La gota que rebalsó el vaso.

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"Con el tiempo todo se descubre; las mentiras más ocultas, las razones más ciertas y las personas más falsas."

Haciendo un breve resumen de mi día martes.... lo único que puedo decir es que no soporto a mi nuevo compañero de trabajo.... tan sólo dos días aquí y ya tiene a Audrey en sus pies, mi querida secretaria no pudo aguantar a los "encantos" del rubio.

No sé si no soporto a este tipo porque es un engreído o porque estuve muerta de sueño por solo haber dormido un par de horas, de seguro debe de ser la primera opción con un poco de la segunda.

De hecho para ser exacta solo dormí tres horas....
Aún así no me puedo quedar dormida, son las 20:30 y estoy acostada en mi cama, me siento agotada pero no puedo dormir.....

Alan..... no lo podía sacar de mi cabeza, estuvimos enviándonos mensajes durante el día, él me contaba que era un día precioso en Washington y que estaba exhausto por el viaje y que me extrañaba muchísimo.....

Lo impresionante de todo es que yo no lo extrañaba en nada, me sentía más aliviada por el hecho de que estuviera separado de Clarissa aunque tuviera que estar separado de mi.

Por otro lado al igual que mi novio, mi apuesto vecino me estuvo mensajeando, aunque era algo muy distinto. Elliot me decía que va a presentarme un amigo suyo mañana en la noche, uno que es de "relaciones" no como él por supuesto y obviamente como una novia fiel le respondí todo el tiempo que no estaba interesada.

— Buenos días, vecina — me dice muy entusiasta Elliot mientras se acercaba para esperar el ascensor junto a mi

— Elliot — digo su nombre en forma de saludo

— ¿Como estamos para salir hoy? — me sonríe ansioso, le brillaban los ojos... de seguro por tan solo pensar que hoy bebería.

— Ya te dije mil y una vez que no iré contigo ni con tu amigo — le respondo de forma paulatina y cortes

— Charz, divierte — me sonríe mientras entra al ascensor — estoy seguro que lo pasaras bien, Alan no se enterará.... y si lo hiciera que importa, no tiene derecho a recriminarte nada

— Disculpa, pero yo no puedo — confieso mientras presiono el botón del estacionamiento junto con el de cerrar puertas.

— El viernes pudiste de lo más bien...

— ¿Perdón? — lo miro molesta ya que se había pasado de la raya

— Solo digo que con unos tragos no te limitas mucho — se encoge de hombros

— Elliot, aún muero de vergüenza y culpa de tan solo pensar que nosotros dos tuvimos sexo — le digo seria pero dicho esto el se mata de la risa

— Nosotros no tuvimos nada, sólo nos dimos unos besos locos — hizo una pausa mientras trataba de controlar su risa — no puedo creer que estuvieras tan borracha como para olvidar todo y creer en lo que te dije — me dice risueño y yo solo lo miraba en shock, todo este tiempo creyendo algo equivocado, Dios.... soy una tonta.

Mi cara de sorpresa cambio radicalmente a una sonrisa ya que por lo menos nuestros besos no habían llegado a mayores, eso sí que era una noticia maravillosa.

Su otra mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora