Octubre: De manos y hombros

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Al fin había encontrado un precio adecuado para un celular bastante bueno. Con mis bolsillos vueltos a llenar por el dinero gubernamental, decidí por fin invertir en algo que esperaba me diera algo de prestigio social y más "poder", un celular. Así fue como al fin lo vi entre mis manos, con un descuento imperdible de casi dos tercios de su precio.

Con todas las Apps instaladas y todo funcional, resultó ser una de las mejores compras que he hecho. Durante los primeros días hice algo que antes no me atrevía, llevarlo a la escuela y sacarlo a la vista de todos, antes me avergonzaba de mi celular del 2014 con su pantalla quebrada y cámara inutilizable. En cambio ahora tenía una herramienta que dejaba atrás a muchos de los de mis compañeros, y como era muy moda en aquellos tiempos, tenía yo un poder que antes no ostentaba, el sacar "vendidas".

En pocas palabras se trataba de sacarle a hurtadillas fotos a los demás sin que se dieran cuenta, en las que sus caras no eran las mejores y obviamente eran el hazmereir, Luis se convirtió en mi blanco favorito junto con Sam. Incluso, y como todos hacían, las enviaba también en el grupo de Whats de nuestro curso.

Otra de las ventajas que me abrió mi nuevo aparato, fue el poder jugar aquel juego que tanta fama había causado alrededor del mundo en el verano, Pokemon Go. Y así fue como el trotar se combinó con las "Pokeparadas" que había por mi ciudad. Ahora me daba largas rondas por el pueblo y me iba por los caminos más largos rumbo al estadio para hacer cada vez más kilómetros.

Me sentía de pronto extraño, caminando por calles que antes solo veía ocasionalmente, tropezando nervioso al cruzar las calles polvorosas de tantos autos y viendo a tantas personas...

Ansiedad tal vez sería como definiría mi estado en aquellos momentos en que miraba a las personas a la cara por accidente y desviaba rápidamente la mirada. Veía con temor y esquivaba los tropeles de estudiantes que salían de las escuelas rumbo a sus casas, la mirada inevitablemente se posaba en aquellos que me atraían con su hermosura... ¡De pronto tenía un mundo enorme y una variedad increíble de rostros! Antes encerrado por mi rutina, de mi casa a la escuela y de esta de vuelta a casa, estaba monopolizado por mis delgados horizontes de solo cuarenta y tantos rostros conocido y un centenar de ellos a los que conocer... Ahora en cambio cientos diferentes cada día, cada uno con una historia y unas vidas probablemente más difíciles que la miá...

Al fin he de decir que mi mundo se ensanchaba con mucha rapidez, ya sea por mi celular dentro de la escuela, al correr y caminar por la ciudad y en otros países incluso gracias a mi historia, que además progresaba para mi gusto y el de Murga, quien leía emocionado cada capitulo apenas salía.

En materia estudiantil las cosas se relajaban un poco, se acercaba la fecha del aniversario de nuestra escuela, que anualmente conmemoramos siempre con actividades y competencias que engloban a todo el colegio. Es por ello que las notas pasaban casi a segundo plano y lo más central era la camaradería con la que dos cursos se unían para vencer a los otros duetos. Era bonito, pero como en toda actividad yo me mantenía al margen, evitando el contacto social y la incomodidad de tantas personas nuevas con las que transar, siendo este año nuestro equipo un curso dos años más arriba. Mientras planificaban previamente los equipos para el fútbol y todo eso, mi única entretención era mirar los traseros de los chicos mayores y recorrer sus esbeltas figuras, celándolos tanto como los deseaba.

Los proyectos a largo plazo habían sustituido a los exámenes convencionales, para así no ponérnoslo tan pesado, entre tantas maquetas de átomos, diagramas y hojas de cálculo seguía irónicamente en pie la aclamada obra, aplazada hasta el fin de los tiempos por tantos viernes feriados o sin clases de Deporte. Ya tenía en mente varias ideas de como ridiculizar y reclamar mi venganza a los flojos de mis compañeros, y es por ello que ya comenzaba a bosquejar un satírico guión.

La azúcar por otro lado, continuaba su ciclo de contrabando de nuestras manos a las de mis compañeros. Solo un opositor seguía en férrea competencia con Luis y yo, el regordete Sam que a pesar de estar obteniendo muy bajas ganancias, continuaba en el juego de las ventas al parecer esperando que todo se restableciera y nosotros fuéramos los que cayéramos primero, porque es verdad, casi no obteníamos ganancias al ser nuestro principal objetivo eliminar la competencia trastornando el comercio. Sin embargo nosotros teníamos más capital aunque hiciéramos ver lo contrario, por lo que aguantaríamos mucho tiempo más, granjeándonos de a poco y silenciosamente el odio de este gordo.

Pero como en todo suceso exitoso, nos halló al fin la crisis, llegando a sus últimos vaivenes el efecto mariposa iniciado hace incontables meses. De pronto un día mi mejor amigo llego a clases, y como a él le tocaba aquel día traerlo, fui a aprovisionarme de golosinas al bolso "especial", sin embargo esta vez no lo traía consigo.

— Después te explico —me tranquilizó al notar que lo miraraba extrañado, a la vez que iba a sentarse ante la inminente represalia de la profesora de turno.

Danza de espadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora