Un nuevo comienzo

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¿Todo termina cuando algo está fuera de nuestro alcance? Aunque no veamos algo, sigue ahí. Esto es precisamente lo que ocurre, a pesar de no tener a Matías dentro de mi vida por unos tres meses... siempre habitó mis pensamientos, siempre me aterrorizaba el inevitable fin de las vacaciones de verano y el tener que volver a enfrentarme con los fantasmas de mi pasado.

Me preparé durante los meses previos al inicio del nuevo año escolar. Me forcé a dejar de pensar en aquella persona que había traído tanta alegría como tristeza a mi vida. Era extraño, casi literalmente una adicción, no me resistía a pensar en él, no podía evitar sentirme desolado y vacío al asociar mis recuerdos. Cuando llevaba un par de días en mi intentiva de olvidarlo definitivamente, llegaba el síndrome de abstinencia; crisis existenciales, deseos de suicidio, ansias de inexistencia, todo tipo de emociones asaltaban mi cabeza sin control alguno.

No creo que se imaginen cuanto sufrí, cuanto me esforcé en cumplir mi meta. Puede parecer estúpido, pero cuando realmente una persona echa raíces en tu cabeza, no hay manera de arrancarla sin dejar retoños...

Finalmente pude declararme orgullosamente libre de Matías en mi mente, aunque solo faltaran unas semanas para el "3 de marzo". Me mantenía ocupado nuevamente con pasatiempos ancestrales que había dejado de lado; la jardinería, las series de TV, películas, el piano, y sobre todo mi fiel lectura. Mis corazas ya estaban en pie y ninguna "estocada" podría atravesarlas.

La mañana del Tres me armé de todos los buenos recuerdos que disponía y con ello parché mi autoestima. Más seguro de mí mismo, me encaminé fresco hacía la aplastante nueva rutina que se cernía sobre nosotros.

Cambios. Uno de los peores conceptos que puedan existir para mí, soy un animal de rutina. La fachada de mi escuela estaba diferente, un enorme y moderno vestíbulo, frio y despersonalizado, gobernado por un opaco color blanco que contrastaba con la masa de rojos estudiantes que franqueaba las puertas de cristal.

Al atravesarlas, las cosas comenzaron a ir mal en mi mente ¡Que nostalgia todo! Allí, a la vista de todos, mi vieja sala en donde se desarrolló el año que definió mi personalidad actual, sala que ahora era usurpada por nuevos estudiantes, que ni siquiera sabían todo por lo que había yo pasado dentro de esas cuatro paredes. Llegué vacilante a la bifurcación que me separaba de lo viejo y me llevaba a un nuevo e impredecible mundo de posibilidades.

Ya no podría volver a pisar el suelo que antes dominaba, no podría volver a la Enseñanza Básica. Gracias a mi hermano, sabía yo lo que significaba llegar a la Enseñanza Medía; cada nota contaría para nuestro NEM, útiles para nuestro futuro universitario, cambios en los métodos de enseñanza, y lo peor, los horarios. Puede que parezca algo de poca relevancia salir un promedio de una hora más tarde a diario, pero la verdad es que esto modificaría totalmente mis hábitos y costumbres.

Dado ya mi paso dentro de mi nuevo porvenir, lo único que quedaba era esperar lo mejor.


Danza de espadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora