Julio I: El amortajado

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Ya era oficialmente invierno y el frio era el propio de esta estación, calándonos hasta los huesos. Era irónico —pensaba entre mí—, ver las lluvias caer sobre nuestras cabezas y el pasillo principal que conducía a nuestras salas casi inundándose de agua, cuando hace solo un par de meses toda nuestra región se ahogaba cercada por los múltiples incendios forestales y las nubes de humo, cuando la paranoia y desinformación hacían la histeria colectiva por salvar lo suyo.

Pero cómo siempre —y contrario a lo que maquiavélicamente deseaba en mi interior—, nada sucedió en mi ciudad más que un par de pastizales quemados y las disculpas de las autoridades por no informar bien.

Y ahora henos aquí tiritando dentro de los pabellones junto a las nuevas estufas como un rebaño de ovejas. Para serles sincero el mandoble que esta vez se hundió en mí nada más comenzar el mes, no dolió tanto como es de esperarse, ya que de cierta manera lo predecía. Alex se había enterado del secreto.

Raúl esta vez fue el que me dio la bofetada de la realidad, sacándome de mis ensueños. Era ahora entendible el pequeño rechazo o mejor dicho incomodidad o recato con que me trataba cada vez que le hablaba. Es completamente normal, y no lo culpo debido a mi historial, porque seamos realistas, si ya conoce la verdad sobre mi orientación sexual también debe estar en conocimiento del resto, al corriente de mis acciones por Matías.

Cosas de las que no me enorgullezco y que fácilmente asustarían a cualquier buen hetero ¿En realidad pensaba yo en la posibilidad de algo con Alex? Sonreía ahora melancólico ante mi Confidente, sabiendo la imposibilidad de esto, pero para mi sorpresa... no me sentía lastimado.

Tal vez la respuesta radica en la naturaleza de mi atracción, que de seguro sólo correspondía al ámbito físico, nunca nos relacionamos lo suficiente como para considerarnos amigos ni lo poco como para ser desconocidos, la verdad no sabía nada sobre él ni sobre su personalidad más que lo que mostraba a todos, nada me podía llevar a un amor con todas sus letras, sino que sólo... lo deseaba.

Pero por supuesto el deseo no desaparece, aunque las posibilidades de recibir cariño se hallan destruido, seguiría allí...

— No te preocupes bebé, si no te quería es porque no te merecía— rezó el mensaje de mi querida Esme —no desperdicies tu tiempo en personas que no te merecen <3.

— Gracias amiga, ahora dormiré lo poco que queda de noche. Espero que todo te vaya bien con ella —textee cansado, añadiendo al final un guiño junto a un "Emoji" somnoliento, deje reposar el celular en mi velador y me sumergí en el mundo onírico con un último pensamiento "Gracias querida Esme por mantenerme a flote".

La literatura volvía a mí luego de acabar el enorme primer tomo de tres sobre la Historia de Chile, de unas 800 páginas. La Amortajada era el libro que debía devorarme para este mes en la escuela, aprovechando el alto entre tanta Historia —que por cierto me fascina—.

Los primeros capítulos de la gran Bombal, que nos leyó esperanzaban nuestra misma profesora, no causaron gran impresión en mis compañeros ni menos aún en mí, que no lo veía más que como otro estúpido libro de amor con chicas esperando un príncipe azul. Tenía en mi mente, y junto a Luis, un mejor panorama, calculábamos entre todos los productos que podíamos comprar y luego revender, los que tuvieran mejor ganancia, porque sí, en un futuro no muy lejano volveríamos a la venta y mejor planificados aún.

Luis y yo no habíamos andado muy bien que digamos los últimos días, al fin y después de tantas circunferencias completas por los mismos trayectos, nos cansábamos de deambular sin rumbo, con los temas ya siempre tocados y casi agotados no podíamos hacer más que sentarnos por allí a pensar en idioteces, ver lo que hacían otros o en su defecto hacer algo diferente.

Danza de espadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora