VI.

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Salimos del ascensor y nos dirigimos a la casa, saqué las llaves y abrí la puerta.

—Pasa– le dije y pasó, luego pasé yo– sienta te por ahí, iré a dejar mis cosas.

Fui a mi pieza, dejé mis cosas en mi cama, me hice un moño y volví al living.

—Que linda tu casa– dijo observándola detenidamente.

—Si, es bastante espaciosa – vi que se paró y fue a ver un cuadro que había de mi mamá.

—Es guapa tu mamá– dijo mirándome a mi y al cuadro.

—Si, era bastante linda.

—¿Donde está ahora? – pregunto curioso.

—Eh... –no sabía que chucha decirle.

—¿Eh?

—¿Quieres jugo?–cambié el tema.

—Bueno– dijo dejando el cuadro donde estaba y sentándose.

—Tengo de naranja y frutilla, ¿cual eliges?

—Naranja nomás– dijo y le serví en un vaso jugo, se lo llevé y me senté al lado de el. 

—Gracias, ¿y tu viejo?– pregunto tomando un poco de jugo.

—Trabajando.

—Ah, ¿y tu mamá?– pregunto dejando el vaso con jugo en la mesa de noche.

—Eh, ella falleció cuando yo nací.

—Ah, chuta, sorry– dijo abrazándome, correspondí su abrazo. 

—Hueles rico– dije y lo miré, se había puesto rojo.

—Gracias, tu eres guapa.

Luego de que conversáramos, se nos dieron las siete de la tarde y el Max ya tenía que irse, así que lo fui a dejar a la puerta.

—Gracias por venir– le dije abrazandolo.

—No es nada chiquitita, nos vemos otro día en el paradero– me dijo dandome un beso en la mejilla.

—Bueno, avisame cuando llegues a tu casa.

Le dije y se fue, yo cerré la puerta y me fui a mi pieza.

—Este chico de verdad es muy guapo– dije en voz alta, me senté en la cama y luego me tiré para atrás.

(...)

—Despierta hija– sentí que alguien me movió– depsiertate niñita floja.

—¿Ah?– me limpié los ojos y vi quién me hablaba, era el tío Pancho, amigo de mi papá.

—Por fín niñita– dijo y me abrazó.

—Hola tío, ¿como está?– le pregunte mientras me levantaba.

—Bien pues hija ¿y tú?

—Bien bien, ¿y mi papá? – le pregunte.

—Está hablando con una amiga– lo miré raro, porque no es común que mi papá hable con alguna mina.

—¿Enserio?– pregunte, y el asintió, salí de mi pieza y me dirigí al living.

—Si, claro, ¿y tú? – escuché como mi papá hablaba, me acerqué más y tosí.

—¿Ella es la Nicol? – pregunto la mina, mientras se acercaba a mi.

—Si, ella es la Nicol, mi hija.

—Hola, un gusto, soy Daniela, una amiga de tu papá– dijo y me abrazó.

—Hola, un gusto.

—Y es mi hermana– se acercó el tío Pancho.

La mina de lentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora