Aquí va de nuevo. Otro día comienza, y tal vez no de la mejor manera.
Para empezar, el despertador no sonó, por lo cual se levantó faltando sólo diez minutos para que tuviera que partir rumbo al instituto. Saltó de la cama y se encerró en el baño rápidamente, para tomar, la que posiblemente sería, la ducha más corta y rápida de la historia. Al terminar, vuelve a la habitación y toma las primeras prendas de ropa que encuentra en su armario, junto con sus zapatillas, se viste y sale a toda prisa.
Milagrosamente llega justo a tiempo. Entra al instituto y se encamina a su casillero, para buscar sus libros e ir a su primera clase; pero algo la detiene. Ahí, parado frente a su casillero, está él. Nada más y nada menos que su amor platónico. Aquel que hacía a su corazón acelerarse con sólo una mirada, quién hacía que sus mejillas tomarán un color carmín con sólo pasar cerca, quién podía hacerla olvidar el mundo que la rodeaba con sólo estar en la misma habitación. Y el causante tenía nombre y apellido.
Ethan Donnovan.
El cuál también era su vecino desde hace años, prácticamente desde que tenía memoria habían vivido uno junto al otro.
Era increíble como ese chico influía tanto en ella sin siquiera saberlo.
Él ni siquiera sabía de su existencia, pero aún así la tenía completamente bajo su poder, si él le dijese que saltará, ella sólo preguntaría que tan alto. Pero claro que eso nunca pasaría, porque él no repara en que ella existe, y jamás lo hizo.
Lo cuál la lleva a preguntarse, ¿qué hace frente a su casillero?Temerosa y a paso lento, decide acercarse, pues sabe que tendría que hablar con él, para pedirle amablemente que se apartará, pero sabía que su voz no saldría y quedaría en ridículo. Pero de todas formas no se detuvo, siguió avanzando hasta estar parada frente a él, pero antes de que ella pudiera emitir algún sonido, él habló primero.
-A ti te estaba buscando.- Dijo mirándola de pies a cabeza.
¿Qué?
-¿Qué?- Soltó con una mueca de confusión pero al darse cuenta de lo que había dicho, sacudió su cabeza y reformuló.- Quiero decir, ¿a mí? ¿Por qué?- Pregunta lo más calmada que puede.
Él frunce el ceño y hace una mueca extraña para luego mirar a ambos lados del pasillo y finalmente mirarla de nuevo a ella.
-Sí, a ti.- Afirma con sus ojos clavados en los de ella.-
Es ella quién frunce el ceño esta vez y hace una mueca de confusión.
-¿Por qué?- Pregunta con un todo cauteloso.- Es decir, me sorprende que estés hablándome, creí que no sabías de mi existencia.
Wow, de donde sea que haya salido eso, había sido bueno, ya que su voz no titubeo ni una vez.
-Necesitó un favor.- Se acerca a ella lentamente, tanto que pueden sentir el calor corporal del otro, sentir su respiración en su rostro, sensaciones que la dejaban atontada.- Pásame tus apuntes de química.
Ella, abrumada por su cercanía, no puede hacer otra cosa que asentir con la cabeza y entregarle su cuaderno.
-Gracias Amber.- Le sonríe antes de irse rápidamente, asegurándose de que nadie lo vea.
-Soy Alexis.- Susurra más para si misma, ya que Ethan había desaparecido en los pasillos, con todos sus apuntes.
Y es ahí cuando ella quiere golpear su cabeza contra la pared, por ser tan débil ante él, por no poder simplemente hacerle frente a la situación y hacerse notar, por ser tan insignificante que ni siquiera sabía su nombre.
Y es ahí, cuando todo comenzó.