Cap. 9

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Universidad de Nueva York

Lunes, 24 de marzo de 2008

Samantha

Doscientas hojas para un control de lectura, el segundo avance del trabajo grupal y presentación del tema de investigación... ¡Y todo eso para la próxima clase! No sé si la profesora nos deja toda esa carga académica solo porque amaneció de malas este lunes o es que lo tenía planeado desde la semana pasada.

Si a mí que me gusta "entretenerme" con las asignaturas y sus exámenes, me parece todo esto un exceso, no puedo imaginar lo que el resto del salón estará pensando en estos momentos. Seguro que más de uno quisiera lanzarse por las ventanas, o que la profesora desaparezca; ya que después de todo, nadie se matriculó con ella, sino con el profesor Kross.

En fin... esta semana tendré cero salidas para irme de compras. Justo cuando iban a llegar los nuevos guantes y cascos para ciclismo de montaña que he esperado por dos largos meses. Lo primero que haré el sábado será visitar la tienda y quedarme toda la mañana probándome los nuevos accesorios.

Aunque desde diciembre no monto bicicleta no creo que mi destreza se haya perdido. Ya quiero que sean vacaciones de medio año para asistir al Festival Rubberhead al oeste de Canadá. Terminar ese peligroso recorrido a través de las montañas de Rossland ya es bastante mérito, pero esta vez espero llegar al menos entre los veinte primeros ciclistas. La anterior ocasión quedé en meritorio 43° puesto, considerando que casi todos los participantes eran varones, tuve un muy buen desempeño.

De repente la señorita Stevenson da por terminada la sesión de clases y me saca de mis pensamientos. Resoplo de manera resignada por la semanita que me espera y guardo mi cuaderno en la mochila, mientras Anja y Mila hacen lo mismo. Quizás nos quedemos conversando por los alrededores de la facultad hasta que sea hora de su siguiente clase.

Con esa idea rondando por mi cabeza me encamino hacia la puerta del salón. Mila andaba a mi lado mientras revisaba su celular, pero a falta de unos centímetros para llegar a la salida una voz hace que me quede quieta y le lance una mirada de sorpresa a la rusa.

- ¡Mila! ¿Podrías quedarte un minuto? - La profesora nos observa sonriente, pero sus ojos no se despegan de ella.

Mila ladea la cabeza y devuelve la sonrisa como respuesta. Antes de acercarse al escritorio de la profesora nos susurra:

- No creo tardar mucho. Me esperan ¿ya?

- Claro que sí. Ya quiero saber que te va a decir la española. – Responde Anja y da una mirada sobre el hombro de Mila hacia la profesora.

No sé qué decir, por lo que afirmo levemente la cabeza y acompaño a Anja hasta la salida seguida por la marea del resto de alumnos, hasta que el salón se queda vacío.

Definitivamente esas dos se traen algo, por más improbable que parezca una relación entre una profesora y una estudiante. Es la primera vez que la llama por su nombre a mi amiga y eso me parece extraño, ya que no solo nosotras pudimos escucharla sino también el resto de estudiantes que recién salía del salón.

- Iré un rato al baño. Si Mila sale antes que regrese le avisas donde estoy. – Me pide Anja con una expresión de ansiedad.

¿Acaso ella sabe lo que sucede entre Mila y la profesora? ¿Será la primera vez? ¿Ya harán tenido una relación antes?

Demasiadas preguntas agobian a mi ya cansada mente. Quizás es por el impulso de saber más sobre Mila o por puras ganas de ser entrometida, que no me alejo del salón, sino que pego mi espalda a un lado de la pared y me acerco hacia el borde la puerta y ladeo la cabeza lo suficiente para no ser vista, pero sí para escuchar sobre qué estaban hablando.

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