Me sumerjo nuevamente en la piscina para completar otra vuelta. El día está precioso y nadar es lo que me hace sentir tan bien y logra sacar todos mis pensamientos inquietantes. Disfruto cuando siento el agua en cada brazada es una sensación de libertad y la ausencia de límites. Es tan fantástico.
No quiero salirme del agua pero el teléfono de la casa lleva sonando algunas veces, por más que dejé el móvil en mi habitación para que no me interrumpiera el de la casa no ha dejado de sonar. A regañadientes me salgo de la piscina porque no sé si sea papá que me esté llamando al no contestarle el móvil porque lo dejé hasta en vibrador. Así que me obligo a salir, espero que esa llamada sea importante.
Papá con Anny decidieron salir este fin de semana a divertirse un poco y así pasar un tiempo a solas, creo que es lo mejor. Para que disfrutaran más iba a quedarme con Alan pero ya la mamá de ella había pedido quedarse. Aunque no se lleva muy bien con papá por haberle quitado la oportunidad o la juventud de Anny según ella, ha empezado a tolerarlo un poco pero al menos a Alan lo quiere mucho y como estaba un poco resfriado pensé que era la mejor opción que se quedara con ella, cualquier emergencia podría tomar mejores decisiones que yo que no he tenido hijos.
El teléfono deja de sonar y mientras me coloco la toalla estoy pensando en la posibilidad de regresar a la piscina pero otra vez empieza a timbrar. Con toda la molestia del mundo me conduzco a la cocina que es el lugar más cerca para tomar el maldito teléfono.
—Hola —contesto refunfuñada.
—Al fin mi gatita hermosa —me paralizo al escucharlo —. Pensé que no me contestarías pero aun así tenía la esperanza y por eso insistí.
Con solo escuchar su voz sé que es Ronald pero no puedo creer que esté llamando a la casa. Más o menos ha pasado un mes desde la última vez que lo vi en el cumpleaños de Mónica, no pensé volver a encontrarlo sobre todo porque desde que hablé con Anny prometí que cerraría ese capítulo en mi vida aunque en las noches no fuera así. Suspiro. Es imposible que me esté llamando hoy justamente cuando en la mañana después de hablar con Nicolás no pude contenerme y terminé teniendo sexo con él. Pero a quien miento si cuando estaba con él llegué a compararlo con Ronald y aunque es muy bueno no pudo enloquecerme como lo consigue este degenerado.
Aunque le dije a Nicolás que lo pesaría porque la vergüenza de haber estado con él después de lo que me hizo no me permitía decirle otra cosa lo cierto es que a mi mente volvió más viva la imagen de Ronald que solo llega en la noche cuando pienso en él y disfruto de mí misma. Es inevitable que con solo escuchar su voz mi entrepierna se haya contraído y las imágenes lascivas de todas las noches vuelvan a mi cabeza. Por mis pezones recorre esa electricidad conocida y me erizo por completo. Ronald solo ha aparecido en mi vida para alterarla.
—¿Qué haces llamándome? —Recrimino para disimular mi silencio —. Mejor dicho ¿Cómo conseguiste el número de la casa.
—Eso es muy fácil gatita. —contesta.
—Deja de llamarme así porque tengo nombre y no sé porque lo utilizas al referiste a mí.
—Juro que no te gustaría saber porque te llamo así. Pero va muy bien contigo,
No quiero ni pensar a lo que se refiere pero escucharlo y pensar tantas cosas tengo que contenerme para no jadear en plena conversación. Todo de él me parece prohibido, excitante y me atrae, llevándome a la perdición.
—¿Para qué has llamado?
—Quiero verte.
—No
Pero inmediatamente mi corazón empieza a bombear más sangre y se acelera. ¿A quien le miento?, me ha alboroto y emocionado escuchar su llamada o al menos mi cuerpo está jubiloso. No puede ser —me recrimino — le he prometido a Anny que no va a volver a pasar nada entre él y yo, mejor dicho me lo he prometido a mí misma. Lo único que tengo que hacer es colgar pero no lo hago porque en el fondo deseo seguir escuchándolo y que me convenza de ir con él. Quizá lo que he pensado todas las noches puedo repetirlo.
—Quiero que hablemos porque no he podido ser sincero contigo. Luego que estuvimos en el baño te busqué por todo el lugar pero no te encontré y pensé que jamás te volvería a ver y me lamenté no haberte pedido siquiera el número. Por eso cuando te vi en la casa pensé que mis sueño se había hecho realidad porque al fin te había encontrado. Pero no fueron las mejores circunstancias y los dos golpes en mi mejilla fueron la confirmación.
Recuesto mi cabeza en la pared y cierro mis ojos. Me ha buscó e intentó hablar conmigo pero recuerdo perfectamente que después que salí del baño inmediatamente decidí irme a casa.
—¿Y que querías? Que te siguiera el juego de besarnos en casa de tu novia o que te felicitara cuando me habías follado en el baño de la discoteca cuando estabas con alguien. No todos somos iguales Ronald.
—Por eso necesitamos hablar para aclarar los asuntos.
—Eres un peligro y no quiero arriesgarme.
—Te prometo que no pasará nada. —asegura —.Nada de lo que no quieras.
«¿Y si quiero?» pienso. Debería de saber que sería muy vulnerable ante su presencia pero me muero por aceptar.
—Creo que lo mejor será es olvidar que nos vimos algunas vez y lo que pasó entre nosotros.
—Mira, si no aceptas iré a tu casa y hablaremos allá o donde sea pero de qué hablamos vamos a hablar —asegura.
Sonrío. Al final creo que esperaba que me amenazara para tener un justificativo de verlo.
—Y si acepto. ¿ me dejarás en paz y no me buscarás? —pregunto para dejarle claro que no me deja otra salida.
—Lo prometo.
—Está bien. —acepto —. ¿A qué hora y en dónde?
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Quiero vivirlo... no importa si me arrepiento
JugendliteraturLIBRO 3 Trilogía "Querer" Emilia más que nadie sabe que para ser feliz no basta estar enamorado; el amor es tan jodido que puede convertirte en víctima de su juego. Pero lo que ella no sabe es que podría convertirse en lo que más ha llegado a odiar...