A la mañana siguiente Elena salió de casa tarde como de costumbre. Tenía nada más y nada menos que seis minutos para llegar al instituto. Empezó a correr hasta alcanzar a Aly, Mario y Ander.
-Buenos días.-Dijo Elena con la voz entrecortada debido a que había corrido.
-Buenos días.-Dijeron los tres al unísono.
Mario y Ander eran hermanos. Este último tenía un año más que Mario pero aun así eran idénticos. Al llegar al instituto se acercaron al grupo que habían formado los gemelos y sus amigas en un lugar apartado. Ander y Jesús se lanzaron una mirada que percató Elena. Entraron al interior para coger los libros de sus taquillas cuando Ander, sin querer, se chocó con una chica.
-Lo siento mucho.-Dijo Ander disculpandose.
-No pasa nada. Me llamo Cristina.-Dijo Cris tímida.
-Yo me llamo Ander, encantado.-Dijo este sonriendo. -Por lo que veo eres nueva.-Dijo Ander al notar lo perdida que estaba.
-Así es.-Dijo Cris abriendo su taquilla que estaba enfrente.
- ¿A qué clase tienes que ir?-Preguntó Ander curioso.
- A 4B.-Dijo esta cerrando la taquilla tras coger los libros de la asignatura correspondiente.
-Estas de suerte porque esa es mi clase.-Dijo Ander sonriendo.
Cris le dedicó una sonrisa a Ander. Era su primer amigo en aquel instituto y quizá algo más en un futuro.
Mientras tanto Elena estaba hablando con Lorena sobre algo que Dani no pudo oir. Jesús notó la inquietud de su hermano y decidió alejarlo de allí. Una vez en clase Jesús no dejaba de mirar a Elena. Ultimamente la estaba viendo con otros ojos; pero lo único que quería era que su hermano y ella volvieran a estar juntos.
Tras un duro y largo día las clases finalizaron. Jesús decidió acompañar a Elena a su casa, mientras que su hermano iba atras hablando con Mario y Ander.
- ¿Qué tengo que hacer para volver a verte sonreir?-Preguntó Jesús.
-Dejarme dar un sillazo a tu hermano. Eso mismo.-Dijo Elena.
Jesús esbozó una sonrisa al oir aquello. Elena no perdía el sentido del humor ni en los peores momentos.
-A mi a veces tambien me gustaría darle uno.-Admitió finalmente Jesús.
En cuanto llegaron a su casa, a la de Elena, esta se despidió de Jesús y entró al interior. Le pareció extraño ver el coche de su madre fuera pero no le dio demasiada importancia. Una vez dentro se asustó al ver a su madre en la cocina llorando ya que debería de estar trabajando.
- ¿Qué pasa?-Preguntó Elena preocupada.
-La tía Carmen...-Dijo con la voz entrecortada de tanto llorar.
- ¿Qué pasa con la tía Carmen?-Preguntó Elena temiendose lo peor.
-A tenido un accidente de coche hace un par de horas.-Dijo echandose a llorar.
A Elena se le vino el mundo encima. Empezó a llorar como si no hubiera mañana y abrazó a su madre. Carmen era una de las personas que más quería en el mundo. Era como su segunda madre.
-Tengo que irme a Sevilla. Esta en coma y Carlos no puede solo.-Dijo su madre separandose un poco.- Así que he decidido dejarte con la familia Oviedo.-Dijo sollozando.
Elena palideció bastante. Ultimamente la cosa con Dani no iba nada bien y ahora tendría que convivir con él un tiempo.
- ¿Cuanto tiempo?-Preguntó Elena.
-Los médicos han dicho que puede ser aproximadamente dos-tres meses.-Dijo su madre.
Elena subió a su habitación y se tumbó en la cama a llorar. Como no había echado la cortina Ander la vió; y no solo él. Jesús y Dani estaban con él. Al ver la situación se miraron entre ellos sin entender nada de lo que estaba pasando hasta que Jesús recibió una llamada por parte de su madre. La cual soluciono una de las muchas dudas que tenían los tres adolescentes en ese momento. Jesús sin decirles abrió la ventana y se pasó a la de Elena. Entró y se sentó en su cama para tranquilizarla. Esta al verlo no pudo evitar abrazarlo y llorar en su pecho. Esa misma escena era muy parecida a las de verano cuando Elena estaba mal por Dani. Pero ahora era mucho peor.
-Tranquila Elena. Todo va a salir bien. Carmen es una persona muy fuerte.-Le susurró Jesús al oido.
Elena asintió mientras sollozaba en su pecho. Ander y Dani, desde la habitación de este primero, miraban la escena atónitos sin entender nada. Dani decidió llamar a su madre para saber lo que estaba pasando. Prefirió no haberlo echo ya que Carmen era una persona maravillosa y le caía realmente bien. Este se lo contó a Ander a pesar de que no supiera quien era.
Nuria, la madre de Elena, entró en la habitación para informarle a su hija de que se iba. Jesús ayudó a Elena a hacer la maleta con toda su ropa y sus cosas. En cuanto terminaron se fueron de allí hacía la casa de Jesús. Al llegar Eva, la madre de ellos dos, la abrazó a Elena mientras lloraba. Carmen y Eva era intimas amigas y al enterarse del accidente no pudo evitar llorar. Como esa casa solo tenía tres habitaciones Jesús le cedió su cuarto a Elena. Y a este no le iba a quedar otra que dormir con su hermano como en los viejos tiempos. Elena, una vez de ponerse el pijama, se acostó en la cama ya que no tenía ganas de cenar. Las sabanas olían a Jesús cosa que le hizo esbozar una sonrisa entre todas esas lágrimas. La puerta de la habitación se abrió y entró Jesús.
-Venía a por mi pijama.-Dijo abriendo uno de los cajones que había en su armario.
-Siento mucho haberte dejado sin habitación.-Se disculpó Elena.
-Tranquila voy a estar bien con mi hermano. Descansa y mañana hablamos.-Dijo Jesús con el pijama en las manos.
Jesús se acercó a Elena y le dió un beso en la frente. En ese mismo instante, Elena, sentía como el mundo se le venía encima. Este se fue de allí dejando a Elena sola metida en sus pensamientos. Carmen estaba muy grave. Era un caso muy complicado pero aun así sabía que su tía era muy fuerte. Lo que no sabía Elena era el por que de aquel accidente. Lo cual pronto descubririan.