Territorio Prohibido

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"Si no juegas con fuego te morirás de frío"

Sentía como me caían algunas lágrimas mientras miraba aún el mensaje.

No puedo creer que nuestro perfecto domingo juntos no significó nada para él, quizás hace cuanto rato que esperaba la hora para irse a revolcar con la "Barbie doctora".

— Termina con esto pronto, antes de que esto termine contigo — me aconseja Elliot mientras coloca su mano en mi hombro en forma de apoyo

— Te agradezco tu "preocupación" — digo haciendo comillas imaginarias con mis dedos — pero no lo necesito, de hecho no sé por qué lo haces, no somos amigos y ni siquiera me agradadas — le confieso sin una pizca de simpatía mientras me saco bruscamente su mano de encima y él abre sus ojos sorprendido de mi "tan agradable confesión".

— Que bueno, de esa manera me costará menos decirte que.... — hace una pausa antes y luego se encoge de hombros como si diera igual — que eres patética.

Rabia, furia e ira, es todo lo que sentía en ese preciso momento.
Su manera de decirlo fue como una estaca en mi corazón, deseaba hacerme la fuerte, como si la palabra "patética" no me afectara en nada, sin embargo igual provocó que se me asomaran las lágrimas aún así me contuve, no quería llorar frente a Elliot.

— ¿En serio la patética soy yo? — le cuestiono enfurecida — ¿y qué hay de ti? Jamás con pareja estable, vive de flor en flor, nadie excepto las prostitutas con las que te acuestas viene a verte y al parecer tu vida es tan aburrida y triste, que te está empezando a interesar más la mía que la tuya — respiro profundo y noto que su cara había perdido el brillo que siempre trae, estaba con la mandíbula tensa colocando absoluta atención a lo que estoy diciendo, vuelvo a suspirar resignada y agrego: — ¿Ahora quién de los dos es más patético?

— Sigo creyendo que es la persona que ha estado sufriendo meses por alguien que no la ama — me responde sereno

— Nunca has tenido pareja estable, no sabes lo que es amar — dicho esto tomo rumbo hacia la puerta para irme a mi departamento pero me detengo en cuanto lo escucho:— Y tú tampoco lo sabes, somos dos inexpertos. Yo nunca he tenido una pareja de la que me haya enamorado y tú simplemente te obsesionaste con un tipo que te regala flores en el día pero que te olvida por la noche.

— No es obsesión, se llama amor — me doy vuelta para poder enfrentarlo

— Si eso que tú tienes realmente es amor, entonces no logro ver por qué la gente lo quiere en su vida— me queda mirando unos segundos y luego agrega: — a ti solo te ha hecho sufrir.

— Todas las relaciones tienen sus altos y bajos... — murmuró cansada pero él me niega con la cabeza.

— Termina con él, Charz. No te desperdicies en una relación que ya caducó — me sugiere mientras me observa delicadamente

— ¿Y qué tal si sufro más con su ausencia?

— Lo superarás, eres fuerte. Me di cuenta con todo lo que me dijiste recién — bromea y esto hace que me sonroje de la vergüenza, toda esa furia que sentía hace unos minutos era reemplazada por culpa

— Perdón... yo.. — balbuceo porque la verdad es que no sabía qué decir

— Tranquila, me hágala el hecho de saber que estas muy interesada en mi vida — se ríe mientras me guiña un ojo, acto que me causa una pequeña risa.

Su otra mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora