Capítulo 15 Traición

575 52 115
                                    

Han pasado no más unas tres semanas, aunque yo lo siento como si hubieran pasado meses.

Yo todavía he estado teniendo que soportar las incontables indirectas de mi ex-novio y por más que las evite, manteniéndome al lado de Sara, donde él no pueda acercárseme ni molestarme, aún así de alguna u otra forma siempre consigue ponerme los pelos de punta.

No obstante me llenaba de tranquilidad el verla a ella tan entusiasmada con su boda, el que me arrastrara de aquí a allá comprando cada cosa que se le atravesara en su camino, los preparativos, las decoraciones, el lugar, los aperitivos, todo eso era una tarea extenuante, aunque también la más gratificante, el ver la sonrisa de mi amiga me hacía entender que era así como debía ser. Aunque... aún así era un poco doloroso.

- Sara Wilde. ¡Ah! ¡Suena tan lindo! Ya no puedo esperar, sólo dos semanas más. Estoy tan emocionada.

- ¿Quien lo iba a imaginar? En dos semanas te casas, es... increíble lo rápido que pasó el tiempo.

- ¿Rápido? ¡Para mí se me hizo eterno!- Sara me tomó de las manos y me miró con pesar- ¿de verdad tienes que irte?- ese adorable puchero de cachorrito regañado me partía el corazón en pedazos, pero era algo que debía hacer por el bien de ambas.

- S-Serán sólo un par de días. Debo regresar al pueblo unos días para ver a mis padres, te prometo que estaré aquí antes de tu boda e iremos a comprar el vestido juntas.

Sara suavizó la mirada y volvió a su típica expresión despreocupada y mimada, luego lanzó un suspiro y siguió comiendo la tarta de selva negra.

- Hah, más te vale, Judy Laverne Hopps o no te lo perdonaré nunca, nunca...

Pasé esa tarde tranquilamente con mi amiga, charlando y disfrutando de su compañía, cosa que no volvería hacer en mucho tiempo. En realidad, cosa que no volvería a hacer jamás.

Me dolía en el fondo de mi pecho y era algo triste, tener que despedirme de esa forma, pero tenía que hacerlo, por su tranquilidad y por la mía. Ya no podía reconocer a Nick, se había convertido en alguien completamente extraño para mí, alguien dispuesto a mentir y dañar a quien lo quería con el corazón y la peor parte de todo es que yo no era distinta a él.

Me lastimaba mucho ver a mi mejor amiga con el que había sido el amor de mi vida, a veces me encontraba a mí misma muerta de celos y envidia, no podía seguir siendo tan hipócrita, no tanto como para fingir una sonrisa amable a quienes me hacían tanto daño. Lo mejor era alejarme.

Me odiaba a mí misma por engañarla, pero si no hacía algo al respecto entonces al final la más lastimada iba a ser ella.

Decidí que lo mejor que podía hacer era largarme, desaparecer de su vida y cuando ya me hubiera olvidado retomaría todo lo que había dejado atrás, no iba a seguir huyendo por siempre, pero volvería a hacer mi vida, lejos de él, lejos de ella, lejos de todo y de todos.

Esa tarde luego de regresar del centro después de mi encuentro con mi amiga me dispuse a tomar una ducha para luego empezar a empacar mis cosas. Quería irme lo más pronto posible, esa misma noche.

Dejé el teléfono sobre mi cama y salí a bañarme en el cuarto del pasillo.

Unos minutos luego, después de haberme acicalado por completo regresé a mi habitación pero al entrar me di cuenta de algo que realmente no esperaba encontrar, mi puerta estaba medio abierta, alguien había entrado. Dudosa tomé lo primero que encontré para defenderme en caso que lo necesitara...

No saben cuanto habría deseado que fuera cualquier ladronzuelo común.

Ese pelaje rojo y esos indecentes ojos verdes que brillaban en la tenue oscuridad de mi cuarto, sentado sobre el marco de mi ventana, mirando hacia el cielo nocturno, desentendido. Sentí que mi fuerza se fue desvaneciendo de un momento al otro.

Enredos del Destino [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora