-Maya...- dijo mi madre.
-¿sí, madre?
-¿cuándo me presentarás a ése novio tuyo que siempre me presumes?- insistió nuevamente mientras yo me atragantaba con el pedazo de pastel que recién había metido a mi boca.-¿me escuchas Maya?
-oh sí madre, algún día, ha estado muy ocupado en viajes de negocios y...- no supe qué más decir, le había estado mintiendo a mi madre desde hacía ya más de cuatro meses para que dejara de hostigarme, creo que la mentira resultó peor.
Desde que nos mudamos a Dumbstlin mi madre no había parado de decirme que debía buscar un marido, o siquiera un novio, ella siempre decía:
-¡por Dios Maya! Cada segundo me hago más vieja, necesito nietos de inmediato. Si tu padre no pudo verlos pues yo sí, así que te lo exijo.
Cada día era una nueva discusión que en realidad era la continuación de la misma, y no era que yo no quisiera darle nietos o que no quiera tener novio, pero en realidad nunca he sido buena para relacionarme con los chicos. Mi primera experiencia con un chico fue en el baile de graduación de la preparatoria, y fue en el baile de mi graduación, cuando tenía 18 años, no ese baile al que acudes cuando estás en primer año y vas con la esperanza de encontrar al que será tu compañero durante todo el bachillerato, para tener la historia romántica típica de las películas cursis que me gustaba ver, pero no, ahí estaba yo en el baile de mi propia graduación, sin mencionar que todas mis compañeras ya habían perdido su virginidad y hasta su vergüenza, todas menos yo.
Un chico llamado Steve McGowan me invitó al baile para mi sorpresa, habíamos estado juntos en varias clases del bachillerato aunque nunca habíamos hablado, así que fue una completa impresión para mí cuando llegó con una rosa a pedirme que fuera su pareja. Estúpidamente grité, di un brinco y lo abrace para después calmarme y decirle "Oh sí, claro Steve iré contigo" de la manera más relajada que pude. Todo había ido muy bien, hablábamos en clases, comíamos juntos y nos imaginábamos lo divertido que sería ir juntos al baile, yo había pensado en no asistir al principio, pero después de la invitación de Steve me había vuelto loca comprando un vestido, viendo revistas para elegir el peinado adecuado, haciendo cita en el salón de belleza para que me maquillaran como toda chica cursi espera en su día especial.
Mi mejor amiga, Jenna Sullivan con quien había compartido toda mi vida y mis secretos más oscuros me aconsejaba sobre lo que debía hacer cuando estuviera con Steve, ella no perdía la esperanza en que dejara de ser virgen con él, así que me enseñó un par de trucos para que él se diera cuenta de mis intenciones. Se llegó el día del baile y yo me sentía como toda una princesa, con mi vestido azul marino con el que casi no respiraba y que cuando caminaba, se movían sus holanes en la parte de debajo de la falda, mis zapatos color plateado reluciente y mi pequeño broche con esmeraldas que recogía la mitad de mis rizos de fuego. El timbre sonó y mi corazón junto con él.
-buenas noches señor Murphy, he venido por su hija- dijo Steve cuando mi padre abrió la puerta.
-buenas noches jovencito, quiero decirte que tengo una escopeta en el ático y sé como utilizarla, así que...
-ya basta Albert, vas a asustar al muchacho- llegó corriendo mi madre a salvar al que podría ser su futuro yerno.
-papá estas avergonzándome- dije mientras bajaba la escalera y lo vi ahí, tan guapo con su traje negro y corbatín a juego con el color de mi vestido, no pude evitar suspirar.
-estás preciosa- dijo Steve con una sonrisa, colocó el ramillete de flores que había comprado para mí en mi muñeca y salimos de mi casa directo al baile.
Todo iba perfecto de trayecto al lugar donde sería la graduación, hablamos, reímos y hasta cantamos. Al llegar al lugar me abrió la puerta como todo un caballero, me dio su mano y yo la tomé torpemente para terminar en el suelo.
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Con 30, soltera y virgen
RomanceCon 30, soltera y virgen trata sobre la vida amorosa de Maya, es una comedia romántica un tanto pícara en donde se narran sus aventuras, sus tristezas y forma en que se ha conservado virgen a tan madura edad.