La jugarreta

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Llegaron todos a la casa para discutir las nuevas reglas después del partido.

- A ver amores, lo primero, la comida. Dime Nuria, ¿ qué te apetece ?.

- Uff, pues a mí... Hacednos unos sándwiches de queso - Dijo hambrienta.

- ¡ Ay sí ! ¡ Con el queso fundidito por favor ! - Gritó Julia.

- Se me ocurre que dos se ocupen de la limpieza, mientras los otros dos cocinan. Nosotras nos vamos a la ducha. Chao - Dijo Nuria. Se despidieron las dos con un guiño y lanzándoles un beso.

Las dos fueron a recoger la ropa para estar por casa y las toallas, y se dirigieron a la ducha.

Cuando los chicos escucharon el portazo se miraron y negaron con la cabeza divertidos.

Héctor se dirigió a todos:

- ¿ Soy el único que no piensa hacer nada de lo que han dicho ?

- Ah no, he pensado algo mucho mejor. - Dijo el mujeriego mirando al resto.

Todos lo miraron interesados, estaban deseando saber que tenía en mente.

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Se encontraban todos con el oído en la puerta del baño, asegurándose de que el agua seguía corriendo. Asintieron al comprobarlo y la abrieron sigilosamente.

El mujeriego fue el primero en poner un pie en el suelo y una de las baldosas se movió. Los chicos se quedaron quietos como estatuas pensando que el plan acabaría en ese mismo instante.

- ¿ Quién anda ahí ? - preguntó Julia cerrando el grifo del agua.

Héctor respondió astuto.

- Soy Héctor, queríamos saber si os falta mucho porque los sándwiches ya casi están.

- Vale, no tardaremos más de 10 minutos.- Dijo Nuria.

El grifo volvió a abrirse.

El resto de los Omegas soltó el aire que llevaban aguantando por miedo a que los pillasen.

El mujeriego miró al resto y preguntó susurrando:

- ¿ Qué toallas cogemos ?

Todos lo miraron extrañados; pero cuando vieron cuatro toallas en vez de dos, se miraron interrogantes.

- Las más grandes.- Respondió Mario.

Cogieron corriendo las toallas y la ropa de las chicas y salieron a toda prisa.

Se aseguraron de cerrar la puerta del cuarto de las chicas y escondieron la ropa con la llave del cuarto debajo del sofá.

Después de esto se decidieron a realizar las órdenes de la nueva dictadura.

- ¡¡¡ Hijos de puta !!! - Se escuchó el grito de ambas desde el piso de arriba.

Los chicos rieron chocando los cinco.

Antes de que se dieran cuenta ya estaban ellas bajando las escaleras furiosas. Tenían el pelo empapado y ocultaban su cuerpo en una pequeña toalla de pelo que prácticamente no podía tapar las partes nobles, ni de arriba ni de abajo.

Los chicos se las comían con los ojos a la vez que no paraban de reír a carcajadas.

- ¡ Pienso reventarle la puta cabeza al que se le haya ocurrido esta mierda ! - Gritó Nuria enfurecida.

- ¿ Cómo piensas hacerlo si no puedes ni sujetarte la toalla con una mano ? - Dijo Mario divertido.

Nuria le lanzó una mirada asesina y él se la aguantó con una ceja alzada pícaro.

En ese momento el mujeriego se acercó a Nuria de forma provocativa. Ella dio un paso atrás instintivamente.

- Ha sido idea mía.- Dijo jugando con un mechón de pelo mojado.- ¿ Qué piensas hacerme ?

Mario bajó la mano por su cuello, por su hombro y siguió por toda la espalda produciéndole un escalofrío.

El hermano de Julia les miró desde atrás fijamente.

Nuria aguantó firme como pudo el gesto y respondió:

- ¿ Qué te apetece que te haga ?- Dijo ella acercándose y pasando una mano por su cuello.

Mario dudoso se dispuso a besarla, pero Nuria le frenó colocándole la otra mano en su mejilla.

- Espera... aquí hay mucha gente..

En un rápido movimiento Nuria le dio un manotazo que resonó en toda la casa.

Su cara de sorpresa era todo un poema.

Los dos hermanos reaccionaron tapándose la boca, con una cara de sorpresa por parte de Julia y de alegría por parte de Mario, murmurando un ¡ Auch ! burlón.

Con la mano todavía en la mejilla, el mujeriego respondió de mala leche:

- ¡ Esta te la pienso devolver zorra !

- Cuando quieras.- Ella le guiñó el ojo sonriente.

Él se dio la vuelta y se encerró en su cuarto.

- Vale, ahora, ¿ nos devolvéis las cosas ? - Salta Julia rompiendo el silencio.

- Buscadlas vosotras solas hermanita.

Los tres se fueron, ( aunque en realidad estaban observando en el pasillo ), dejándolas solas en la búsqueda del tesoro.


Esta casa se viene abajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora