Tiempo había pasado desde aquel día, dónde ambos confesaron sus sentimientos, dónde Alex expuso sus miedos, dónde se besaron, dónde bailaron bajo la lluvia, dónde sólo fueron ellos.
Hoy, el día para Alex había demasiado pesado, en el primer período había tenido historia, matemática y por último química. Iba bien en esas asignaturas, pero realmente eran pesadas para ella, pero su gran alivio era que tendría una hora libre porque el profesor de música había faltado; lo cuál le recuerda que esa tarde iba a ir a casa de Michaela para comenzar con el trabajo que les había dejando el profesor.
Alex caminaba por los pasillos en completa soledad, ya había dejado sus libros en su casillero, llevaba puestos sus audífonos, así que jamás oyó la puerta que se habría a sus espaldas y tampoco escuchó como alguien se acercaba a ella para cubrir su boca, evitando que grite y llevarla a un salón vacío. Cuando aquella persona la soltó, lo primero que quiso hacer fue gritar, pero no pudo hacerlo, ya que en menos de un segundo, unos labios suaves se encontraban sobre los de ella.
Al darse cuenta de quién se trataba, rodeo el cuello de Ethan con sus brazos y le devolvió el tierno beso con una sonrisa de por medio. Luego de unos segundos más, se separaron y Alex golpeó su hombro.
-¡Auch! ¿Eso por qué fue?
-Me has asustado, tonto.
-No fue mi intención, pero tenías los audífonos puestos y no me oíste.
-En fin.- Suspira con una pequeña sonrisa.- ¿Cómo estuvo tu día?
-Te extrañé.- Susurra él con un pequeño puchero, abrazandola por la cintura.- Mucho.
-Deberías decirle eso a tu novia.
-Eso hago.- Ríe suavemente y planta un pequeño beso en sus labios.
Sí, no sólo se habían repetido varias esos encuentros, sino que también habían aumentado, se veían casi todos los días, Ethan llevaba a Alex al parque, a cenar, al cine, siempre le llevaba flores o algún pequeño pero hermoso detalle. Pero un día, la llevo a una pequeña arboleda, dónde en cada árbol había un papel con frases de los personajes favoritos de sus libros.
"-Tú eres mi hogar.- Travis Maddox."
"-Sería un placer que me rompieras el corazón.- Augustus Waters."
"-Eres mía, ángel.- Patch Cipriano."
Y muchas más. Mientras ella leía cada una de esas hermosas frases, él la abrazó por la espalda y le susurró al oído.
-No soy un personaje ficticio, cometo errores, no soy perfecto, pero puedo amarte mejor que todos ellos.- Había susurrado en su oído suavemente.- Pero, ¿te gustaría ser mi novia y escribir nuestra propia historia juntos?
Ella, sin duda, había dicho que sí, luego habían pasado toda la tarde juntos en un pequeño picnic que Ethan había organizado para ambos.
Desde ese día estaban más unidos que nunca.
-Hoy iré a tu casa.- Susurra ella suavemente sobre sus labios.
-Hoy no puedes, vendrán mis amigos.
Ese era el único problema, nadie, además de ellos, sabía de su relación, era un secreto, su secreto. Y para que nadie sospechase nada, Ethan seguía "saliendo" con Holly, por supuesto que ya no la amaba, pero no quería perder su popularidad, así que sólo fingía amarla.
-No iré a verte a ti.- Rueda los ojos.
-¿No?
-No, iré a hacer un trabajo con tu hermana.