19. Patente

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Connor pasó por encima de todos aquellos cuellos degollados y escuálidos

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Connor pasó por encima de todos aquellos cuellos degollados y escuálidos. En ellos tan solo quedaban piel y huesos, lo demás había sido engullido por Azel. Ahora los dolores y fatiga habían desaparecido y se notaba al máximo de poder. Se acercó a Zack y lo levantó con una sacudida. Colocó ambos dedos gordos sobre la frente del inconsciente Zack y tras pocos segundos este volvió a la realidad entre nerviosas bocanadas. Abrió sus ojos como platos y miró hacia todos los lados desconcertado. Parecía que no recordaba los últimos sucesos.

- Vamos... tú vendrás conmigo. Y en cuanto a ti...- añadió Connor mirando a Lucía, que seguía atada a la camilla.- Te dejaré aquí hasta que Zass quiera venir a verte. Espero que no te mueras de hambre o sed hasta que él llegue... aunque pensándolo bien, quizás es lo mejor que podría pasarte.

Lucía trató de librarse de sus correas pero estas ejercían una terrible presión sobre sus músculos. El hecho de intentar mover la muñeca le causaba un dolor insoportable.

Connor se giró con una sonrisa venenosa en sus labios y comenzó a andar de nuevo por encima de los destrozados cadáveres. Zack los miraba aterrorizado y no pudo evitar comenzar a vomitar al llegar a las escaleras. Se dobló sobre si mismo y esparció por el blanco suelo el huevo frito y tostadas de mantequilla que había tomado para desayunar. Conocía a la mayoría de aquellas personas aunque fuera de vista y verlas en aquel estado le revolvió el estómago. Habían acudido a aquel salón con la esperanza de ver como el asesino de su hijo o hija recibía justicia y en lugar de eso, ellos mismos habían sido asesinados por el mismo verdugo. Un terrible y martirizante escalofrío recorrió la columna de Zack cuando pensó que quizás, si no hubiera mentido sobre lo sucedido, se habría podido evitar aquella situación. Una terrible sensación de culpa y arrepentimiento comenzó a instalarse en su conciencia.

Connor soltó una larga carcajada y palmoteo varias veces la espalda de Zack.

- Vamos ponte en pie y deja ya de vomitar. No me obligues a que haga que te lo tragues de nuevo.

Zack siguió a Connor mientras se limpiaba la boca con la manga... ¿Qué tenía pensado Azel? Deseo con todas sus fuerzas haberse quedado aquella mañana en su cálida cama. Ahora estaría lejos de la cárcel y seguramente no estaría a punto de morir.

Connor abrió la puerta de la sala de ejecuciones con un golpe de hombro y tapó sus ojos al recibir de llenos los rayos de sol, que asomaban firmes entre las finas nubes. En las cercanías de la zona central de la cárcel, cientos de presos se giraron y observaron a Connor. La mayoría de ellos retiraron sus miradas rápidamente y siguieron corriendo, en busca de la puerta principal. Pero Connor observó como un grandullón con la cabeza rapada le señalaba repetidamente con el dedo, mientras hablaba con un grupo de cinco hombres más que parecían ser sus amigos.

Connor ignoró a aquel grupo y siguió andando por mitad de la zona central. Volver a tener piel, tacto y olfato era algo genial. Se había pasado cuarenta años siendo un espectro que carecía de aquellas insignificancias de las que gozaban las personas de carne y hueso, como sentir el frío en la piel o notar el viento sacudir tu pelo. Cuando poseía a alguien en la casa de los Mason el vínculo que establecía con el recipiente era mucho menor y más débil y no era capaz de percibir ese tipo de cosas. Pero con Connor era distinto. Había realizado el ritual de fusión y ahora ambos formaban un solo ser. Por tanto, Azel sentía todo lo que sentía el cuerpo de Connor y Connor era consciente de todo lo que hacía y decía Azel. Mientras notaba el gélido frío recorrer sus yemas Azel pensó que seguramente a Connor no le habría hecho mucha gracia lo que había hecho con la poca familia que le quedaba, pero no le importaba demasiado. Al fin y al cabo no era más que su recipiente.

Está entre nosotros : SCAVENGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora