Capítulo #21: Nada como una buena comunicación

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La parte buena de salir a medianoche para llegar en la mañana a Tokio era que no le quedaba de otra más que regular cuánto miraba a Suga. Las horas de sueño limitadas solo le daban chance de admirarlo por unos pocos minutos, algo que era cada vez más complicado de controlar. Además, ya no sentía la pizca de culpabilidad al contemplarlo mientras dormía, ya no era tan prohibido; sin embargo, esa nueva sensación solo intensificaba sus deseos de tocarlo con gentileza y disimulo.

Todos a su alrededor estaban tan dormidos que hasta había ronquidos de por medio, incluso el entrenador dormía en el asiento del copiloto. Los únicos en vigilia eran Takeda y él mismo. Al menos, el profesor tenía un motivo válido para estarlo al ser el conductor de turno, pero Daichi se desvelaba por razones irresponsables de parte de un capitán. Decir que se había quedado despierto viendo lo bello que era el vicecapitán no era una opción si se quedaba dormido en el desayuno. Tenía que dejarse dominar por el sueño pronto, solo que era difícil renunciar a tal imagen.

Su boca apenas estaba abierta; respiraba por la nariz. Sus labios lucían algo resecos, unas extrañas ganas de que una lengua saliera a humedecerlos aparecieron. Daichi relamió los propios inconscientemente. ¿Qué tan incómodo sería un beso así? ¿Qué tal sería encargarse de devolverles su buena textura? ¿Y qué hacía pensando en besarlo? Volteó al lado contrario para deshacerse de esa idea. Ese era el peligro de la relativa privacidad de estar rodeado de durmientes y de alguien que no quitaría sus ojos del camino; su imaginación no conocía límites.

Volvió a verlo. Parecía recordar lo de la última vez, porque se había sentado casi pegado a la pared del vehículo, muy lejos como para inclinarse hacia su costado sin darse cuenta. Sus párpados parecían temblorosos. ¿Qué tipo de sueños tenía? Una que otra vez le había contado de sueños sin sentido o graciosos donde estaba involucrado, mas no eran suficientes para establecer un patrón. ¿Tal vez era del tipo que no soñaba mucho o que casi nunca recordaba sus aventuras oníricas? Solo esperaba que no tuviera muchas pesadillas.

Sin aviso, sus ojos se abrieron. Daichi no halló mejor reacción que cerrar los suyos sin moverse, ignorando que la posición de su cabeza fuese atípica para dormir; Suga notaría el movimiento si se acomodaba. Probablemente no volvería a abrirlos, por lo que aguardaría unos minutos para girar el cuello y dormirse de verdad.

—Daichi, ¿estás despierto?

El suave susurro originó latidos fuertes. ¿Se había dado cuenta? Era una suerte que el corazón no fuese tan ruidoso como para ser escuchado por otras personas sin que se acercaran a su pecho.

—¿Daichi? —Era difícil hacerle caso omiso a esa voz cuidadosa y somnolienta. También fue complicado no reaccionar a la mano en su hombro—. Hey, despierta.

Con la sacudida que le dio, abrió los ojos lentamente y fingió un bufido.

—¿Qué?

—Parecías incómodo.

—Ah. —Entonces, ¿fue solo para evitarle un dolor de cuello en la mañana?—. ¿Y qué hacías despierto? —Cómo se atrevía a hacerle esa pregunta que debía ser para él, no lo sabía. Todo fuera por preservar la credibilidad de su acto.

—Desperté de un sueño que no recuerdo y te vi. Ahora sigamos durmiendo —bostezó al final, pero entendió lo que dijo.

¿Por qué era tan atento? Suga se fijaba en cosas importantes como una buena postura y ahí estaba Daichi, imaginando cómo sería mojar sus labios con su lengua. Sus pensamientos antes de dormir realmente eran salvajes. Aunque nunca le había pasado, solo por si acaso, se aseguró de que la última imagen en su mente fuese la de sus ojos adormilados sin irse por la tangente con otras razones por las que podían estar casi cerrados; porque arriesgarse a soñar algo similar a sus ideas anteriores alrededor de tantas personas no era tentador.

Cuando las flores hablen por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora