14. Alarma

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Connor notaba sus venas arder bajo su piel, siendo inundadas por la sustancia letal que le habían inyectado segundo atrás

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Connor notaba sus venas arder bajo su piel, siendo inundadas por la sustancia letal que le habían inyectado segundo atrás. Conforme los segundos pasaban notaba como su visión se tornaba borrosa y en breves la multitud que le contemplaba se convirtió en un circo de sombras y borrones. Finalmente, tras una profunda bocanada de aire, la cabeza  de Connor cayó hacia delante y su corazón se detuvo.

Sus familiares y conocidos, pese a la gravedad del crimen por el que había sido ejecutado, algunos no pudieron evitar que lágrimas recorrieran sus mejillas y se abrazaron de nuevo entre si. Rápidamente multitud de policías y oficiales se les acercaron para darles el pésame y comunicarles que no dudaran en contar con ellos para cualquier cosa.

Los dos médicos se dirigieron hacia la mesa metálica donde reposaban sus herramientas y comenzaron a guardarlas de nuevo en dos maletines de cuero color crema. Pero de pronto, una profunda y angustiada bocanada a sus espaldas les hizo girarse con un salto.

Connor respiraba frenéticamente con los ojos enrojecidos y las venas de su cuello a punto de estallar. Los tres policías que se encontraban en el lado de sala en el que se hallaba Connor le apuntaron con sus armas, totalmente confundidos. Aquello era algo totalmente insólito, nadie había sobrevivido a una inyección letal. Jamás.

- ¿Le inyectasteis la cantidad adecuada?- preguntó uno de los policías mientras se acercaba a Connor sin despegar la mirilla de él.

- La cantidad es la correcta. Esto es... es imposible.- contestó un doctor mientras sus manos le temblaban.

Los asistentes al otro lado de la cristalera no tardaron en darse cuenta de que algo había salido mal. Todos miraban a Connor en silencio, mientras este seguía tratando de normalizar su respiración.

- Que cojones...- dijo Bertrand quitándose las gafas.

Zack, que se encontraba a escasos metros del Jefe de Policía, comenzó a notar un profundo picor en sus ojos. Comenzó a frotarse ambos con sus nudillos, tratando de repeler el intenso escozor que había empezado a castigar su visión. Cuando consiguió aliviar el picor en sus ojos, volvió a dirigir su mirada hacia Connor y lo que vio hizo que el estómago le diera un vuelco.

Atada sobre la camilla y mirándole fijamente se encontraba Azel Roth, en el lugar donde anteriormente se hallaba Connor. Zack se levantó de su asiento y comenzó a andar hacia atrás sin despegar su mirada de Azel, tropezando con varias piernas de algunos asistentes. Tras esto, desde la camilla Azel le dedicó una sonrisa venenosa.

- No, no, no.- decía Zack repetidamente.

- ¿Qué ocurre?- preguntó Bertrand agarrándolo por los hombros.- ¿Todo bien?

- ¿¡No la ve?!- preguntó Zack señalando a Azel.

- ¿Ver a quién?- dijo Bertrand girándose.- Allí solo está Connor Mason.

Zack apartó las manos de Bertrand y corrió hacia las puertas de salida, dominado por el pánico. Pero al llegar a ellas, no había forma de abrirlas. Por más que empujara y forcejeara, el marco de la puerta no se movía ni un centímetro. Aquella situación hizo que en su mente florecieran angustiosos recuerdos.

Está entre nosotros : SCAVENGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora