Tú versión contra la mía.

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Primero se mueren por ti.
Después quieren morir contigo.
Al final te dejan muriendo solo.

Luego de haber estado toda la mañana con Sav y de reflexionar sobre toda mi vida de ahora en adelante, decidí que lo mejor que podía hacer es cambiar mi dormitorio. Ver todo igual me trae tantos recuerdos de Alan, por lo que necesito un cambio rápido.

Por lo que tomo mi laptop y comienzo a buscar colchones, definitivamente necesito una cama nueva. Seguir usando la que compartía con Alan no me ayudará a progresar así que es lo mejor cambiar el colchón.

Una vez que compré el colchón, nuevas cubrecamas y sábanas. Decido seguir buscando cosas en las páginas web, necesito cosas nuevas para cambiar de energía, que me hagan olvidar de esta horrible vida que he estado llevando últimamente.

Una vez que compré todo lo que quise por internet. Me entusiasmo por meterme a Facebook para eliminar a Alan.

Una vez que entro en su perfil veo todas sus fotos, en muchas salimos juntos, en otras sale él junto a sus amigos y por último también tiene fotos de él solo mostrando el paisaje.
Su foto de perfil sigue siendo la que nos tomamos hace unos días. Analizo por unos breves segundos la imagen y niego con la cabeza.

— Que mal que haya tenido que terminar así... — murmuro para mí misma.

Cierro la foto y luego le hago click para eliminarlo de "mis amigos".

Ese fue un paso muy poco importante pero que debía dar... lo sé.

Sigo viendo las páginas de internet y todo lo que ofrecen por lo que me tiento y comienzo a comprar ropa que jamás me hubiese puesto en un pasado pero que hoy le combinará perfectamente con mi juventud y soltería.

Mientras sigo sentada en el sillón de mi departamento y concentrada en mi computador me saca de mis pensamientos el timbre. 

Dejo el computador a un lado y me levanto para abrir la puerta. Y apenas lo hago me quedo pasmada como si de un fantasma se tratara. Un fantasma que se ve increíble con la ropa deportiva que lleva.

— ¿Qué mierda haces tú aquí? — le pregunto sin pelos en la lengua

— Necesito hablar contigo — me responde Clarissa entrando a mi casa como si fuera bienvenida.

Se queda observando todo el entorno y entonces se voltea a mirarme ya que yo no me muevo de la puerta.

— No tengo nada que hablar contigo así que vete ahora antes que llame a la policía — le digo molesta.

— Ay Charlotte — suspira y niega lentamente con la cabeza — ya déjate de payasadas, sabes que tenemos una conversación pendiente por lo que deberías sentarte aquí conmigo — y apenas termina de decir se sienta en mi sillón, el mismo en el que me encontraba minutos antes.

— ¿Como es que pudiste subir aquí? — pregunto pues se supone que el conserje debe avisarme en caso que venga un extraño.

— Tú conserje es fácil de sobornar.... — me sonríe burlona — pero no lo juzgues porque yo también soy buena persuadiendo a los hombres.... aunque obviamente eso ya lo sabes, de lo contrario no estaría aquí hoy — termina con una risa cínica.

Aprieto los dientes y trato de calmarme... de lo contrario es muy probable que golpee a esta arpía.

— Dime rápido qué es lo que quieres — digo resignada y cerrando la puerta, aunque no me siento con ella sino que prefiero quedar parada.

— Solo vengo a advertirte de que tengas cuidado con Alan — me dice mientras mira su manicura de la mano derecha.

— ¿Por qué? — entrecierro los ojos sin comprender qué es a lo que se refiere

Su otra mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora