35. Papá

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Thomas golpeó a varios salvajes, que se abalanzaban sobre él y sobre Yeslie como lobos sarnosos

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Thomas golpeó a varios salvajes, que se abalanzaban sobre él y sobre Yeslie como lobos sarnosos. Sin embargo, la enorme y salvaje jauría de bestias caníbales no tardaron en dominar a ambos, inmovilizándolos contra el suelo. Uno de ellos, de rostro pálido y deforme, agarró a Yeslie del pelo y estiró hacia atrás, dejando al descubierto su desnudo cuello. Deslizó suavemente el filo de una navaja por él, mientras el resto aplaudía y vitoreaba en palabras inentendibles. Pero cuando el salvaje iba a degollar a Yeslie, recibió un duro golpe de garrote en la nuca. Ante esto, todos quedaron en silencio y miraron al causante de aquel golpe, que era Malcom, el encorvado y viejo líder de la Comunidad de las Montañas. Los salvajes que forcejeaban con Thomas también se detuvieron y miraron atentos a su jefe. El hombrecillo que había recibido el golpe quedó tendido en el suelo sobre un charco de sangre que procedía de su nuca. Malcom hizo un gesto y rápidamente el cadáver fue agarrado por un pequeño grupo, para después masturbarse y frotarse sobre él.

- No mataremos a la chica. Será un regalo para nuestra Diosa. Quizás así... nos ganemos su amor de nuevo.- las palabras de Malcom salían de su boca lentamente. Parecía que con cada palabra su dentadura y mandíbula peligraba. A Yeslie le dio la impresión de que debía rondar los cien años.- Pero a él... a él matarlo.

- ¡NO!- gritó Yeslie sacudiéndose. Con un contundente codazo, noqueó a una salvaje que se hallaba cerca y le arrebató su navaja.

Yeslie dio varios pasos hacia atrás, alejándose de la muchedumbre y colocó el frío filo contra su nuez.

- No tendréis regalo para vuestra Diosa si le matáis. Me suicidare aquí mismo.

- Oh... me recuerdas tanto a mi hijita Collin.- dijo Bill Grant poniéndose las manos sobre las mejillas.- Ella también se suicidó. Habríais sido buenas amigas.

Yeslie apartó su mirada de Bill desconcertada y miró a Malcom, que la miraba seriamente apoyado en su bastón.

- ¿Te crees capaz de hacerlo, niña?

Yeslie tragó saliva.

- Sí. Lo haré, salvo que prometáis que dejareis vivir a Thomas.

- Está bien, matate tú misma. Le regalaremos a nuestra Diosa tu amigo.- contestó Malcom de forma convincente.- A mi Diosa no le importa el género de su regalo, solo su sangre.

Yeslie apretó con fuerza el mango de la navaja y miró a Thomas, que era sujetado rígidamente por los salvajes. Este, entre lágrimas, negó con la cabeza y le sonrió. Yeslie, también emocionada, no pudo evitar llorar y soltó el arma.

Malcom rió e hizo un gesto, haciendo que la Comunidad de la Montaña se abalanzara rabiosa contra Thomas. Un carnaval de gritos de dolor, gemidos y risas se sucedió, mientras Yeslie era arrastrada de la cabellera por un corpulento salvaje.

- Malcom... es posible que la Inversión este cerca de comenzar.- le susurró Bill Grant al oído.

La cara del anciano se descompuso y una desconcertante sonrisa de oreja a oreja se instaló en su arrugado semblante. Muchos de los salvajes que esperaban turno para violar a Thomas se mostraron confusos ante la sonrisa de su líder. Parecía que hacía mucho tiempo que no le veían tan feliz.

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