Cap. 7

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Village of Plandome

Sábado, 22 de marzo de 2008

(Ayer)

Samantha

¡Por fin había llegado el fin de semana! Me moría de ganas por no levantarme hasta pasadas las 10 de la mañana, sin embargo, mi reloj biológico ya estaba programado para que mis cansados ojos se abrieran tres horas antes como los días que voy a la universidad. Decido acurrucarme entre las mantas de mi cama y volverme a dormir, ¡pero es imposible!

Bostezo un par de veces antes de bajar de la cama y correr las cortinas para que la luz del sol me quite los rastros de sueño. La mañana está agradable con el cielo azulado y salpicado por algunas nubes como copos de algodón. Lo que me gusta del vecindario es la tranquilidad y silencio que emana durante la mayor parte del día.

Pestañeo un par de veces sin dar crédito a lo que estoy viendo, pero sí es cierto: Mila está haciendo footing por la acera del frente a estas horas. Esa chica parece que es incansable. Ayer que nos encontramos en la universidad me dijo que tenía clases hasta la noche. ¿Cómo tiene tiempo para todo?

La sigo con la vista hasta que desaparece tras doblar una esquina. Debería aprovechar estos días para ir a visitarla a su casa, aunque esta noche tal vez nos veamos en la fiesta por el inicio del semestre universitario. Qué suerte ha de tener su enamorado- si es que lo tiene, ya que la salida en parejas no se pudo dar por los horarios- con lo guapa que es. En el salón de clases, de la asignatura que compartimos, todos los chicos se le quedan mirando con cara de idiotas. Pero ella sabe darse su lugar muy bien, quizás demasiado bien, ya que creo no ser la única al pensar que ella se trae algo personal con la profesora Stevenson.

Cada vez que ella hace una pregunta, la rusa levanta la mano y casi siempre es la única que se atreve a responder y vaya que sabe la respuesta correcta. Además, su amiga, Anja, no para de lanzarle indirectas sobre la profesora en tono ¿romanticón, quizás? Yo me limito a reír cuando la escucho, debe tratarse de una broma de universitarias. O sea, en qué cabeza cabe que una alumna se relacione con su profesora.

Aunque me pareció extraño que Mila me pidiese prestado con tanta urgencia mi perfume de vainilla al terminar la clase pasada. Salió prácticamente atrás de la profesora y nos dijo a Anja y a mí que no las esperáramos, ya que tenía cosas que hacer en la universidad.

En fin, esta chica es un completo enigma para mi mente. Esta semana, luego de las clases del lunes, fuimos a sacar algunos libros de la biblioteca, pero ella se negó a entrar. Fue casi cómico verla congelada frente a la entrada. Le pidió a Anja que le sacara un par de libros, que ella no podía entrar y cuando le pregunté el porqué, me contestó con un rostro sombrío que la biblioteca le traía muy mala suerte y que prefería tener un semestre tranquilo al evitar tener que entrar.

Nos haremos demorado unos diez minutos entre pedir prestado los libros y salir, pero mi sorpresa encontrarme a Mila muy sonriente sobre el césped del jardín. La mirada de fuego estaba clavada en su celular, como si le hubiesen dado la noticia que tanto esperaba.

- ¿Por qué tan contenta, Mila? – Preguntó su amiga.

- Míralo tú misma... - La rusa giró su celular hacia nosotras y, sin quererlo, terminé leyendo el mensaje de texto que le había llegado.

<< Este fin de semana, la diosa de Barcelona pondrá a sus pies a toda la ciudad. Estoy lista para jugar, Ivanova>>

No sé por qué esas palabras siguen girando por mi cabeza. He tratado de darle un significado coherente, pero solo llego al punto de que una buena amiga de Mila vendrá a Nueva York. Bueno, no es mi problema tampoco, pero me gustaría saber tantas cosas sobre la rusa.

¿Jugamos? EnamórameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora