XI.

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—Primero, no te interesa si yo tengo algo con el o no, segundo, ¿me quieren pegar que me rodean tanto?– dije riéndome, la mina que me pregunto la hueá, me agarró la corbata y me acercó a ella.

—Mira hueona, conmigo no te metai, menos con el Pancho, andate con cuidao, proxima vez que te vea con el, no te salvai de la saca de chucha– todavía no me soltaba de la corbata, así que le agarré el brazo y se lo saqué de ahí.

— A mi no me vienen ni me van tus amenazas culiás, perro que ladra no muerde, no le tengo miedo a mi viejo, y le voy a tener miedo a una hueona que tira la piedra y esconde la mano– le dije y se quedó callada, pero la enana seguía atrás mío, antes de que dijera algo, hablé primero que ella– deberías ver con quien te juntas, esta mina no te conviene, te lo aseguro, te llevara a malos pasos y ni te atrevas a tocarme.

—Mis amistades, son problema mío, no porque una hueona solitaria me venga a decir que una mina va a llevarme por malos pasos, le haré caso, yo tampoco te tengo miedo, perra que ladra, no muerde, chao perquinaza culiá– yo seguí caminando, pero con el perquinaza culiá, me dio la hueá, me di vuelta y me acerque a ella, le toque el hombro y le pegué un combo.

—Mira hueona enana, cuando te hablé, en ningún momento te falte el respeto, no por eso tu vendrás a faltarme el respeto, respeta para que te respeten, hueona chana.

—Y que hueá te pasa con mi amiga fea culiá– se metió la primera mina que me habló.

—Parece que le movieron las jaulas a los simios, ni al metro con minas como ustedes– me di vuelta, con rumbo al baño,y todos los hueones sapos mirando.

—A las salida estai via' pendeja culiá– dijo la enana, me volví a dar vuelta y me dirigí a ella.

—Pegame ahora po, tan chorita que eres, pegame ahora, para que armar atados con los pacos– vi que venía la mina que defendió a la enana, lo único que hizo, fue tirarme el pelo.

—Yo te pego y que hueá cuatro ojos– me tiró al suelto y me empezó a pegar cachetadas, la agarré de los hombros e hice un movimiento raro, quedando encima de ella y pegándole combos, alguien me tomó de la cintura y me levanto.

—¿Que está pasando aquí señoritas?– mire a la mina que estaba en el suelo, y estaba sangrando, creo que me pasé un poco.

—Oye que onda, como la dejaste– me dijeron, miré quien me dijo eso, era el Francisco.

—Ellas empezaron, yo solo lo seguí y lo terminé– hice que me soltara, pero la inspectora me agarró del brazo.

La mina de lentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora