KasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora